Psicosoma | Defender la vida
24/10/2023.- Estamos al borde del precipicio con las secuelas del covid, nos estallan granadas en las manos y tiembla la casa del ser al soltar espíritus guerreros, madres felinas, niñas y tiernas criaturas en el campo de luchas por la paz y la libertad.
A dialogar, a dialogar, que el amor no se puede apagar y nadie se irá del planeta a pesar de la muerte lenta por hambre, gases y fósforos. Quedamos de abono en los mares y de espantapájaros achicharrados en las murallas. No nos cansamos, sino que nacen otros millones de mestizos errantes y hermanas amantes de pueblos europeos, otomanos, fenicios…
Somos extrañas y extranjeros, diferentes por pensar distinto, y siempre sabemos ir al objetivo. Nuestros cuerpos son la urdimbre secreta y bien abierta. Pueden entrar y más nunca salir.
Somos migrantes libres, sin fronteras. Vamos a tomar lo que nos pertenece. Los imperios tiritan ante su creación violenta e inhumana de violar y saquear la madre tierra. Todos los días nos pisotean, escupen y defecan. Las hordas humanas de familias adoptan a su paso seres abandonados, viudas y niños perdidos, mascotas fieles al Nuevo Nacimiento. Nunca podrán detener a nuestra humanidad distinta, nómada, que perece y siembra caminos cantando.
Estamos de paso y todas las vidas se riegan en los cuatro puntos cardinales al canto de madre Pacha y padre Inti, ancestros que nos acompañan y orientan. Siempre de viaje…
La humanidad se levanta por aire, mar y tierra y sí podemos derrotar al poder imperial. Las ojivas nucleares ya ni causan miedo. Son las muertes despiadadas del opresor al eliminar a sus víctimas, en las que se muestran sus depravaciones. Sin máscaras, la bestia herida nos quiere llevar consigo. Inventan más guerras, alimentan sus arcas, estrenan y experimentan con nuevas armas, nuevas tecnologías. Masajean las mentes frágiles al engañarlas, haciéndoles creer que defienden sus derechos cuando los convierten en terroristas, igual que a los terrucos del Cono Sur. ¿Quién nombra a quién? ¿Cuál es el discurso del poder?
El primer ministro Netanyahu, perverso psicópata, inventa un enemigo común: los malos son los palestinos terroristas, Hamás, sus creaciones como Bin Laden, Noriega…
Es cierto que las comparaciones son atorrantes, pero el mito de la culpa del "judío errante" medio funciona en el Medio Oriente, cuna de guerras milenarias y éxodos. Para el pueblo venezolano, migrar nunca había sido opción, pero hoy somos más de cinco millones en la diáspora. Salimos por aire, mar y a pie, cruzando la selva del "tapón" del Darién, porque: "¿Quién dijo miedo?". Parafraseando a Simón Bolívar, nunca salimos a invadir, sino más bien a liberar de tiranías. Somos irreverentes, por lo que "agárrense de las manos".
En las guerras asimétricas, los pueblos son barridos y la limpieza étnica corona desapariciones masivas de palestinos con más de cuarenta y cinco por ciento de niñas y niños de la Franja de Gaza. Son pueblos inducidos al odio, convertidos en cosas. Los israelitas juran que la capital del Estado de Israel es Jerusalén y "olvidan" las expropiaciones de sus tierras. Al principio las compraban a los terratenientes árabes y luego, en la Segunda Guerra Mundial, se crea ese Estado por el dominio británico en el Oriente y los "tejemanejes" que se dan entre amigotes de la misma tribu. Todo a costa de un pueblo creyente que nunca tiene vela en el entierro y siempre pone los muertos.
El patriarcado de machos generalotes y soldadesca corrupta funciona peor en estos tiempos. Siempre la cizaña, la desconfianza, las sospechas, las puñaladas traperas que dinamitarán los puentes del diálogo por sus aviesos intereses, disfrazados de credos y fanatismos que ponen a pelear a hermanos del norte y el sur. Las guerras mueven dinero y distraen como el fútbol o las drogas, mientras nos suben sin anestesia el petróleo y los granos.
Pero, en el fondo, ¿sabrán qué es lo que están cocinando?
Rosa Anca