Cine para llevar | Tiempos de videoclub

¿El streaming ha banalizado el ritual que representaba ver películas en casa?

03/11/2023.- A finales de los años 80, la única forma de ver películas en casa era comprando o alquilando cintas de video. En esa década y en la siguiente el negocio de los videoclubes viviría su momento de esplendor.

Recuerdo que ya con nueve años tenía carnet de un videoclub cercano a mi casa. Mi papá nos inscribió a mí y a mis hermanos, todavía recuerdo el número del documento que me daba derecho a llevarme las películas que quisiera: 883. En esa época los clubes de videos representaban la posibilidad de un negocio próspero, en todas las ciudades había uno.

Como sucedió años después como los cybers cafés, en aquel momento, los clubes de videos eran una novedad que pronto se convertirían en un éxito comercial, para posteriormente desaparecer. Ambos negocios con el tiempo dejaron de ser lucrativos debido a la masificación del internet.

En esa época existían dos formatos de películas para alquilar: VHS y Betamax, en mi casa contábamos con los dos equipos para verlas. No obstante, a finales de los 90, el VHS era el más moderno. Este permaneció hasta la llegada del DVD y el Blu-ray, que vinieron a sustituirlo.

En los años 2000 ya no solo se podía alquilar películas, también comprarlas en formato original o pirata. El mercado de la piratería se extendió muy rápidamente y dejó atrás los grandes negocios de alquiler de videos. Este fue el comienzo del final de la rutina del alquiler películas.

Streaming vs. formato físico

No se valora en su justa medida lo que tenemos a la mano, quizás por eso en esta época, la infinita cantidad de servicios de streaming han banalizado un poco la rutina romántica que envolvía ver cine en casa. Ver cine hoy es muy fácil.

Netflix, Amazon Prime y el resto de plataformas ofrecen una oferta enorme, por lo que muchas veces es difícil elegir. En esta época se filma más, pero no mejor, la cantidad es mucho más importante que la calidad, lo que nos deja a los espectadores de frente con una oferta gigante que muchas veces no tiene méritos.

En los tiempos de videoclub para ver películas, había que hacer el esfuerzo de salir, llegar al lugar y recorrer los grandes estantes, leer las sinopsis en las cajas. En el sitio siempre te topabas con gente, además de los encargados, que incluso sin querer, recomendaban alguna cinta. A la mayoría le gusta hablar de lo que les gusta y despotricar de lo que detestan.

Con ganas o sin ellas te veías en la obligación de escuchar esas opiniones y a partir de esos puntos de vista, elegir o desechar algún título. En el camino de regreso, al volver con las películas seleccionadas, probablemente pasabas por alguna tienda a comprar un dulce o helado, quizás la cena. Al volver permanecía la expectativa de saber si esa producción valdría la pena o por el contrario sería un fraude.

Tal vez en esta época es mucho más fácil tener acceso a todo el cine del mundo gracias al internet, sin embargo, a veces pienso que esa posibilidad abruma y le resta méritos a una actividad que anteriormente se valoraba más. Quizás de vez en cuando extraño poder ir a elegir como antes, perderme en los estantes, disfrutar tanto la búsqueda como el hallazgo.

Luisa Ugueto Liendo

@cluisaugueto

 

 

 


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