Trinchera de ideas | Cumbres borrascosas

21/09/2023.- El título de este artículo alude a una extraordinaria novela escrita por Emily Brontë a mediados del siglo XIX y que, en muchas ocasiones, ha sido adaptada para cine y televisión. Yo vi la versión de 1992, dirigida por Peter Kosminsky.

El título de la novela vino a mi mente cuando me propuse reflexionar acerca del resultado de una serie de reuniones realizadas en fechas recientes del año en curso y que han significado una verdadera tormenta para la existencia y funcionamiento del sistema internacional. Son ellas las cumbres del grupo Brics efectuadas en Sudáfrica en agosto, las del G-20 en India y del G77+China en Cuba, en septiembre. Y agregaría el Foro Económico del Extremo Oriente, llevado a cabo en la ciudad rusa de Vladivostok durante el mismo mes. En menos de dos meses se han estremecido los cimientos del sistema internacional atlantista y eurocéntrico.

La reunión anual de 2023 del grupo Brics rompió definitivamente el oscurantismo mediático que acompañaba estas sesiones. Ya no fue posible ocultar ante el mundo una asociación de cinco Estados a la que desean incorporarse alrededor de cuarenta países del llamado sur global, ante el avasallador avance de esta agrupación que ha ido ganando fuerza como contrapeso al orden financiero y político occidental.

En este momento (antes de la incorporación el 1.° de enero de 2024 de seis nuevos países), los Brics ya representan el 41% de la población, el 31,5% del producto interno bruto (PIB) y el 16% del comercio del mundo. Eso les ha permitido establecer una agenda distinta a la de Occidente, como ha quedado en evidencia con el apoyo a Rusia para enfrentar las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea.

La gran demanda que hoy existe para unirse al bloque es una demostración de la influencia de esta nueva fuerza geopolítica que posee el potencial para desafiar el sistema liderado por Occidente. Una fuerza que tendría al frente a la segunda potencia mundial, China, que, junto a Rusia, espera liderar a la comunidad internacional hacia un mundo más justo, equitativo y participativo.

Lo dijo el presidente Xi Jinping cuando se despedía de su homólogo ruso al finalizar su visita de Estado a ese país en marzo: "Se están produciendo cambios que no hemos visto en cien años y somos nosotros quienes los estamos liderando juntos". Lo reiteró el pasado lunes 18 el canciller chino Wang Yi, al iniciar su visita a Moscú: "Estamos dispuestos a velar junto con Rusia por la formación de un mundo multipolar y un orden mundial más justo". Estas declaraciones no dejan espacio para dudas con respecto a cuál es el objetivo final.

Solo unos días después de la reunión de Johannesburgo, durante la segunda semana de septiembre se realizó con gran éxito para India la cumbre del G20 en Nueva Delhi. Contrario a los intereses occidentales, el cónclave evitó "ucranizar" la cita. La declaración final aprobada por consenso expuso otros temas de interés planetario como la alimentación, el clima y la energía, la necesidad de reformar las instituciones financieras internacionales, la transformación digital y la política macroeconómica.

Vale destacar la aceptación de la importancia de los objetivos de desarrollo definidos como estratégicos por el sur global, sobre todo en relación con el reforzamiento del papel que deben jugar los países en desarrollo en el ámbito económico mundial. También por la necesidad de que los países desarrollados cumplan las obligaciones financieras acordadas que establecen la necesidad de destinar cien mil millones de dólares anuales para luchar contra el cambio climático. La inclusión de la Unión Africana en el G-20 como miembro permanente fue una decisión histórica.

Rusia y otros países que han pugnado por despolitizar los debates en esta instancia para tener la capacidad de dar respuesta a estos problemas que enfrenta la mayoría de la población mundial lograron paralizar los intentos occidentales de transformar el evento en una discusión sobre la situación en Ucrania. El cónclave estableció con precisión que existe una multiplicidad de conflictos armados en el planeta, haciendo un llamado a su arreglo pacífico mediante el diálogo y los esfuerzos diplomáticos, sobre la base de los propósitos y principios de la Carta de la ONU en su totalidad. Una vez más, el fracaso de Estados Unidos y sus aliados fue patente.

Por otra parte, durante el mismo mes se realizó el Foro Económico Oriental en la ciudad de Vladivostok, ubicada en el extremo oriental de Rusia. Este espacio es "una plataforma internacional clave para crear y estrechar lazos entre la comunidad inversora rusa y la mundial, así como para llevar a cabo una evaluación exhaustiva del potencial económico del lejano oriente ruso". En la misma participaron alrededor de siete mil representantes de más de cincuenta países. Según el portal RT, el año pasado en el evento se firmaron documentos por un valor de casi 34 mil millones de dólares, incluidos convenios sobre proyectos de infraestructuras y transporte, desarrollo de grandes yacimientos, así como planes en los sectores de la construcción, la industria y la agricultura.

El intercambio comercial entre Rusia y los países de la región Asia-Pacífico creció un 13,7% el año pasado, mientras que durante los primeros seis meses de este año se incrementó otro 18,3%. Durante su discurso en el cónclave, el presidente Putin planteó con claridad que el desarrollo del lejano oriente ruso es una "prioridad estratégica para todo el siglo XXI". Este evento y los acuerdos firmados exponen un mentís a la idea publicitada por los medios transnacionales de la desinformación, que hablan del "aislamiento" de Rusia y la crisis de su economía.

Putin exteriorizó la idea de que estaba naciendo "un nuevo modelo de cooperación" a nivel global que no se basa en los patrones occidentales, y explicaba que estos cambios se producen debido a "la destrucción del sistema financiero" por parte de Occidente. Ello ha conducido —según el Presidente ruso— a que cada vez más países muestren su disposición a cooperar bajo el nuevo modelo.

Finalmente, también durante este mes, se realizó en Cuba la cumbre del Grupo 77+China, agrupación formada por 134 países de Asia, África y América, que representan el 80% de la población mundial y dos tercios de los miembros de Naciones Unidas.

Este evento ha sido considerado una cita de los países del Sur que han sido golpeados y maltratados por el injusto sistema internacional hegemonizado por Occidente. Especial importancia cobró que la reunión se celebrara en Cuba, país que durante más de sesenta años ha sido bloqueado y multisancionado por Estados Unidos. En el evento fueron denunciadas con mucha persistencia las políticas de bloqueo, injusticia, colonialismo, empobrecimiento, sanciones, marginación, explotación y racismo que estos pueblos han sufrido en diversas formas.

Contrario a lo que transmiten los medios transnacionales de la desinformación, la cumbre ha dejado claro que es Estados Unidos, Europa y eso que han denominado su "comunidad internacional" los que se encuentran aislados de la mayor parte de la humanidad, que busca otros caminos y señala otros derroteros en la ruta de defender los valores de justicia y bienestar.

El evento enfatizó que es necesario construir un enfoque diferente al tratar los elementos fundamentales del desarrollo científico, cognitivo y tecnológico, para que, de esta manera, se pueda avanzar y lograr "un valor añadido, alcanzar justicia e igualdad de condiciones y eliminar, de una vez por todas, la arrogancia, discriminación, hegemonía y las guerras impuestas por el Norte".

En la reunión se impuso la lógica que estableció en su discurso Miguel Díaz-Canel, presidente de Cuba, cuando dijo que: "No somos países pobres, sino empobrecidos y privados de la tecnología y la ciencia, para que sigamos siendo marginales, y facilitar que los países del Norte saqueen nuestros recursos humanos y riquezas".

Como presidente del grupo, Díaz-Canel llamó a la construcción de un orden global justo y sostenible que permita a la mayoría de estos países salir de las crisis que les han sido impuestas. Para ello, propuso centrarse de manera participativa y colectiva en el desarrollo de recursos científicos, la innovación y el fortalecimiento de las capacidades científicas y cognitivas, para lograr el desarrollo sostenible.

En su intervención ante el evento, y de forma sorpresiva, el secretario general de la ONU, António Guterres se plegó al clamor mundial al afirmar que es fundamental cambiar tanto el orden internacional como sus instituciones, organizados tras la Segunda Guerra Mundial, para que "reflejen las realidades actuales".

Guterres agregó que:

Necesitamos una acción global (...) para construir un sistema internacional que defienda los derechos humanos y trabaje en beneficio de sus intereses en todos los niveles. Y eso requiere que el G77+China utilicen su voz para luchar por un mundo que funcione para todos.

Contrario a su postura tradicional, Guterres aseguró que el objetivo crucial debería ser construir "instituciones multilaterales fuertes y eficaces", ya que muchas de ellas, especialmente el Consejo de Seguridad de la ONU y las originadas a partir de los acuerdos de Bretton Woods, "reflejan una época pasada" y no la actual.

Parecía increíble, pero el diplomático portugués expresó con firmeza que: "La voz del G77+China siempre será esencial en Naciones Unidas. Y cuento con este grupo, que durante mucho tiempo ha sido defensor del multilateralismo, para dar un paso al frente, utilizar su poder y luchar".

Así, vistas en su conjunto, las reuniones y cumbres de los dos últimos meses han mostrado a una humanidad que parecieran estar trazando un rumbo distinto al que le ha tocado vivir en los últimos ochenta años, marcados por el dominio, la imposición, el chantaje y la amenaza permanente que significa la hegemonía atlantista de Estados Unidos y Europa.

 

Sergio Rodríguez Gelfenstein

X: @sergioro0701


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