Retina | Dios supremacista

06/11/2023.- ¿Existe una idea más supremacista que aquella que supone que el único Dios verdadero es el tuyo? Esta idea se atribuye a los hebreos. Con mayor precisión se supone que es creación de Moisés, mitológico responsable de la tradición “mosaica” que se atribuye al origen de las tres religiones monoteístas del planeta, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.

Este postulado supremacista alcanza mayor nivel cuando se proclama que tienes el único dios verdadero y que, además, es solo el dios de tu pueblo, es decir: el resto de la humanidad venera falsos dioses. El "becerro de oro", el dios Apis de la religión egipcia, no solo hijo del dios Ptah, el dios creador, también es la manifestación viviente de Ptah.

En la visión mosaica, tampoco parecería de valor que otra gente venerara al “único dios verdadero”, porque ese dios habría escogido a una sola nación, la hebrea. Los demás pueblos estarían así excluidos de la bendición y de la protección de dios. Parece comprenderse de esa manera que ese dios no haya tenido reparos en matar, en una sola noche, a todos los varones primogénitos de Egipto.

Fue unos siglos después que surgió la versión monoteísta que nos trajeron desde Europa. Aquí llegó anegada ya en sangre. Vino en la misma época cuando imponía la fe con la leña en la que ardían vivos los sobrevivientes de las torturas aplicadas en ellas y ellos para salvar sus almas. Para ir al cielo tenían que morir en el infierno.

Es curioso que una idea religiosa que nació criticando y condenando las ideas bárbaras de adorar a los dioses con sangre y con el sacrificio de animales se haya estructurado a partir del imaginario de un dios que envía a su hijo, que también es él mismo, para ser sacrificado como un cordero de expiación.

Antes de la tradición de Moisés, cada pueblo tenía sus deidades y, lo más importante, eran tan parecidas que las distintas culturas las entendían con mucha transparencia. Un dios del mar, o una diosa del mar, era una deidad que tenía un ámbito de acción y que podía asumir otros nombres, incluso otro género, en otras regiones del mundo. Nadie mataba para cambiar los nombres de las deidades ni para cambiar los cultos.

Tener un solo dios ha costado muchos millones de vidas humanas. Las guerras religiosas ocurren entre religiones monoteístas, a veces de una religión contra otra, pero con mayor frecuencia entre opiniones distintas de una misma religión.

Freddy Fernández 


Noticias Relacionadas