Historia viva | El Reguetonto

20/09/2023.- No voy a hacer juicios de valor sobre este tipo de "música", cuyas melodías suelen ser "pegajosas" y con letras fáciles de aprender por el estilo repetitivo y la simpleza de las mismas, aunque con contenidos altamente tóxicos y destructivos de la dignidad humana, especialmente de la mujer y de las adolescentes. Tampoco se trata de censurar, sino de regular su divulgación.

Históricamente, se ha probado que la música es una manera sutil de transmitir mensajes doctrinarios, a veces con componentes melódicos y rítmicos que cautivan a la audiencia a la que están dirigidos. Lo probaron los misioneros españoles, especialmente durante la dominación cultural de los pueblos originarios de América en los siglos XVI y XVII, para irrumpir contra las prácticas culturales de estos. Así, los cánticos "celestiales" de la música medieval religiosa europea, como los gregorianos, abrían el camino para la transferencia del culto religioso cristiano católico que terminó por imponerse en toda América. Mientras ello ocurría, la mano de obra indígena construía iglesias y simultáneamente se destruían las culturas originarias.

No es distinto con fenómenos musicales como el reguetón, cuya divulgación masiva es financiada y promovida por un aparataje supraestructural, que —además de generar ingentes ganancias a las transnacionales discográficas como la Universal Musical Group, con varios subsellos discográficos como Machete Records y BM Records, entre otros— transitan por senderos de apología del consumo de drogas y estilos de vida suntuosos y extravagantes como imaginarios posibles de existencia. Los mismos están destinados a ser posicionados en las mentes de adolescentes y jóvenes, tal cual lo plantean los fundamentos de la guerra cognitiva.

Cuando escucho canciones de uno de los principales exponentes de esta música, como el puertorriqueño Benito Antonio Martínez Ocasio (1994) —alias Bad Bunny—, no me quedan dudas de que se trata de una pieza utilitaria discográfica de rápida caducidad, como estilan las discográficas con algunos "artistas" del "perreo". Sin embargo, lo que más llama la atención es la incapacidad —en concordancia con los más de tres millones de seguidores de este afónico amoral moderno— de articular más de cuatro palabras al hablar y al cantar. Algo muy común en la moda del reguetón, que muestra cómo se desestructura la personalidad al tener afectación cognitiva.

Detrás de estos artistas hay una maquinaria demoledora para imponer gustos a través de la radio y la televisión, pero sobre todo, en las redes sociales, que incluye la propaganda para calificarlos de "seres influyentes en el mundo" (revista Time, 2021). Lo hacen en una sociedad caótica como la estadounidense, que está penetrada por el negocio de los estupefacientes, avalados por grupos de poder económico y financiero de ese país, que promocionan estos "fenómenos culturales" como el reguetón para estimular o hacer apología del consumo masivo de drogas ilegales.

La otra cara del reguetón, que se expresa en sus letras y en su música, es la falta de estímulo a la capacidad cognitiva de los jóvenes que lo escuchan, al generar un letargo mental y, en el caso de adolescentes y jóvenes, un deterioro cognitivo prematuro que puede provocar "cicatrices" irreversibles en sus mentes. Un estudio realizado en la Universidad de Helsinki, en Finlandia, determinó que escuchar esta música fácil de recordar lleva a las jóvenes neuronas "a un estado en el que no tienen que esforzarse". Por tanto, estos adolescentes serán proclives a trastornos mentales y a emular situaciones de alto riesgo para sus vidas, por cuanto desde la promiscuidad hasta el suicidio pueden dejar resultados fatales. Los niños y adolescentes no tienen capacidad para discernir de manera madura las letras de esta "música". Así mismo, otros estudios en la Universidad de Miami, en 2013, señalan el deterioro que causa en el hipotálamo de los adolescentes —especialmente de niñas—, al dañar la capacidad de la memoria corta en aquellos expuestos con frecuencia al reguetón.

De una u otra manera, las letras del reguetón promueven el consumo de estupefacientes y denigran a la mujer, al descalificarla y hacer apología del sexismo desenfrenado e irresponsable, además de deshonrar la propia condición humana cuando degrada las categorías éticas y morales de la sociedad, que agreden la dignidad del ser humano y promueven la violencia.

Recientemente, un grupo de cultores, poetas y músicos venezolanos se reunió con el fiscal general de la República, para apoyar su propuesta de tomar acciones legales que eviten la inserción de estas prácticas "musicales" amorales en las escuelas y regularlas en los medios de comunicación, por considerar que atentan contra la salud mental del pueblo. Se basan en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la Ley de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes y en la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión. También se propuso emular las iniciativas tomadas por la comunidad de San Agustín del Sur en Caracas, como experiencia de rechazo a usar esta "música" en las escuelas, así como generar mesas técnicas de trabajo que formulen campañas de concientización sobre los daños generados en los jóvenes por la divulgación de este tipo de "canciones".

 

Aldemaro Barrios Romero

venezuelared@gmail.com


Noticias Relacionadas