Letra fría | La editorial de Gonzalo

No logro recordar cómo salí de Fundarte, ni para dónde, -pudo ser a Mavesa aunque no creo porque la guitarra viene después-, ni tampoco en qué momento se acabó La Fonda del Parque, lo que sí sé es que me mantuve en contacto con Gonzalo Rodríguez, El Gallego, y cuando vine a ver estaba metido en el mundo editorial. En el año 86, a fines de julio fui a La Habana, atendiendo invitación de Havanatur y de la agencia cubana de artistas (CUBARTISTA), eso fue por iniciativa de Cristian Castillo, dueño de Ideal Tours, la agencia que viajaba a Cuba y esposo de mi amiga-hermana La Pilla Catalá; quién inventó hacerme empresario de artistas cubanos, a cuyo efecto tuve que pasarme una semana en una doble suite del hotel Rivera, y mi trabajo era asistir a audiciones privadas en el día, y a los mejores cabarets de La Habana por las noches. Esa semana fue de película, y los detalles han ido quedando por ahí.  

Pero el cuento vinculante es que en ese viaje pude  comprar varios ejemplares del libro BOLERO del narrador y periodista Lisandro Otero, una suerte de biografía novelada de Benny Moré construida en su velorio y tejida a través de testimonios de amigos, colegas y admiradores del cantante. Las sanas ínfulas de tener algo desconocido para mis amigos se esfumaron cuando Manuel Felipe Sierra me comentó que Caupolicán Ovalles se encontró con Lisandro en Moscú, y recibió los derechos de autor para imprimirlo en Venezuela en la editora Contexto Audiovisual 3 de Gonzalo Rodríguez, a beneficio de la Asociación de escritores de Venezuela. De tal manera que al salir el libro a la calle, Víctor Suarez, Ramón Hernández, Luis Zelcowicz y Gilberto Miquilena  dejaron de ser los felices poseedores  de los únicos ejemplares del libro en Venezuela.

A partir de ahí me vinculé a la edición, monté la presentación del libro en la Asociación de escritores y una campaña de prensa que no ha tenido libro alguno en Venezuela. Aquí es dónde Denzil Romero decía: “Tenías que ser maracucho para ser tan exagerado!”… Recuerdo que un día andaba con el Caupo y el fotógrafo Echeverría en el Hilton, vemos que viene el presidente Lusinchi y le paso un libro a Caupolicán y alerto a Echeverría, el guioncito salió perfecto. Al entregarle el libro a su compañero de tragos en La República del Este, Lusinchi lo abre para ojearlo y pum, el fogonazo certero, listo para una reseña magistral de nuestro querido profesor Eleazar Díaz Rangel.

De allí en adelante mi trabajo fue almorzar todos los días con el Gallego en el Forno’s, aquel exquisito restaurant de Juanito Cortés en Boleíta, y los comensales fijos  eran Adriano González Léon, Caupolicán y Denzil, pero también llegaba Salvador Garmendia, David Alizo y otros escritores estrellas de la editorial. Se podrán imaginar lo que se bebía y se conversaba en esa mesa, donde yo me gradué de “Damo de compañía” de la alcurnia literaria venezolana, Jajaja 


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