EstoyAlmado | Lo que dijo Trump
Lo bueno de la declaración de Trump es que deja al descubierto a la oposición
Puede que sea llover sobre mojado, pero es conveniente traducir la confesión de Trump sobre Venezuela, sobre todo, porque se quiere dorar la píldora del sincericidio del expresidente estadounidense. Se quiere hacer creer que no tiene nada de malo que el susodicho, u otra figura del extranjero, disponga del petróleo venezolano, mientras eso se traduzca en “bienestar y calidad para todos”. La falacia en marcha sería algo así: “Si nos beneficia como país, pues que se lo lleven, ¿para eso es, no? para venderlo y prosperar”.
Precisamente, ahí está la trampa. Algunos trumpistas pretenden presentar la declaración como una mera transacción comercial, en la que nosotros como país vendemos crudo y a cambio recibimos cuantiosos ingresos para invertirlos en salud, educación, empleo, servicios de salud, etc. Los trumpistas locales y foráneos alegan que si ese es el negocio, entonces todo está correcto, “venga y llévese la Faja si lo desea”.
Se trata, pues, de suavizar la canalla declaración de Trump, y la de todo el complejo militar y financiero de EEUU, cuando dijo: “Nos hubiésemos quedado con ese petróleo”. ¿Y cómo tenía previsto hacer eso? ¿En una compra en la oficina más cercana de Pdvsa?
A todas luces, las palabras de Trump planteaban el camino de la violencia mediante una guerra civil donde todos íbamos a ser víctimas. No importa si votaste a favor o en contra del gobierno, o si pediste por Twitter que invadiera al país con la idea pueril de que la bomba no te caerá a ti. El plan macabro era el colapso e invasión. Trump quiso que como país nos devoraramos en nuestra desesperación y sufrimiento; y luego le agradeciéramos que nos invadiera bajo la épica de la salvación. Lo ocurrido en Cúcuta en febrero de 2019, con la supuesta ayuda humanitaria, fue solo el preámbulo, fallido afortunadamente.
Por cierto, la idea de Trump de “nos hubiésemos quedado con el petróleo” fue refrendada por acción y omisión por la mayoría de precandidatos presidenciales actuales del antichavismo, incluyendo María Machado, quien fue una promotora acérrima de la invasión militar bajo el eufemismo de la activación del TIAR (usado en otrora por EE.UU. para invasiones militares). Fue ella quien se indignó con Guaidó por ser blandengue con la activación del TIAR.
Por otro lado, la propia Plataforma Unitaria que rechazó las palabras de Trump, diciendo en un comunicado que “el petróleo es nuestro”, es la misma que hoy usurpa el manejo de los recursos del país, derivados de la petrolera Citgo y los depósitos del Estado en cuentas bancarias en el norte. Muchos de los que integran esa plataforma los recuerdo como protagonistas del paro petrolero (2002), en el que el país registró más 20.000 millones de dólares en pérdidas. Al igual que el resto del antichavismo “autoexiliado”, que disfruta de una vida de reyes en el extranjero, esta Plataforma se indigna convenientemente ante un Trump, ahora convertido en un desterrado político en su propio país.
Trump también habló de “apoderarse” del país para después cerrar con “hubiera sido lo justo”. Es la prueba más reciente de que la Doctrina Monroe es un mal endémico en la clase política estadounidense. Hasta ahora no he visto al antichavismo, en ninguna de sus variantes, repudiar esa visión colonialista de Trump, más allá de proferir una falsa defensa del crudo venezolano.
Lo bueno, si se quiere, de la declaración de Trump es que deja al descubierto a la oposición justo cuando sus precandidatodos despliegan una campaña para lavarse la cara como autores materiales de la crisis. Lo dicho por Trump reivindica, además, que la oposición partidista percibe al país como una mina, pues solo quieren colapsarla y entregarla al mejor postor. Ayer fue Trump, mañana puede ser cualquiera en la Casa Blanca.
Manuel Palma