Retina | Linchar

28/08/2023.- No se ofenda por la pregunta, pero ¿se ha percatado usted de cuánto disfrute puede llegar a sentir mientras participa en el linchamiento digital de alguna persona?

Quizá no concuerde con la palabra disfrute para describir lo que se siente mientras se apedrea digitalmente a alguien. Normalmente se participa del acto lapidatorio porque se tiene la convicción de que el blanco del linchamiento es totalmente culpable y ha hecho uso de alguna forma de superioridad y ventaja. Su víctima o sus víctimas, en cambio, eran más débiles, más nobles y más inocentes.

Esos son los ingredientes necesarios para que ocurra el linchamiento. En nuestra mente se ha formado un abismo que no nos permite percibir ningún rasgo de humanidad en el objeto al que agredimos. Se trata de una cosa distinta, una suerte de animal fuerte, cobarde, cruel y dañino. El linchamiento suprime la justicia, quien vamos a linchar no tiene dignidad para merecer justicia.

Si bien involucra las más nuevas y altas tecnologías, el linchamiento digital requiere de la energía que portan las prácticas más primitivas e irracionales que pueda mostrar la humanidad. Es un tipo de caza en grupo, pero no la cacería para alimentarse, es la del exterminio de alguna forma de vida que sentimos nos pone en peligro y que merece desaparecer con sufrimiento.

Practicamos una forma de lapidación digital, una recreación de este medio de ejecución, muy antiguo, que consiste en arrojar piedras contra la presa hasta matarla, conscientes de que una persona puede soportar varios golpes fuertes sin perder el conocimiento. Participamos de una acción que produce una muerte muy dolorosa y muy lenta.

Ignoramos que el linchamiento, irremediablemente, conduce a una inversión moral inmediata. Después de su tortura y ejecución, el victimario se ha transformado en víctima. Si antes el abuso de su poder o su superioridad había generado rechazo, el abuso de la fuerza colectiva, la crueldad y la maldad, con que se le ha tratado, han mostrado con claridad su debilidad e indefensión. Los justicieros, los vengadores, han sufrido una súbita metamorfosis. Ahora son los victimarios.

En las formas tradicionales de linchamiento eran pocos los que lograban llegar hasta el objeto del linchamiento. Mientras se asesinaba a la supuesta bestia, todos envidiaban a los pocos que lograban golpear de manera directa. Transformada la bestia en víctima, quienes no habían golpeado tenían la sensación de no ser culpables del asesinato y el conocimiento de quiénes eran los responsables de haberlo cometido.

En el linchamiento digital, en ese espacio tecnológico, todos habremos golpeado.

En la historia de la humanidad hay bastante exceso de narraciones que dan cuenta de linchamientos en los que se ejecutó a personas equivocadas o por razones equivocadas.

En el mundo digital no se disminuye la crueldad que suele tener un linchamiento, aunque nos resulte difícil medir el grado de daño que podemos causar.

Estar indignadas o indignados está de moda, de allí a linchar no hay ya separación. Pero creo que la indignación debería ser una postura que uno asume después de indagar y pensar. Indignarse es fácil y una vez alcanzada esa indignación, probablemente dejemos de pensar y comencemos actuar sin poder valorar lo que hacemos.

Si me provoca linchar, sé que soy un ser peligroso para el mundo.

Freddy Fernández

@filoyborde

 

 


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