Palabra rota | Referencias personales

05/10/2023.- Hay montones de cosas que se vuelven anacrónicas, pero de pocas se puede decir con tanta certeza que perdieron toda vigencia y utilidad como las referencias personales. No solo porque las redes sociales nos han convertido en libros abiertos, expuestos a la curiosidad y al eventual interés que alguien pueda tener acerca de nuestras más insignificantes peripecias, sino porque cualquier carta de referencias personales carece de forma absoluta de la veracidad necesaria para serle útil a quien la solicita.

Salvo que se trate de un enemigo a muerte, alguien que, claro está, nunca nos pediría referencia alguna, ninguno de nosotros está dispuesto a decir algo negativo, ya no de un amigo, sino del más lejano de los conocidos. Y no es que pensemos bien de todo el mundo, sino que la crítica entre nosotros suele ejercerse en forma de chisme y a sottovoce

¿A quién, en Venezuela, le falta alguien que jure, con la mano en el corazón, que uno es el más honesto, capaz, leal y esforzado personaje que ha cruzado los novecientos mil y pico kilómetros cuadrados del suelo patrio?
¿Queda alguien a quien no le hayan dicho en más de una ocasión: "Escríbela tú, que yo te la firmo"?

De modo que pedir referencias personales en estos tiempos es un acto cuyo resultado se acercará siempre al fraude. Piénsese, por ejemplo, que, si las referencias personales fuesen creíbles, Juan Guaidó sería no solamente un hombre honesto que no le metió mano a los recursos  de Monómeros, sino un incansable luchador por la libertad de Venezuela; y María Corina Machado sería una líder auténticamente preocupada por los pobres. 

No se entiende, entonces, que aún queden empresas, organismos e instituciones que insistan en pedir las dichosas referencias personales. ¿Qué hacen con ese montón de papeles? ¿Dónde guardan esos números de teléfono a los que nunca llaman? Algún desfasado y burocrático duende burlón andará por allí, entre sombras, riéndose de quienes nos afanamos buscando en internet un modelo de carta de referencia que nos dibuje con todas las cualidades que ya quisiéramos tener.

Si  usted necesita una carta de referencias personales, escríbame. Le prometo que, aunque sea el Arcángel Gabriel, le mejoraré su imagen. 

Cósimo Mandrillo


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