Palabra rota I Viajar a lo oscuro
El Titán y la irresistible tentación de lo desconocido
04/07/2023.- Una memorable sentencia atribuida a Pompeyo Magno reza: "Navigare necesse est, vivere non necesse"; algo así como "navegar es imprescindible, vivir no lo es". En Vidas paralelas, Plutarco cuenta que marineros y pilotos de una flota comandada por Pompeyo se resistían a emprender viaje a causa del mal tiempo. Transportaban una carga de trigo que la capital del imperio necesitaba con urgencia. El comandante zanjó la cuestión con la frase aludida, que ponía el interés colectivo por encima de la conveniencia, e incluso de la vida, de cada individuo. Esa máxima adquirió luego el valor de una exhortación a enfrentar lo desconocido o a actuar valerosamente.
Todo este asunto viene a cuento a raíz de la implosión del submarino Titán, que costó la vida a sus cinco ocupantes; o, más precisamente, gracias al comentario de un lector, en algún portal de noticias, donde se informaba de la desaparición del submarino. En ese comentario, con un tono de sabérselas todas, el sujeto decía, más o menos, que cómo se le ocurría a esos cinco meterse en semejante empresa; que para ver los restos del Titanic a él le bastaba con encender la computadora en la seguridad de su la casa.
Visto así, ese lector parecería tener toda la razón. Al fin y al cabo, se trataba de cinco personajes de quienes se puede suponer que, dada su condición de millonarios, estaban condenados a una permanente búsqueda de emociones para vencer el aburrimiento propio de quien todo lo tiene. Por si fuera poco, la implosión del Titán sucedió pocos días después del horrible naufragio de un barco pesquero cargado de migrantes frente a las costas de Grecia, del cual aún no hay cifras ciertas sobre la cantidad de víctimas, pero se sabe que supera los varios centenares. Era, pues, inevitable que se estableciera una comparación entre la necesidad perentoria de los migrantes y la elección ociosa de los pasajeros del Titán.
Sin embargo, a pesar de tan opuestas motivaciones, ambos sucesos puede que tengan en común la inveterada inclinación de la humanidad hacia lo desconocido. La manifestación de sedentarismo y conformidad contenida en el comentario de ese lector de noticias poco tiene que ver con el recorrido de la humanidad desde sus primeros días hasta nuestro tiempo. Ese lector, en la edad de las cavernas, seguramente no se habría acercado al fuego producido por un rayo por temor a quemarse. Tampoco se habría aventurado en ninguno de los viajes que, a lo largo de siglos, emprendieron exploradores que conocían su puerto de partida, pero no tenían idea precisa de su puerto de llegada, ni de las condiciones allí reinantes, ni del plazo que les tomaría alcanzar ese destino.
La diferencia entre los naúfragos de Grecia y los tripulantes del Titán es la misma que media entre lo que se emprende por necesidad y aquello que es impulsado por el ocio. Pero ¿puede alguien negar que tanto la necesidad como el ocio han sido poderosos motores de la evolución que, para bien o para mal, hemos alcanzado como especie? Tal vez todo pueda resumirse en frase "navigare necesse est".
Cósimo Mandrillo