Cita con la Actualidad/ “Ciudad CCS está llamado a persistir”
El periodista Rubén Wisotzki reflexiona sobre este periódico cumpleañero y el periodismo
09/08/23.- Son años de lucha, planificación y reinvención los que han forjado al diario Ciudad CCS, ya que muchos han sido los retos que ha enfrentado este medio de comunicación a lo largo de su historia. Para esta edición especial de aniversario, en Cita con la Actualidad, nos reunimos con el periodista Rubén Wisotzki. Él ha estado presente desde el nacimiento de este medio, presenciando toda la evolución que Ciudad CCS ha atravesado.
—¿Cómo le pareció la iniciativa de crear Ciudad CCS en el marco de la situación política y comunicacional que había a finales de la primera década del siglo XXI?
—La historia de la Revolución Bolivariana nos fue enseñando, sobre la marcha, después de tantos eventos, que al proceso revolucionario le faltaban medios de comunicación, porque un sector del país era el que solía darnos las noticias que acontecían a nivel nacional e internacional. Pero no fue hasta mediados de 2009 que Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas en esa época, tuvo la brillante idea de fundar un periódico donde las comunidades dieran a conocer sus inquietudes y de alguna manera pudieran tener voz. Entre otras cosas, este periódico también se pensó como un medio que ayudara a hacer eco del mensaje de nuestro periodista estrella, un gran vocero y comunicador como era el caso de Hugo Chávez.
Esa idea, ese entusiasmo, ese ánimo, ese proyecto se le entregó a Felipe Saldivia y a Ernesto Villegas, y ellos convocaron a una serie de periodistas a que los acompañasen a la discusión de lo que debería ser y cómo debería ser ese medio impreso. Fue el entusiasmo de un grupo de personas que aceptaron la inquietud, y así empezó a erigirse este medio de comunicación. Fíjate tú, voy a poner una piedra en el camino, podría haberse insinuado como alternativo, pero que luego –quizás como precepto, pero no como concepto– se posicionó con gran fuerza, lo cual indica que fue todo un acierto el entusiasmo y el proyecto en sí, que eso cogió un vuelo sumamente hermoso y extraordinario.
Si hay algo que simbolice la necesidad de que existiera Ciudad CCS, fueron las grandes colas que se hicieron en este bulevar los días de publicación o de aparición del medio. La gente, creo que aquí hay un clic importante, captaba o empezó a captar que lo que se decía en los grandes medios, como El Nacional, El Universal, entre otros, no era toda la verdad, no era verdad, o había más, o había mucho más qué saber y había mucho más qué decir, Ciudad CCS vino a llenar ese hueco, ese inmenso hueco que había. Luego yo no pude seguir la historia, porque la historia la escriben los abnegados y yo no estoy en el grupo de los abnegados, abnegada es Mercedes Chacín, abnegado es Ernesto Villegas, abnegado es Felipe Saldivia, con sus diferentes matices, maneras diferentes de ser, pero a mí la abnegación me llegó cuando me dijeron que ya salía el periódico y yo tenía la primera guardia sábado y domingo, y ahí la abnegación se mudó, me di cuenta de que lo mío no era la abnegación. Dije: “No puedo”, y ellos siguieron, afortunadamente hay gente abnegada y hay gente anegada, yo soy de los anegados, pero no negado.
—¿Cree que Ciudad CCS se mantiene fiel a los principios que le dieron origen a su creación?
—Creo que Ciudad CCS, como medio de comunicación, ha sabido cabalgar, encajar en la voz colectiva que necesitaba cada una de las circunstancias que se le ha presentado en el camino. Obviamente, se reconoce que ha habido fallas y se han cometido errores a lo largo de su trayectoria, porque al final de cuentas el que hace Ciudad CCS es el pueblo. Eso es interesante porque en medio de sus circunstancias y adversidades, ha estado a la altura, logrando de cierta manera encajar en la línea discursiva que ha permitido comunicar información de la manera más objetiva, transparente y oportuna a sus lectores. Mientras que otros grandes consorcios periodísticos sólo han respondido y responderán siempre a intereses privados; es decir, responderán a un holding, a familias, a las venas, a la sangre o simplemente a intereses económicos... Ciudad CCS realmente responde a los intereses del pueblo, y no podía ser de otra manera. Este es un periódico que siempre ha estado a pata de mingo, a boca de jarro de ese gentío que va del bulevar Gradillas para arriba y para abajo. Es demasiado evidente la armonización de lo que se dice acá y lo que pasa afuera, repito, con sus errores, con sus a veces destiempos, desincronizaciones, pero en su gran recorrido, hay que ser justos y reconocerle que ha apuntado hacia donde ha indicado el discurso de la mayoría.
—¿Cuáles son los retos de los periodistas y de los comunicadores sociales en tal sentido?
—Mi posición respecto al tema es muy conflictiva, porque yo creo que la comunicación está cruzando un umbral y al cruzar el umbral, el sujeto, la persona comienza a transformarse en otra cosa. El sujeto atraviesa un cambio atmosférico, espiritual, incluso arquitectónico. Entonces supongo que el periodismo está en ese umbral. Venimos de una manera de hacer periodismo, necesaria e indefectiblemente debemos ir hacia otra manera de hacer periodismo, la pregunta es ¿cuál es esa manera?, detectar eso, ¿en cuál periodismo?
Yo todavía no puedo vislumbrar qué tipo de periodismo es necesario, sí sé que no podemos estar 40 o 50 años más guiándonos por las mismas premisas del quehacer periodístico que nos orientaba medio siglo atrás. Con todos los cambios que han pasado de ese entonces hasta este, algo tenemos que hacer, algo tenemos que inventar, algo tenemos que reenfocar, algo hay que rediseñar nuevamente, creo en eso. Fíjate tú que el señor César (Alvarado), la señora Mercedes (Chacín) y mi persona, pertenecemos a lo que se llama la “Generación Bisagra” y te preguntarás: ¿qué es una Generación Bisagra? Es aquella que creció sin un aporte tecnológico a su lado, a diferencia de las nuevas generaciones que, junto con el chupón, crecen con un teléfono en las manos y ese único ejemplo basta para saber que César Alvarado y yo tuvimos que hacer un soberano esfuerzo, para llegar del lápiz y papel a esta nueva herramienta tecnológica, a este nuevo sistema de información. En ese esfuerzo se nos han ido –culturalmente– muchas cosas. Esto es un cadáver (señala el libro que lleva con él), que no tiene sepultura y está más cercano al fetiche que al real uso. Esto empieza ya a ser una suerte de “me voy a poner un collar de huesos de jabalí”, empieza a ser algo como un detalle personalista, ya no es necesario esto.
—Podríamos afirmar que: Los medios están transformando los principios del periodismo, la búsqueda de la verdad…
—Esta es mi propuesta. Antes, cuando no existía estas cosas (señala su teléfono), y con “estas cosas” también hago referencia a las computadoras, nosotros usábamos máquinas de escribir con triple copia de carbón, eso se ponía en un rodillo y una máquina de escribir manual y el papel carbón copiaba lo que uno escribía. Uno retiraba el rodillo, sacaba el papel carbón y quedaba una copia, que era para ti, otra era para el jefe de información y otra era para el corrector.
Nosotros venimos de ahí, de esa caverna y de golpe salimos y nos encontramos con que yo puedo levantar un hecho noticioso desde mi casa, sin salir de ella, a través del teléfono, es un esfuerzo cambiar ese “chip” complejo. Mercedes preguntaba por la verdad y antes existía un discurso de la verdad y uno debía amoldarse a esos discursos de la verdad. Cuando uno llegaba a la casa o se reunía con los amigos, uno sentía que esa verdad sí existía, pero se consideraba la existencia de otras verdades, pero que no eran evidentes.
Tales verdades estaban como solapadas, escondidas, entre las grandes minorías, entre todas las vertientes, todas las modalidades, todas las nuevas miradas, todos los nuevos enfoques. Ahora existe la capacidad de demostrar que no hay una sola verdad, sino que está tu verdad y la verdad de una infinita cantidad de personas. Ahora bien, me pueden decir: “Ah, pero si eso es así, cada quien carga su verdad y vamos al libre albedrío, es decir, cada quien por la suya”. No, obviamente no, pero hay verdades como la desconsideración a los desposeídos, a los que menos tienen. Esa verdad es multitudinaria, es común, es de millones de personas, los grandes poderes fácticos ocultaban esa verdad, no la hacían ver, la negaban, la ponían en discusiones infértiles. De ahí vienen los grandes movimientos sociales en nuestra sociedad contemporánea como, por ejemplo, El Caracazo, la verdad estuvo ahí, la gente estaba pasando, el hambre estaba ahí.
Desde esa perspectiva, bienvenida sea la tecnología, pero así como sale el sol, sale la luna. También es verdad que esto abre el arte de la comunicación, de tal manera que hay una tendencia a desorientarse, a confundirse o a perturbarse, y así como nosotros tuvimos que lidiar con ello, ustedes, las nuevas generaciones, van a tener que lidiar con estas circunstancias de que un chamo de estos momentos esté con capacidad de acción y reacción en las redes sociales, esté lanzando una mentira, y que lo está haciendo multiplicar en la ciudad muchísimo más rápido que lo pueda hacer Ciudad CCS, porque ese muchacho que está echado en su cama resulta que es un influencer, es “una persona de influencia”, que tiene un mayor poder influenciador que los demás, y tiene la capacidad de llegar a la verdad, tiene la capacidad de hacerte ver a ti y a millones como tú de que esa verdad es una verdad.
—¿Usted cree que las herramientas comunicacionales que han servido como armas para atacarnos, podemos utilizarlas a nuestro favor?
—Claro que podemos utilizarlas a nuestro favor, pero perdemos mucha energía. Se pierde mucha energía luchando contra la mentira; es decir, esa energía podría ser usada en decir la verdad, qué paradójico, es violento, pero es así. Perdemos mucho señalando dónde está la mentira y eso nos quita aire, el espacio, el tiempo y la disposición para decir cuál es nuestra verdad.
—¿Qué visión tiene del formato digital que actualmente posee Ciudad CCS?
—Creo que es un parto, estamos quizás en el cuarto o quinto mes. Estamos en una selva de sensaciones, de atmósferas, creo mucho en la atmósfera, creo que los grupos tienen que construir su atmósfera. Considero que el Internet, el periódico digital, tiene que construir su atmósfera, y ¿la atmósfera qué es?, es una cantidad de cualidades y singularidades que representan a una cantidad de personas determinadas para estar en armonía con algunas cosas. Pasar de lo físico a lo digital no es sencillo para muchas personas, pero el deber de uno está en la creación de la atmósfera. Al impreso no vamos a regresar, porque sabemos que estamos acabando con la naturaleza. Vamos a poner un ejemplo rápido, estamos acabando con los pulmones vegetales, sabemos que cada vez hay menos, el calentamiento global está aumentando más la temperatura y entonces cuando yo voy a la librería y digo dame un libro, me duele el árbol que costó ese libro, muchísimo me duele, pero claro respeto y me callo la boca porque quién soy yo para juzgar si es necesario el libro o no, pero pienso en el árbol, porque si no hay árboles no vamos a estar nosotros.
—¿Qué opina de que una máquina esté en la capacidad de escribir noticias?
—Todo es válido, me gustó mucho la posición de la ministra Gabriela Jiménez, donde habló de una inteligencia artificial que no es la que nosotros y los grandes poderes económicos nos hacen ver, sino que hay un plan B, y la inteligencia artificial tiene su plan B. Puede ser una hermosísima y gran herramienta a favor de nuestras necesidades, además porque la inteligencia artificial, al igual que las tecnologías, que es un aparato tecnológico, no va a desaparecer.
Recordemos que ese fue el mismo proceso de decantación que vivieron otras herramientas, quizás ustedes no la vivieron tanto como nosotros, en el caso de Wikipedia, cuando nació como herramienta de consulta era un espanto, y tenía errores que un mortal común podía darse cuenta. Fueron tantos los errores que el dueño de Wikipedia tuvo que abrir un editor, se editan y se complementan los textos porque él mismo se dio cuenta. Ahora, 25 años más tarde. Es una herramienta fabulosa, tiene pocas disonancias, y con la inteligencia artificial nos va a pasar exactamente lo mismo. ¿Qué hablamos nosotros de esto? Que tiene que haber unas pautas. Antes había lugares que te pedían entregar los teléfonos en la entrada y no estoy hablando de centros de convenciones que se tiene que prestar atención a una persona, no. Restaurantes en el que el ruido del teléfono molestaba a los comensales y se generó un estar bien y un estar mal; hoy día, el arrebato por esta tecnología es tan bravo, que el sitio de diversión o de encuentro que te prohíba el uso teléfono, quiebra. Pero yo iba a lugares cuando los celulares eran llamados ladrillos, en los que mi pareja tenía la obligatoriedad de entrar y dejarlo en un canasto, como si fuera un armamento, y le daban una tarjeta, ahorita eso se acabó. Poéticamente, románticamente, te recomiendan: “esto no es un lugar para hablar con la tecnología, sino con el otro”. Esas recomendaciones siempre son buenas, son sanas y son chéveres, pero es imposible por la necesidad de comunicarnos. Tengo una anécdota y la refiero siempre, mi abuelo era alemán, vivió 101 años, mi abuelo a los 98 años aún andaba en bicicleta estando en Alemania, nosotros vivíamos en una montaña, mi abuelo Kurt trabajaba a 8 cuadras de nuestra casa y pernoctaba allí con nosotros. Una noche, a la una de la mañana mi abuelo fue en bicicleta a mi casa bajo una nevada, cuando abrió la puerta mentó la madre en alemán, porque encontró a su nuera, o sea mi mamá, conversando animadamente por teléfono, él intentaba llamar para que lo fueran a buscar y estaba nevando, se cansó de llamar, y se fue a nuestra casa, mi abuelo Kurt lanzó una gran frase dijo: “los hombres no están nunca preparados para el alcance tecnológico al que llegan”. Es decir, el invento, el teléfono, nos quedaba grande, porque el teléfono en primera instancia se usaba y se debía usar para casos muy puntuales, no por la necesidad de comunicarse, sino para avisar cosas, dar informaciones y mi madre estaba hablando era de la vida.
—A propósito de lo que acaba de expresar, ¿qué cambios propone usted?
—Bueno, yo dije que se necesitaba otro periodismo y que si me preguntaba ¿cuál era?, ese era el tema. Yo creo que las propuestas pasan por el sujeto, cuando tú hablas del sujeto, el sujeto está atado, unido a algo. Luego del sujeto lo más cercano que tienen en la vida es el objeto y filosóficamente el objeto pasó de ser algo inerte, ahora también tiene un ser sujeto que también es algo y también tiene una manera de comunicarse con nosotros, se les imprime sentimientos a los objetos. Lo que nos falta es que sepamos transformarla no en un gran aparataje, sino en una cosa que es ya inherente a nuestra vida. Nos falta superar etapas, por eso hablaba de partos, porque estamos en el pase de que el teléfono sea tan importante como unos lentes. Usamos lentes para mejorar la visión y lo aceptamos como algo común, pero la lógica es en el fondo para verte mejor o para verte como mereces que te vean, estamos en ese pase de asumir con conciencia, porque eso también es orgánico.
Yo creo que los que estamos aquí perderemos la vista con el uso del teléfono, el hombre y la mujer del futuro no tendrán ese problema, porque se adaptarán generación tras generación a que los aparatos tecnológicos le resultan parte de ellos mismos, quizás tu bisnieto ya venga preparado con esos órganos visuales, habrá evolucionado. Hay un mundo que está desapareciendo y ahora tenemos dos alternativas, me espanto o intento ver cómo me muevo desde ese contexto. Creo que una revolución que procura mover tantas cosas desde lo subterráneo hasta la superficie, está llamada a dialogar de manera sana con esas cosas que aparecen tecnológicamente y usarlas en su beneficio. Quiero citarles un extracto de un autor peruano llamado Alfredo Bryce Echenique, que escribió un libro que se llama Una historia para Julius, él escribió lo siguiente: “Yo sé que usted cree, que comprende lo que piensa que acabo de decir, pero no estoy seguro de que usted se haya dado cuenta de que lo que acaba de escuchar no es lo que yo quería decir”. A la hora de comunicarnos uno tiene la sensación de que está siendo meridianamente claro en el mensaje. Desde mi opinión, debemos partir de la premisa que en muchas ocasiones hay un quiebre, que no lo estamos viendo, pero que está ahí, porque lo dialógico, lo que yo diga dependerá siempre de que cobre sentido si tú lo recibes como yo te lo quiero dar.
—¿Cómo ve a Ciudad CCS de aquí en adelante? ¿Qué retos le esperan en la interpretación de esa nueva forma de periodismo?
El diario digital Ciudad CCS está llamado a persistir, con este equipo, sin este equipo, con estas personas, sin estas personas, yo creo que hay un fin, de un modo de comunicar. El persistir tiene un contenido poético de continuar, de estar ahí, de seguir, de no parar, un reconocimiento especial a Mercedes Chacín. Me enorgullece haber estado en más de una crisis de este medio, me he dado cuenta cómo Mercedes además del desvelo que le provoca, busca la manera de mantener viva el alma de la persistencia y también personas de este grupo a las cuales reconozco. Yo me contento de que hayan persistido junto con ella, que la hayan acompañado en esa persistencia, porque pienso que no nos queda otra. Una revolución no es insistir, es persistir, es el ánimo de saber que tienes que continuar, la persistencia es una victoria en sí.
CIUDAD CCS / FOTOGRAFÍA: JAVIER CAMPOS