Estoy Almado | Primarias por dentro
Las primarias ya no lucen como un evento para elegir un candidato presidencial opositor
30/07/2023.- Si el antichavismo participa en la venidera elección presidencial, lo hará con un aspirante elegido en un conciliábulo auspiciado y ungido por el Norte. De las primarias no saldrá el candidato y muchos menos una candidata. Sí habrá mucho marketing de alto impacto emocional, pero de esa medición interna (si la hacen) no surgirá un candidato que se inscribirá en los comicios presidenciales. Los organizadores de las primarias lo tienen claro, pero prefieren ocultárselo a sus seguidores, a casi 90 días de la fecha fijada para realizar el evento.
La razón del fracaso anticipado de las primarias es simple: el proceso no ofrece garantías mínimas electorales ni la suficiente credibilidad para que los resultados sean verdaderamente legítimos. ¿Les suena? Ese mismo argumento, hoy tan real y gigantesco como el tamaño de un tepuy, el antichavismo lo usó irresponsablemente, sin presentar una prueba de peso, para desacreditar al CNE en los últimos 20 años y así no admitir sus múltiples derrotas electorales.
Sorprendentemente, esa misma narrativa falaz: “Las elecciones no son creíbles y legítimas”, con la que el antichavismo justificó la ola de violencia y caos como “método de lucha” para oponerse al Gobierno, hoy es una realidad en su propio patio. Tanto es así que puede señalarse que para las primarias realmente no existen “condiciones” para votar. Internamente, ellos saben que no será una elección “libre y justa”.
Y no lo dice este columnista. El primero que lo dijo fue Rafael Arraiz Lucca, exintegrante del comité organizador, quien renunció en junio pasado alegando que sin el CNE y sus centros electorales “es imposible hacer unas primarias”. En la composición del comité organizador de las primarias, Arraiz Lucca representaba a la academia, algo así como uno de sus “notables” a los que ellos le gusta venerar. Él era el encargado de asumir la presidencia de la organización de las primarias, en caso de que Jesús María Casal (actual presidente) abandonara el cargo.
Arraiz renunció cuando los organizadores escogieron la votación manual, lo cual significaba el regreso del “acta mata votos”, el sistema de la IV para cometer fraude electoral. También, por esa misma razón, renunció la flamante vicepresidenta de las primarias, María Carolina Uzcátegui, quien en una misiva ratificó que “no existen las garantías necesarias con el proceso de voto manual” para que los resultados reflejen “la voluntad de los venezolanos”. Uzcátegui (que representaba en el comité organizador los intereses de Fedecámaras y Consecomercio) dijo que luce cuesta arriba cumplir con los centros de votación prometidos. También dejó por escrito que la oposición no ha sido “sincera” con los votantes en el exterior.
Tanto la renuncia de Lucca como de Uzcátegui marcan una nítida distancia con el proceso de primarias. Pareciera que no quieren ser vinculados con un posible nuevo atajo de la oposición venezolana, que nada tendría que ver con elegir un candidato en primarias. De hecho, Uzcátegui en su carta de renuncia recordó que había aceptado el cargo porque cree en “la vía electoral como el único medio de expresión política para lograr el cambio”. Luego de esa frase escribió: “En vista de lo anterior (...) hago formal la renuncia a mi cargo”.
Y si quieren algo más explícito, Uzcátegui manifestó que le duele asumir que las primarias “están siendo utilizadas por intereses que hoy juegan a enrumbarnos por proyectos personales”.
La confesión de Uzcátegui se respalda con la decisión del comité organizador de desechar la asistencia técnica del CNE, a pedido de un peligroso sector de la ultraderecha que, tras bastidores, defiende a rabiar el asalto al poder con una postura “no electoral” y “no dialogante”. Se trata del sector antiCNE que encabeza María Machado, conocida por solicitar invasión militar extranjera y más sanciones en detrimento de la calidad de vida de los venezolanos. En plena campaña electoral, ese sector por ahora cuida las formas, pero aún mantienen la conexión extremista con sus seguidores diciéndoles que llegarán “hasta el final”.
Así las cosas, las primarias ya no lucen como un simple evento para elegir un candidato presidencial opositor. A estas alturas se asemeja a un vehículo de confrontación con el Ejecutivo para que un sector extremista de la oposición reedite un nuevo escenario de desestabilización y violencia que inevitablemente golpee, aún más, la aporreada economía nacional. Arraiz Lucca, de la “notable academia”, no quería esa tacha en su hoja de vida. Por su parte, Uzcátegui (de las filas del sector comercial) tampoco quería salir salpicada. Sus amigos de Fedecámaras y Consecomercio no se lo perdonarían.
Este panorama explica por qué el partido UNT de Manuel Rosales desestimó por completo las primarias. El candidato que inscribieron para guardarle el puesto a Rosales, lo retiraron sin una pizca de preocupación. Al igual como ocurrió en víspera de las elecciones presidenciales de 2006, el gobernador del Zulia espera pacientemente la definición del candidato opositor por “consenso”. En ese momento pondrá en juego todo su capital político. Capriles también espera su turno. Sabe que no ganará las primarias y que su inhabilitación le impide inscribir su candidatura de forma independiente. Sin embargo, quiere aliarse con el candidato antichavista del “consenso de Washington”. Evita que esta vez lo dejen por fuera, como lo dejó Guaidó con el desfalco del interinato.
Por lo demás, la legitimidad de los resultados de las primarias será nula. Si se realizan, será como aquella consulta imaginaria del 2020 convocada por Guaidó, en la cual luego dijeron que “votaron millones”, aunque ni ellos mismos se lo creyeron.
Manuel Palma