Memorias de un Escuálido en Decadencia | Espada
“¡Alerta, alerta, alerta, que camina la espada de Bolívar por América Latina!”
¡No me empujen que yo me caigo solito! La llegada de Petro al poder nos ha jodido la vida. Es verdad que el compañero Duque fue nuestro mejor aliado, pero ¡carajo!, por atendernos a nosotros se olvidó de que era el presidente de Colombia, y aquello fue un desastre. Líderes sociales muertos todos los días, masacres por aquí y por allá, y así no se puede ser presidente, y eso se lo cobraron votando por este Petro.
Uno es de oposición y sabe cómo es la vaina, pero ¡carajo!, lo de Duque fue caída y mesa limpia. Pero la vaina más arrecha fue que, todavía siendo presidente, quiso joder a Petro, impidiéndole que la espada del Bolívar chavista estuviera ahí –digo Bolívar chavista porque esa gente se lo cogió para ellos–. Y ahí fue cuando el Petro, al nombrarlo presidente, dio la primera orden y fue joder a Duque para que se fuera más arrecho para su casa, y dijo que le llevaran su espada, que “no sea pendejo Duque si cree que me va a echar esa vaina”, y desenvainaron la espada y la llevaron rumbo a la plaza de Bolívar.
Y hubo un tiempo de descanso, un recreo, mientras llegaba la espada. Y lo peor de la vaina fue que cuando pasaba la espada frente a los mandatarios que estaban allí de invitados, todos se pararon para aplaudir, menos el rey Felipe, quien parece que la espada de Bolívar lo sentó de culo, porque no tuvo fuerza para ponerse de pie ante una espada que les jodió la vida y, por lo visto, se las va a seguir jodiendo.
Ese es el peo. Que quedan una serie de símbolos sueltos por ahí y uno se descuida y esos símbolos nos joden la vida. Justo cuando llegaba la espada, muchos de los que estaban ahí, marginales con toda seguridad, comenzaron a gritar: “¡Alerta, alerta, alerta, que camina la espada de Bolívar por América Latina!”, y el rey Felipe, que estaba a punto de ponerse de pie, cuando escuchó ese canto, se volvió a sentar porque “ni de vaina esa espada me puede volver a joder a mí”. En fin, tenemos que aprender.
Nosotros en la oposición no tenemos ningún símbolo. Ya nos olvidamos hasta de la pipa de Rómulo Betancourt, solo Espoleta Allup se acuerda de vez en cuando de ese hombre. ¡Cómo será la vaina que el poeta López empezó a decir que era el Mandela de Venezuela!, y la gente todavía se está riendo.
En cambio, cuando esta gente agarra un símbolo, una bandera, una canción, una frase, esas vainas que tiene el chavismo que con todo monta una fiesta y hace un congreso de la patria, de la nueva época, de la vida por vivir, en fin, ha hecho miles de congresos y ninguno funciona, pero nadie los recuerda, porque, claro, fueron momentos de alegría que murieron al otro día. Y esa vaina funciona.
Nosotros, en cambio, sacamos a los santos en procesión para ver si Dios quiere y la dictadura se va, si cruzamos a esos santos en las esquinas y, de repente, se produce el milagro, ¿ustedes han visto semejante vaina? Así pensamos nosotros. Esas son las ideas.
También hablamos con el compañero Trump, a quien le invadieron la casa en Estados Unidos –es que, a la hora de invadir, esos gringos no perdonan–, nos dijo aquella frase que nos volvió locos: “Todas las opciones están sobre la mesa”. Y a silletazo limpio sacaron al interino del estado Cojedes, porque no había otra opción en el restaurante donde estaba.
El papá de Margot vio cuando la hija de Carlos Pizarro le colocó la banda presidencial a Petro y por poco le da una vaina: “¡Eso emociona, carajo!” –dijo. Y con la espada de Bolívar se soltó una frase arrecha: “No invitaron a nadie de Venezuela, pero con la espada de Bolívar nos hicimos presentes todos”. Y se fue al cuarto y agarró la puerta y le metió ese coñazo tan duro que la vecina gritó: “¡Vete pa Colombia, muérgano!”.
–Estoy contento, yo no sé qué es lo que siento –me canta Margot.
Roberto Malaver