05/08/2023.- Israel es un típico Estado burgués pronosticado, sujeto a revelaciones y mandatos divinos de las Sagradas Escrituras, que se sostiene con la doctrina del sionismo como la máxima aspiración nacional del pueblo judío. Es un hecho que ese Estado está ejecutando, desde 1948, un cruel holocausto contra el pueblo palestino, en flagrante violación a los propósitos y principios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), contenidos en su Carta. Para Israel, las resoluciones y acuerdos estampados en el Consejo de Seguridad de la ONU a favor de la creación de un Estado binacional israelí-palestino siempre fueron considerados inoperables por Israel. Sus intenciones eran las de acogerse al eufemismo de la "tierra prometida" para imponer un Estado único de judíos, despoblando a Palestina de sus habitantes originarios con el empleo del terror, la amenaza y la guerra.

Con la ideología sionista, el Estado de Israel, en la década de 1940, empezó a formalizar la alianza con el imperialismo norteamericano para posicionarse aún más con supuestos derechos especiales sobre Palestina. Esto trajo sentimientos y reproches múltiples entre los palestinos, que siempre habían vivido con los judíos israelíes en mutua conciliación. En el primer acto bélico contra los palestinos en 1948, Israel obtuvo una victoria militar porque sus Fuerzas Armadas eran superiores, lo que les permitía recibir considerables ayudas financieras de Occidente para adquirir armas o recibirlas directamente, en específico, las más modernas.

Ni la larga y oprobiosa campaña de actos terroristas contra los árabes —y no árabes— ni la amenaza que representa el potencial militar israelí —incluido su componente de misiles nucleares, antes que nada—, sino aquellos presentimientos ideológicos y políticos que han determinado la belicosidad de las mafias del poder sionista son los que siguen prevaleciendo. Las armas israelíes siempre las ponen en acción contra los palestinos. Los sionistas, desde el punto de vista de la política práctica, consideraron a Palestina una "tierra sin pueblo" a la que había que tomar a como diera lugar en contra de la voluntad de la mayoría árabe palestina que existía en ese territorio. Entonces, ¿qué?, ¿no había pueblo?

Mientras tanto, Palestina sigue asediada por aquellos que convirtieron a los israelíes en rehenes de una política de muerte. Menos mal que la humanidad tiene hoy un conocimiento objetivo de lo que está sucediendo en Palestina. Por ello es imprescindible esclarecer aún más y propagar la esencia de la política de genocidio de la población palestina practicada por las autoridades sionistas. Es hora de acabar con los mitos de un juicio final para Palestina y dar por terminado el conflicto entre ambas naciones, que se ha alargado injustamente. Esto, en pro de la paz y la seguridad internacionales para la creación de una esperada prosperidad mundial.

J. J. Álvarez