Tinte polisémico | Decolonizar las políticas 

25/08/2023.- Cuando una opción política accede a las instancias de poder por los mecanismos legales y electorales, y se convierte en gobierno, llega el momento en que el colectivo que le legitimó, le reta a demostrar y a calibrar sus capacidades, como el encargado, no solo en términos jurídicos constitucionales, sino también como el gran gestor, el responsable de atender sus demandas como población de un país, en términos de bienes, servicios y actos de regulación.

El modelo político territorial al cual se orienta la República Bolivariana de Venezuela, se direcciona en la conformación de un Estado comunal, cuya soberanía se expresa y se materializa en las entidades territoriales y de Gobierno elementales que lo constituyen: las comunas. Su “sur” se definirá por las comunidades con sus dinámicas y especificidades socio, políticas, culturales y económicas, asentadas y distribuidas en la totalidad del territorio. Una geografía humana en función del buen vivir.

No resulta una tarea sencilla la comprensión, ni en el plano teórico ni en el práctico, el trascender los niveles y estructuras políticas territoriales tradicionales: nacional, estadal y municipal. Se trata de un nuevo esquema organizativo de la sociedad. Se plantea otro modelo: ¿Cómo debe gobernarse en el sur global, sí hemos comprendido que, bajo el esquema del sistema capitalista no se hace sustentable el planeta y, en consecuencia, tampoco la permanencia de la vida, en condiciones dignas para los seres humanos?

Implica primeramente concebir y aplicar un nuevo paradigma de lo político, en lo que concierne, a cómo deben desarrollarse las fases o etapas de la implementación de una decisión pública, lo cual involucra tomar la aventura de un giro de naturaleza decolonial.

Ese cambio de enfoque en lo que se refiere a la gobernanza, consistiría en, que en la fase de evaluación de una decisión adoptada, además de considerar los aspectos de tipo cuantitativo y cualitativo, no se debe atender a una perspectiva “unidireccional”.

El ente gubernamental que aplica y desarrolla una política, sobre una determinada colectividad (por ejemplo: la representada por un consejo comunal) y que le considera como un objeto pasivo, simple receptor de la medida, como una población objetivo, debería internalizar, que ese colectivo, también es un sujeto, que se comporta y también ejerce acción política.

En consecuencia, de la sociedad civil también surge una respuesta, es decir, el accionar gubernamental es “bidireccional”. En otras palabras, quien puede definitivamente evaluar, cuantificar y cualificar, cuál ha sido el verdadero “impacto” de la decisión adoptada, es la colectividad beneficiaria de la política pública.

La percepción del grado de modificación, o el nivel de solución logrado sobre la problemática o la situación de conflicto que se pretendía atender, a través de la decisión que ejecutó un ente público en particular, solo puede ser objetiva y subjetivamente valorada y calificada, por la gente que recibió el efecto de ese accionar gubernamental.

Son las comunidades de personas las que demandan la satisfacción de sus necesidades sociales, económicas, políticas, culturales e informativas. No es desde los despachos burocráticos que se considerará si la adopción de un curso de acción solventó plenamente el requerimiento de los gobernados. Tiene que ver con la expresión: gobernar obedeciendo, ese es el ministerio del servicio público.

Subyace éticamente que los gobiernos se deben a la gente, y quizás esto explique, por tanto, la actual tendencia en la Administración pública del surgimiento de observatorios para poder medir, conocer y determinar la calidad de la educación, la salud, la ciencia, la seguridad, servicios básicos, recreación, entre tantos otros aspectos.

Resulta un imperativo para el aparato burocrático de un país, saber y constatar, acudiendo a la fuente de su propias colectividades nacionales, si estas sienten y confirman satisfacción como gobernados, si sus expectativas y demandas están siendo satisfechas en todas las dimensiones como pueblo.

Héctor E. Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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