Cívicamente | Cambio de nombre (II)

El cambio del nombre es un procedimiento tan individual y personal como el propio nombre

16/11/2023.- La última vez que nos leímos por aquí me referí al cambio del nombre en Venezuela y expuse mi parecer respecto a que el nombre nada tiene que ver con el sexo de una persona, masculino o femenino. Contrariando así a los que dicen que los hombres y mujeres trans, que pretenden cambiarse el nombre, buscan con eso un cambio de sexo en sus documentos de identidad.

Recibí por ese artículo varios comentarios y los más fueron en torno a que los motivos para el cambio son muy subjetivos, que no había una causa que de alguna manera fuese determinante per se y que todos parecieran pasar por el razonamiento del funcionario que decide, si le parece o no que un nombre sea infamante, o que exponga al escarnio público, o si atenta o no contra la integridad moral, honor y reputación.

Pueda que sí, que los supuestos sean del color del ojo que los mira, que tengan que ver mucho con las distintas visiones del mundo y experiencia personales de cada quien, pero la ley establece que es el solicitante quien tiene la carga de decir cómo afecta el libre desenvolvimiento de su personalidad el nombre que quiere cambiar, no dice que esto deba ser validado por el registrador civil; es el solicitante quien bajo argumentos lógicos lo determina encausado en alguno de los supuestos de procedencia.

Entonces, sí hay mucho de subjetividad en este tema, pero vinculada a la del solicitante. Este tema tiene que ver con cómo se siente el individuo con su nombre o de cómo lo hace sentir su nombre para quererlo cambiar. Es común juzgar los nombres por feos o bonitos, pero hay nombres que pueden tener significantes negativos en la vida de alguien.

Celia, me parece que es un nombre muy bonito, pero si el apellido del padre es Cruz, de pronto para una adolescente puede resultar incómodo que sus compañeros del liceo griten, "¡azúcar!", cada vez que la ven pasar.

Igual, José Gregorio, es un nombre además de común, muy normal, pero si el apellido de quien lo lleva es Hernández puede resultarle molesto que al verlo sus compañeros de trabajo se persignen.

Llamarse Omar, Manuel, Pedro o Miguel puede que sea normal, pero si alguien con ese nombre asesina a una mujer y por coincidencia, el hijo que queda huérfano se llama igual, ¿cómo puede sentirse alguien que tenga el mismo nombre del asesino de su madre?

Por eso no hay motivos taxativos para el cambio de nombre, hay unas circunstancias en las que el solicitante encuadra su pretensión y convence con que ella afecta su libre desenvolvimiento, que termina siendo algo tan individual y personal como el propio nombre.

Carlos Manrrique

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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