Historia viva | ¿Por qué votar por la patria?

15/11/2023.- Nunca en la historia de Venezuela, ni de América y, cuidado si no, del mundo, se había convocado a un pueblo a opinar sobre un asunto trascendente como lo es su soberanía territorial. Eso es lo que hará todo el pueblo venezolano el 3 de diciembre de 2023. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela lo establece en el artículo 71:

Las materias de especial trascendencia nacional podrán ser sometidas a referendo consultivo por iniciativa del Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; por acuerdo de la Asamblea Nacional, aprobado por el voto de la mayoría de sus integrantes; o a solicitud de un número no menor del diez por ciento de los electores y electoras inscritos en el registro civil y electoral.

Es bueno que funcionarios como el Fiscal General de Colombia tomen ese ejemplo para llamar a un plebiscito sobre asuntos internos de Colombia, como lo hizo el día 11 de noviembre de 2023, o que voceros políticos de Guyana hayan llamado a sus jóvenes a discutir sobre el tema territorial, solo que adelantaron el debate con mentiras y extravagancias como las de solicitar a la Corte Penal Internacional una decisión sobre un asunto que es potestad soberana de Venezuela.

Hay un imaginario simbólico de pertenencia a un territorio que debemos defender, preservar y honrar como Estado, pero, sobre todo, como pueblo soberano e independiente. Por eso, el referéndum debe trascender al 3 de diciembre de 2023 y desplegar otras iniciativas que mantengan viva la llama de la soberanía sobre la Guayana Esequiba.

Unos antecedentes históricos revelados por Enrique Bernardo Núñez han mostrado que antes del Laudo Arbitral de 1899 —que despojó a Venezuela de la Guayana Esequiba—, EE. UU., Gran Bretaña y la Rusia zarista se habían repartido parte del mundo para entregar ese territorio a la monarquía británica.

Los acuerdos entre Inglaterra y EE. UU. por esos territorios fueron establecidos mediante componendas desde 1896, a espaldas de Venezuela. Los representantes venezolanos eran sometidos a esperas y los entretenían con "lecturas", revisiones y otras dilaciones para que llegaran cansados, sin voz y sin voto a un arbitrario laudo.

El discurso de Joseph Chamberlain, secretario de las colonias británicas en 1897, revelaba la patraña "diplomática", en el mejor estilo colonialista, al escribir:

La Comisión Americana determinará una línea no para Guyana ni para Venezuela, sino como antecedente para poner en vigor la doctrina Monroe. El hecho de nosotros cruzar esa línea será considerado como violación de esa doctrina y como un acto de guerra. Una política prudente aconseja que debemos abandonar la línea Schomburgk [nunca la abandonaron] y entrar en arreglos con Venezuela. Si este plan fallase, la alternativa es arbitramento o guerra.

Un "teatro diplomático", al mejor estilo de la majestad del cargo...

La reina Victoria, en la apertura del Parlamento británico, el 12 de febrero de 1896, también dejó ver entre líneas la mala fe que convocaron los "diplomáticos" de EE. UU. y Gran Bretaña, cuando su majestad señaló, ante los lores legisladores, que "… la pequeña diferencia (de GB) con Estados Unidos por causa del conflicto con Venezuela estaba en vías de un amistoso acuerdo…". No me digan que la brujería no existe, y dispensen, estimados lectores, la advocación a esta falsa mandataria, digna del desprecio de los seres humanos por su arrogancia imperial.

El presidente del tribunal arbitral que decidió a favor de Gran Bretaña fue Fiódor Martens, miembro del Consejo Imperial de Relaciones Exteriores de la Rusia zarista. Durante el lapso en el que se realizó el arbitraje, fue invitado a Inglaterra por la Cancillería británica, para cerrar el trato finalmente, pero, además, Martens había expresado una opinión de acercamiento y cooperación anglorrusa en el Asia Central. En un libro de su autoría, explicó cómo, mediante su actuación, Rusia obtuvo territorios en el Asia Central, Afganistán y Persia, favoreciendo las pretensiones de Inglaterra en un distante país allende el Atlántico, Venezuela (Briceño Monzón, 2019)*, según la publicación de su libro Rusia e Inglaterra en Asia Central, editado en Londres en 1897, a dos años del Laudo Arbitral de 1899.

En el presente, Guyana ha dilatado las negociaciones con Venezuela establecidas en el Acuerdo de Ginebra, mientras han ocupado el territorio de la Guayana Esequiba, acordado contratos petroleros con ExxonMobil y otras transnacionales y, como anunció el vicepresidente Barratt Jagdeo, ya efectuaron contratos mineros al recibir de la transnacional norteamericana Hess Corporation (Chevron) 750 millones de dólares, para la dizque explotación de carbón, durante un período de diez años, cuando sabemos que detrás de eso está el oro del Barima, Cuyuní y Mazaruni, en el límite con el Estado Bolívar.

Para asegurar esas inversiones localizadas en territorios en litigio, Estados Unidos "justifica" la escalada militar que está desarrollando en la región y que en 2023 ha tenido tres episodios: 1) los ensayos de operaciones marítimas multinacionales frente a las costas de Colombia (Unitas LXIV), en junio de 2023; 2) los ejercicios militares Tradewinds 2023 en aire, tierra y mar, en Guyana, en julio de 2023, y 3) los ejercicios de las Unidades Especiales de su ejército en combinación con el ejército brasileño, en la zona norte montañosa de Brasil, realizados entre el 6 y el 16 de noviembre de 2023, es decir, que todavía se encuentran en desarrollo.

La paz esté con nosotros… "pero no basta rezar"...

 

Aldemaro Barrios Romero

Correo: venezuelared@gmail.com

YouTube: @viajeeneltiempo4348

 

Referencia:

*Briceño Monzón, C. (2019). A 120 años del fatídico Laudo de París de 1899. Prodavinci. https://prodavinci.com/a-120-anos-del-fatidico-laudo-de-paris-de-1899/


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