18/08/2023.- Cuando llegó mi hermanita querida, Marla Muñoz, a la mesa donde escuchaba con el camarada Jesús Arteaga unos cuentos buenísimos de Diógenes Carrillo, y comentó que acababa de ver a Diego Silva, me paré de inmediato a abortar lo que podría convertirse en una pequeña culebra por una promesa incumplida.

Para labrar el terreno debo decir que soy un admirador impenitente del combatiente Diego Silva, no solo por sus méritos revolucionarios y sobre todo musicales, sino por haber tenido una novia muy linda, que tocaba el chelo y él, su violín. Serían los años 70 y nos tocó compartir muchas historias.

Debo agregar que no estábamos en un bar, érase el velorio de nuestro amigo Julio Escalona en la funeraria Vallés. Lo encontré en la barrita de los cafés, y el saludo mordaz fue: “¡Oye, Humberto, qué buen artículo!”, con mi risita nerviosa para estas circunstancias solo pude balbucear: ”¡Uy, hermano, ven y te cuento!, sucedió que cumplí años y quise escribir una nota sobre mis 70, se me cruzaron los cables con la década de los 70 y me quedé pegado. Llevo como 10 semanas contando historias, pero mira lo que voy a hacer, voy a hacer un paréntesis en mi saga, y voy a publicar tu nota porque me parece importante que obtuvieras un premio compitiendo con chinos, en su propio territorio, y otros compositores del planeta”.

En un velorio anterior me contó de un premio en China, y yo gentilmente le dije que escribiría una nota al respecto, no antes sin advertirle que no quisiera que pasara algo como la vez que le prometí, en una noche de tragos, una entrevista a Alberto Naranjo, el trabuco venezolano, al fragor de las emociones al conocer que Rafael Fuentes jr. había puesto un artículo mío en la carátula de su segundo o tercer disco, así que lo cité al día siguiente en Juan Sebastián Bar, o quién sabe a cuál sitio, y a mí se me olvidó la vaina y Alberto debió morir arrecho conmigo, porque confieso con vergüenza que nunca más me dirigió la palabra, siendo yo fanático de su madre, Graciela Naranjo, y de él. Siempre lo comprendí, y desde entonces evito hacer promesas de borracho.

Pero la de Diego no fue tal, fue en aquel otro velorio, en la funeraria vecina de mi casa, la de Los Caobos, era mediodía, y he convenido con mi hija Ligeia que solo bebo después de las 5 de la tarde, así que ni pendiente, pero el destino sí sabía que no habría de cumplir la promesa hasta el día de hoy.

Aquella media tarde, partida por la mitad, me contó Diego una historia singular, compitió en el Concurso Internacional de Composición Foshan 2022 en China, fueron 62 obras de 25 países y de los seis continentes. El 31 de diciembre se llevó a cabo el concierto final entre los 10 premiados, y Diego se alzó con el tercer lugar con su obra Jazzing with the Dragon. Fue el único occidental del cuadro de honor final.

PD:
Ante la pregunta de Arteaga sobre la polémica del Sistema Nacional de Orquestas, Diego nos dio una clase magistral, incluyendo la música europea y la nuestra, con una serie de datos sobre música cañonera y otros géneros de este lado del mundo que nos dejaron impresionados. ¡De pana que es admirable este compositor!

Pero no me voy sin hablar del cuento más jocoso de Carrillo (buen cantante, por cierto) del amigo que le pedía que le acompañara al 23 de Enero a llevarle una serenata a su joven novia. Por lo candelosa de la zona, Diógenes se negaba, hasta que un día para quitarse el sambenito de encima aceptó y fueron.

Todo iba muy bien hasta que llegaron al bolero Vieja luna de Orlando La Rosa y se oyeron seis disparos y un grito: "¡Con el coño de tu madre es que te vas a escapar!..." Total, todos a correr. Cuando estuvieron a salvo, Diógenes le dice: "¡Carajo, te lo dije!...". Y uno de los músicos, vecino del barrio, casi muerto de la risa, acotó:

—¡Qué bolas tienen ustedes!, cómo van a cantar: “Quiero escaparme con la vieja luna / en el momento en que la noche muere… ". 

—¿Por qué? –preguntaron todos al unísono!...

A lo que el músico contestó:

—¡Es que la esposa de tu suegro se llama Luna!... jajaja.

Humberto Márquez