Tinte polisémico | Intereses transnacionales
03/11/2023.- Comprender las motivaciones que subyacen en las declaraciones y acciones políticas por parte de los voceros oficiales y en particular del gobierno guyanés, absolutamente contrarias al derecho internacional, en contraposición al respeto y al mantenimiento del orden regional, en torno a la soberanía incontrovertible por parte de la República Bolivariana de Venezuela sobre el territorio Esequibo, conduce, desde una perspectiva realista, a inferir sobre los intereses y necesidades que abrigan actores tan particulares como una transnacional petrolera: ExxonMobil Corp.
Resulta, desde un enfoque jurídico, constitucional, político e histórico, la absoluta legitimidad de los derechos de Venezuela sobre un territorio dotado por la naturaleza de incalculables riquezas, además de que por sus costas se permite proyectar la jurisdicción sobre las aguas marinas y la plataforma continental, en cuyo subsuelo se cuenta con reservas de hidrocarburos.
Cabe entonces la expresión "prisioneros de nuestra geografía", en el sentido de que debemos aproximarnos en el análisis e internalizar, por parte de toda nuestra ciudadanía, que una corporación norteamericana que se dedica a la exploración, producción, transporte, refinación, distribución y comercialización de petróleo crudo, gas y sus derivados ejerce y acciona en la geoeconomía de la energía.
Venezuela, en la orientación de su política exterior, enmarcada en la diplomacia de paz y en la contribución por un sistema pluripolar y multicéntrico, ha optado, como ejercicio de democracia plena y autodeterminación, por la consulta en referéndum consultivo, en virtud de constituir este un tema de interés del Estado venezolano y de su pueblo, y que, además, está contemplado constitucionalmente.
Un proceso de negociación entre las partes involucradas, como lo considera el Acuerdo de Ginebra de 1966, es el marco para que la República Bolivariana de Venezuela y la República Cooperativa de Guyana construyan el consenso, y que, en una atmósfera de armonía, se acuerden los términos que satisfagan a ambos pueblos, y por el usufructo de las generaciones futuras.
Indiscutiblemente, no escapamos a la dinámica y a la complejidad del actual sistema internacional, con instancias como la ONU, que representan entelequias inoperantes y carentes de poder de coacción efectivo, manipuladas por los aún pretendidos hegemones, desde donde operan instancias del poder financiero, comercial, militar, tecnológico, industrial, cultural y comunicacional.
Demandamos cambios desde el sur global. Conflictos como la guerra en Ucrania, el genocidio del gobierno israelí sobre el pueblo palestino y la aplicación de medidas coercitivas unilaterales son crudos ejemplos de que no cumplen con sus obligaciones de mantener la paz, la resolución y el evitar conflictos por medios pacíficos, así como velar por el futuro de la humanidad, sin discriminación.
Son las compañías multinacionales, transnacionales y globales los actores y operadores determinantes y generadores de conflictos entre nuestras naciones. Es la lógica del sistema capitalista. No podemos confundirnos.
Héctor E. Aponte Díaz
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