Historia y cacao van de la mano

A este rubro se le atribuye una de las causas de la Guerra de Independencia.

Es un renglón agrícola que prácticamente se da en todos los estados del país, lo que significa que su impacto se distribuiría entre las diversas regiones

29/09/23.- Si el Día Nacional del Cacao se hubiese inventado en la Venezuela colonial o en los primeros tiempos de la Independencia, habría sido prácticamente el día de la economía venezolana.

Es así porque el cacao fue nuestro primer oro negro, el producto de exportación del que vivió este rincón del mundo. Fue sustituido por el café, que reinó en los renglones de comercio internacional hasta que, ya en el siglo XX, quedó claro que estábamos sentados sobre inconmensurables yacimientos de hidrocarburos.

Lo que ocurre es que el Día Nacional es un invento reciente. Apenas comenzó en 2015, según dicen las reseñas, con el auspicio de la Fundación Nuestra Tierra y desde entonces se ha perfilado como un excelente recurso para promocionar las exportaciones venezolanas de este producto, que han venido incrementándose, a pesar de todas las dificultades del país, especialmente fuertes en estos ocho años.

Como sea, es justo que Venezuela tenga su Día Nacional del Cacao porque el nombre del país siempre aparece cuando se habla de dos aspectos cruciales de este renglón: su cuna y donde se produce el mejor del mundo.

En lo que respecta al primer punto, los historiadores y botánicos están divididos en torno al lugar preciso de origen del cacao. Alejandro de Humboldt estaba convencido de que era México. Otros lo ubican en la selva amazónica, en lo que ahora es territorio brasileño, pero también se mantiene la teoría de que todo comenzó al sur del Lago de Maracaibo, por los lados de Trujillo.

Con relación a la calidad, es frecuente oír la afirmación que el cacao venezolano está a la cabeza de todos cuantos se cultivan en el planeta. Claro que otros países productores dicen lo mismo por aquello de que cada pulpero alaba su queso y cada maestro chocolatero elogia su materia prima.

Más allá de esa competencia de imagen, los conocedores aseguran que lo del cacao venezolano no es cuento. A pesar de que en otros lugares se han hecho más inversiones en investigación, desarrollo y protección de cultivos, las especies venezolanas continúan liderando las preferencias.

Eso no significa que hayamos recuperado el puesto que alguna vez tuvimos como potencia exportadora de cacao. Países de diversas latitudes han experimentado enormes crecimientos y tienen equipos muy eficientes de publicidad y mercadotecnia, razones por las cuales han tomado para sí el apelativo de “el mejor del mundo”.

Analistas de este mercado estiman que Venezuela podría ascender muchos peldaños en ese campo en pocos años si se decidiera a impulsar, con capitales públicos y privados, el desarrollo de este segmento agrícola. Esto podría significar un incremento importante en los ingresos nacionales en divisas porque se trata de un producto que se cotiza a precios rentables.

Con base en argumentos concretos, los defensores del cacao venezolano aseguran que el país ostenta la mayor diversidad genética de este tipo de plantas, lo que se expresa en una variedad de aromas y sabores. Los catadores encuentran matices de flores, frutas, almendras, vainilla y malta.

Una ventaja adicional que puede tener este retorno al cacao es que se trata de un renglón agrícola que prácticamente se da en todos los estados del país, lo que significa que su impacto se distribuiría entre las diversas regiones. Hay plantaciones de cacao muy emblemáticas en la costa de los estados centrales, en el ya mencionado sur del Lago, en los Andes, en Falcón y Lara, en Oriente, en los Llanos y en Guayana.

Esta dispersión ha generado incluso una competencia que tiene resonancia mundial: grandes maestros europeos de la confección del chocolate prefieren el cacao Chuao, que se produce en esa población costera del estado Aragua, mientras otros se decantan por el porcelana del Sur del Lago de Maracaibo, que se llama así porque la semilla es completamente blanca y brillante.

Venezuela puede alcanzar el liderazgo en exportaciones en ese rubro muy reconocido a escala internacional.

 

En tiempos coloniales, la actual zona metropolitana de Caracas fue uno de los epicentros de la producción. Buena parte de las familias privilegiadas de la capital tenían haciendas cacaoteras. De allí, dicen los filólogos, nació el término “gran cacao” que se usaba para referirse a los mantuanos, que luego trasmutaron en terratenientes de la Venezuela independiente y en burguesía agraria en tiempos más modernos.

El declive del cacao como principal producto de exportación venezolano comenzó por los efectos de la guerra de independencia sobre las haciendas. Pero en el plano global, ocurrió que los portugueses se llevaron las plantas de Brasil y las sembraron en sus colonias africanas, convirtiendo al continente en una potencia productora de este bien agrícola.

Según algunos enfoques históricos, el cacao está también ligado al proceso de Independencia, pero no como sector que sufrió sus consecuencias, sino como una de sus causas. Alegan, quienes sostienen esta tesis, que las contradicciones entre los blancos criollos y España se aceleraron debido al empeño de la corona de controlar las exportaciones de este producto, que llevaron a la puesta en funcionamiento de la Compañía Guipuzcoana, en 1728, a la que se le otorgó el monopolio del comercio cacaotero.

Hasta entonces, buena parte del cacao que se cosechaba en el país no llegaba a España, sino que era comercializado en las islas del Caribe.

Para 1748, Juan Francisco de León, un canario productor de cacao del pueblo de Panaquire, lideró un primer alzamiento contra España, 62 años antes del 19 de abril de 1810. En esa ocasión marchó hasta Caracas y recibió apoyo de otros mantuanos. Repitió el acto rebelde en 1850, tras lo cual fue apresado y enviado a España, donde falleció de viruela en la cárcel de La Carraca. Como se ve, el cacao en Venezuela es historia pura.

Cifras globales

De acuerdo con estadísticas recientes, el principal productor mundial de cacao en esta segunda década del siglo XXI es Costa de Marfil (África), que obtuvo ingresos por 2 mil 959 millones de dólares en 2021.

El segundo país en la lista es asiático: Indonesia, que vendió más de 1 mil 753 millones de dólares en ese período.

Entre los suramericanos aparecen Ecuador, Brasil, Perú, Venezuela y Colombia. Del Caribe destaca República Dominicana, y los otros africanos son Ghana, Camerún y Nigeria.

La cifra de Venezuela, casi 341 millones de dólares en exportaciones, tiene especial mérito pues se registró en medio del infame bloqueo económico, de la aplicación de medidas coercitivas unilaterales y de las restricciones impuestas por la pandemia.

Venezuela exporta principalmente granos de cacao y, en menor medida, productos procesados como manteca de cacao, licor y chocolate, según datos de la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX).

El porcentaje de productos manufacturados podría haberse incrementado si hubiese tenido más continuidad la política de la Ruta del Cacao, iniciada por el Comandante Hugo Chávez.

Como dato significativo, la mayor porción de las exportaciones venezolanas de cacao tienen a Japón como destino. Pero el segundo país comprador es Indonesia, que a su vez es el segundo exportador mundial, lo que hace pensar en que el producto nacional es reexportado.

 

CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS


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