Estoy almado | Falsos principios
Un reporte sobre el programa de Gobierno presentado por el antichavismo
13/08/2023.- Uno lee los fulanos “Principios Comunes del Programa de Gobierno” opositor, firmados por los precandidatos presidenciales inscritos para las primarias, y no deja de sorprenderse de la narrativa falaz que propugna el antichavismo para mimetizarse en presuntos salvadores de una crisis multifactorial, en la cual ellos son corresponsables públicos y notorios.
Esos “principios” son como un intento de lavarle la cara a una oposición, que durante los últimos años metió al país en la terrible aventura de la violencia y la inestabilidad política, y ahora se presentan como si no tuvieran responsabilidad en lo ocurrido.
En ese contexto, hablan de “avanzar hacia una reconciliación con libertad”. Es como si alguien le pone los ojos morados a su pareja a fuerza de puñetazos; lo hace sistemáticamente día y noche, por años; pero luego se queja porque su víctima, aún con ojeras entre oscuras y verdosas, no lo perdona ni le permite concretar la “libertad de reconciliarse”. Es la lógica del agresor/victimario que se presenta como la eterna víctima. Lo vemos cuando precandidatos como Capriles o María Machado se quejan porque sectores de la población los rechazan, y entre empujones les recuerdan las guarimbas que ellos justificaron, así como el bloqueo que pidieron o sus llamados a una intervención militar extranjera. Lo más insólito es que los precandidatos llegan a decir que la gente, víctima de sus desmanes, está llena de “odio”.
Por si fuera poco, uno de los principios suscritos por estos precandidatos señala la “afirmación de la primacía de los derechos humanos”, los cuales, por cierto, han sido criminalmente violados por efecto directo de las sanciones que ellos mismos rogaron que se aplicaran contra el país, y que hasta la fecha, no han exigido que se levanten o se deroguen. Todo lo contrario: guardan silencio cómplice y algunos, como María Machado, exigen que se mantengan, a pesar de que la Relatoría de la ONU pide que se eliminen por el “efecto devastador” en la calidad de vida de la población. Pese a eso, todavía dicen, en otros de sus principios comunes, comprometerse con la “mejora de las de las condiciones de vida de los ciudadanos”. Algo así como “te hago daño, te golpeo, pero no te preocupes, yo te salvaré”.
Otro principio, que supuestamente regirá el programa de Gobierno del candidato antichavista, habla del “reconocimiento de la diversidad de intereses dentro de una sociedad pluralista”. Es contradictorio que lo subrayen como uno de sus lineamientos, porque es evidente que ni ellos mismos se soportan en medio de tantas oposiciones variopintas, guiadas por intereses personalísimos. La mayor prueba de discriminación hacia lo distinto es que, permanentemente, entre ellos se intentan acusar de ser “chavistas infiltrados”. De cualquier acto público o declaración, ellos intentan levantarse falsos positivos para perjudicar al otro por pensar distinto.
Por otro lado, mencionan que defenderán la “reinstitucionalización del poder público como meta”. Este punto, sin duda, es una ofensa a la inteligencia y a la memoria de los mortales comunes que viven en este país. Pero aun así, ellos no tienen empacho en dejarlo plasmado en sus directrices. Recordemos que fue la oposición venezolana la que promovió una enorme crisis entres poderes públicos cuando utilizaron en el 2015 la Asamblea Nacional en desacato como vehículo de choque y caos contra el resto de las instituciones del Estado. Y, por si fuera poco, uno de sus diputados se autojuramentó en una plaza pública como “presidente encargado”, creando una falsa dualidad del poder público que dejó impunidad, robos de activos del país en el exterior y daños a la dinámica institucional del Estado-Nación. Aunque intenten jugar al olvido, es menester indicar que la mayoría de los actuales precandidatos antichavistas apoyaron esos golpes a las instituciones públicas. De hecho, la precandidata Machado lo sigue haciendo públicamente, al desconocer al CNE como ente rector encargado de organizar elecciones. Entonces, ¿a qué se refieren con “reinstitucionalizar el poder público como meta”?
Los descritos son algunos de sus “principios comunes”. Porque, además, tienen un apartado de “valores” que, según dicen, defenderán como aspirantes presidenciales. Uno de ellos es el “respeto a la soberanía popular”, lo cual es cínico que lo incluyan entre sus objetivos, porque ellos antes de ser precandidatos nunca han dado muestras de defender la soberanía. Es más, intentaron violarla flagrantemente cuando apoyaron y promovieron en el 2019 el intento fallido de invasión por Cúcuta, disfrazado de “ayuda humanitaria”. O cuando pidieron la intervención militar invocando el TIAR. O cuando la falsa embajadora de Guaidó ofreció entregar el territorio Esequibo al Reino Unido a cambio de que el interinato recibiera más dinero. ¿De cuál soberanía hablan?
Lo peligroso de estos seudoprincipios y valores es que, a pesar de ser falacias, pareciera que los propios precandidatos se lo creen sin desparpajo, en una suerte de amnesia selectiva autocomplaciente, que les permite convertirse en figuras impolutas de la vida política nacional, libres de asumir responsabilidad alguna por los desmanes y daños perpetrados en contra del país, de la economía y de la población.
Manuel Palma