Psicosoma | Cartas escritas llevan buenas nuevas

Aun sin alas
buscaré tu luz,
alzaré mi mirada.
 
Ligia Calderón

 

31/10/2023.- La escritora y pintora Ligia Calderón Valerio, nacida en tierras del cinturón de fuego de América Central, en Costa Rica, nos muestra su segunda publicación: Como cartas escritas, de Ediciones Kuelap (Perú, 2021). Es una obra de pinceladas pasteles sobre las estaciones del alma, en versos sencillos, con profundas reflexiones en torno a la vida, y sin aspavientos, con la calma de la experiencia y la paciencia modelada al trajín del dolor y el amor.

La voz poética de la autora es puente que nos conduce por las ondulaciones psíquicas del inconsciente, del yo colectivo, sobre los sueños y esperanzas de un yo amante, vital y enriquecido por el entorno social, cultural, espiritual y cosmogónico. Muestra palabras coloridas, sabores que inducen a percibir la invulnerabilidad del ser por siempre, porque aún se cree inmortal en medio del covid y reina la soberbia, el ego. Pero también prima la ternura fraternal.

En el poema Sueños, nos impulsa hacerlos realidad: "Para llenar los vacíos / que formaron en sus vidas / los días de sufrimiento / y alcanzar esos sueños…". Sabemos las luchas del individuo para conseguir sus aspiraciones, mientras que otros u otras se quedan en la inercia, limitándose a las quejas, las nostalgias, los condicionamientos, las agonías y la desestimación.

Consideramos que el dolor y el sufrimiento nunca logran someter al artista y más bien lo sensibiliza hacia las búsquedas del amor inmortal y le hace posible comprender y compadecer la fragilidad de nuestra corta estadía, en la cual se siente la llamada "ley de la vida". Por eso:

Cuando los años dan frío y te cala hasta los huesos, / los días dicen adiós y los años van restando, / es el ciclo de la vida y las canas van sumando / como hilos de plata que van bordando experiencias, / escritas día tras día. / El cansancio te recuerda preparar tu alma / para hacer un largo viaje, a conocer otra vida

En ese tránsito nos aferramos a las utopías, a los sueños disímiles, pero vamos recibiendo buenas nuevas y anotamos la responsabilidad al interpretar los acontecimientos. En este poemario se respira la esperanza a pesar de las tramas rudas. Me conmueve la común expresión de "por algo pasan las cosas", que se amolda a las situaciones del vivir con un fatum o destino que no confronta el libre albedrío. Por el contrario, integra aparentes opuestos, paradigmas obsoletos que nos han condicionado a disociar el percibir holísticamente.

Las verdades y falsedades integran un todo, como el día y la noche o la muerte y la vida. El fraccionar ideas y conductas e interpretarlas a vuelo de guáchara, sin profundidad, nos somete a ese pensar y sentir light, porque es más fácil interpretar las dualidades de "cierto" o falso, el razonar cartesiano o kantiano del mundo occidental, de tiempos cronológicos de inicio y final. Quizás El sueño de la razón produce monstruos (como el cuadro de Goya) ayude a replantear cosmovisiones e integre "frentes de odio" ante el mundo oriental, más espiritual y místico, más "incomprensible" y "oscuro"…

Gracias al arte y la poesía, que nos conforma, podemos respirar las maravillas sencillas de la prosa poética de la admirable rapsoda Ligia Calderón, y sorprendernos con ese hilar de color con vivencias y experiencias traumáticas recreadas para la sanación, la empatía y la resiliencia.

Sus versos nutricios en estos tiempos terribles nos impelen, en el penúltimo callejón del odio y la intolerancia, hacia el amor activo, expresado en: "El que no vive para servir, no sirve para vivir", reflexión de la Madre Teresa de Calcuta que resuena en toda la obra, y quizás ese "microhacer" como lo es el respirar haría la tierra menos miserable y habría menos "alas rotas":

Parajes escondidos del mundo, / senderos de barro, / se anidan en ranchos / colgados casi de barrancos, / parece que aferran sus manos / a raíces entrelazadas a la tierra (…) Hasta que los mira el mundo siniestro / que visita al débil; / se escriben las crónicas de las alas rotas / y vuelven a repetirse las mismas historias.

Hasta siempre con el aceite de amor: hoy es más agradable para el alma sonreír que llorar.

 

Rosa Anca


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