Tinte polisémico | Sistemas complejos

13/10/2023.- Resulta muy común asimilar o confundir los significados de los adjetivos complicado y complejo. La diferencia radica en que lo complicado puede ser susceptible de comprensión y entendimiento y se le corresponden soluciones o algoritmos para estudiarlo y aprehenderlo. Por el contrario, lo complejo supera el discernimiento inmediato humano, solucionarlo demanda mayor rigor y constituye un reto epistemológico.

Cuando no hemos podido obtener una adecuada descripción del comportamiento y las razones que determinan los fenómenos de una realidad que nos resulta incomprensible, ese ámbito donde reina el cambio, la incertidumbre, la imprevisibilidad, podemos entonces, de forma intuitiva, aproximarnos y asombrarnos ante esas manifestaciones de nuestro entorno. Las mismas son conocidas como los sistemas complejos.

Poder explicar la dinámica y predecir el clima, la gestión de una organización, los mecanismos y leyes de la fijación de los precios de los commodities, del tipo de cambio o de los tipos de interés, de los procesos de los mercados y la economía, el funcionamiento de los ecosistemas biológicos, el comportamiento de las colonias de hormigas, cardúmenes, las bandadas de aves, la evolución de una ciudad y su tráfico, los posibles rumbos de un partido político, o el desentrañar y anticipar los probables escenarios del conflicto árabe israelí, todos ellos constituyen ejemplos de sistemas complejos.

Desde los años cincuenta del siglo XX, en los campos del saber referidos a la cibernética y la teoría general de sistemas, se ha tratado lo que se ha denominado ciencias de la complejidad, y a partir de disciplinas como la biología, la ecología y la sociología, entre otras, se ha pretendido elaborar un marco teórico con fundamento en los conocimientos y postulados de la teoría del caos, de redes y la dinámica de los sistemas.

Entre las razones que han propiciado la exploración y búsqueda de una nueva perspectiva y enfoque para analizar esa "compleja realidad", es que los mismos académicos y científicos han evidenciado el carácter reduccionista (simplista), determinista (causa-efecto) y de disyunción (fragmentación del saber) del paradigma de la ciencia que conocemos contemporáneamente y que asociamos con la postmodernidad. En otras palabras, es asumir que los modelos representativos de nuestra realidad concreta no poseen la suficiente potencia de predictibilidad para abarcar y explicar la "totalidad", integralidad, interconectividad e interrelatividad de los elementos y factores de ese universo en todos sus órdenes y escalas en los cuales está inmersa la humanidad y que pretende explicar.

No existe aún, según los expertos, una definición de consenso sobre los sistemas complejos; sin embargo, existen o se han identificado algunos rasgos característicos que los dotan de propiedades que los conceptualizan y diferencian de otros tipos de estructuras o entidades.

Esos rasgos distintivos a enumerar serían los siguientes: autoorganización y regulación, recurrencia y retroalimentación, emergencia, no linealidad, no determinismo y dependencia de la historia (path dependency).

La autoorganización y regulación consiste en la capacidad para estructurar sus elementos constitutivos en formas de redes, en muchos casos, lo que los hace interdependientes y les confiere el grado de orden y caos que les dota del equilibrio y balance.

La recurrencia y retroalimentación atañen a la habilidad de adaptación al entorno, aun perdiendo la eficiencia que por su variabilidad tiene la capacidad de mutabilidad; se desarrolla dada su facultad para el intercambio de inputs y outputs y su selectividad para evolucionar.

La emergencia refiere que desde su interacción e intercambio interno y con otros sistemas puede derivar en el surgimiento o aparición de nuevos niveles de complejidad, impredecibles en el análisis, desarrollo y funcionamiento.

La no linealidad responde de forma absolutamente diferente, en distintos momentos y contextos, a cambios en sus variables y componentes que no guardan relación de proporcionalidad. Una pequeña variación o mínima modificación puede originar profundas y radicales respuestas o efectos, origen de su dificultad para ser comprendidos.

Lo no determinista se caracteriza por su impredictibilidad. Un factor o causa puede ocasionar resultados o efectos disímiles, valga expresar contradictorios, y no es sistemático o congruente con el modelo formulado o ajustado a resultados esperados, coherentes.

Al ser dependientes de la historia de su estructuración, son irreversibles, están supeditados al camino que transitaron para constituirse en sistemas y el trazado de su evolución los define en su complejidad y mecanismos de interacción, adaptación, emergencia y autoorganización.

Por ejemplo, en el ámbito administrativo, una organización gubernamental es considerada como un sistema complejo adaptativo, que al desarrollar políticas públicas para atender un tema de salud pública como la diabetes, deberá conjugar el arsenal de visiones transdisciplinarias de especialidades tan disímiles como medicina, economía, estadística, física, sociología, antropología, entre tantas otras.

Poseer una visión parcial de la realidad, conformarse con la perspectiva de túnel, influirá notablemente en poseer un diagnóstico y apreciación infravalorada de los fenómenos. El primer paso es aceptar la complejidad como un problema sistémico, pues tendemos por naturaleza y comodidad a simplificar, al reduccionismo y a la linealidad por nuestra aversión natural a la incertidumbre; de allí, la cantidad de retos y situaciones pendientes para el abordaje de los problemas que nos aquejan en nuestra época. Bienvenidos a la brega por una nueva ciencia decolonial y enfoques críticos desde el sur global.

 

Héctor Eduardo Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com


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