Al derecho y al revés | Gustavo Petro, Milei y nosotros

22/11/2023.- Muchas veces, Argentina resulta sorprendente. Y hace poco volvió a sorprender, en especial, a quienes no quieren entender…

Apenas conocidos los resultados de la elección, en el abanico de la izquierda latinoamericana comenzaron las declaraciones de inconformidad y poco faltó para que alguien señalara al estrafalario ganador como tramposo.

"Perdió la democracia", bramaron desde Twitter —que ahora llaman X—, mientras algunos, desde la comodidad de un teclado y la lejanía del espacio, proclamaron que "los argentinos se equivocaron" o que "algunos del gobierno traicionaron".

A ver: la democracia solo habría perdido si un generalote de aquellos que masacraban a su pueblo, al tiempo que se rendían a los británicos en las islas Malvinas, hubiese dado un golpe de Estado para frenar a Milei y dejar sin poder al peronismo del siglo XXI.

Los que reclaman "la equivocación del pueblo argentino", extrañamente son los mismos que, hasta hace poco —y entre sus mantras preferidos—, recordaban boberías como "¡El pueblo nunca se equivoca!" o "¡La voz del pueblo es la voz de Dios!".

En cuanto a la presunta "traición", uno, desde la teoría democrática, les debe recordar a estos pitecántropos que el voto es libre, lo cual incluye los juramentos…

Soy liberal y, siendo venezolano, me es difícil entender a los argentinos que, por lo demás, quizás son el pueblo más culto de América (incluyendo, por supuesto, a los Estados Unidos y Canadá). Pero también son contradictorios y desde todos los polos gustan de reducir las ideologías a cartillas diseñadas para ser repetidas por militantes con el cerebro lavado.

No en balde, uno de los argentinos universales —y me refiero a Jorge Luis Borges, no a Messi, el futbolista…— odiaba tanto el tango como a Gardel, su más universal intérprete.

Según el insigne escritor, "esa musiquita de cabarets debilita la recia personalidad del cuchillero porteño". Con semejante razón, JLB siempre quiso ser británico.

Pues bien, y siguiendo la ruta de sorpresas que llevó al ciudadano Milei a ser Presidente, la primera fue que el candidato contrasistema no aparecía como ganador de la primera elección —de las tantas que en Argentina ocurren antes de la final—, pero ganó.

Para la segunda —que allí es obligatoria—, se descontaba el triunfo de Javier Milei, pero perdió ante un burócrata responsable de la hiperinflación que azota a la Argentina, es decir, Massa.

Y en esta, a pesar de que las encuestadoras serias señalaban a Milei como ganador, entre el trabajo de las redes y las declaraciones de encuestadores —que allí, como aquí en Venezuela, los hay que siempre están vendiendo sus presuntos resultados—, Massa debía ganar; pero perdió con Milei.

Como dije, soy liberal, pero, de ser argentino, jamás habría votado por alguien que, por más que se diga liberal, tiene otras características negativas que se deben tomar en cuenta.

Una, el que entre sus donantes aparezca, en primer lugar, un ciudadano argentino-israelí que hizo su dinero mediante chanchullos y luego se fue de Argentina. Ahora vive lejos del brazo de la ley.

Otra, que Milei repite, a manera de mantras, argumentos imposibles de llevar a cabo, como que piensa eliminar el Banco Central.

No se trata de que casi todos los países tengan su banco central, sino de que, bajo las condiciones paupérrimas de la economía argentina, eliminar el Banco Central es poner a la banca nacional como un blanco amarrado o un tiro al piso para que hagan su agosto los bancos extranjeros y en un tiempo sean estos los entes que manejen la economía del país.

Para Milei, gobernar va a ser difícil y no solo porque sus propuestas son vagas o recuerdan los planes del liberalismo de hace siglo y medio, cuando las economías no se habían desarrollado y hasta había esclavitud en el mundo. Es que por no tener mayoría en el Congreso, tendrá que pactar con lo que queda, es decir, con sus enemigos.

Finalmente, comenzando a leer un libro que me obsequió el presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la Feria Internacional del Libro 2023, allí veo lo que al autor le escuché en una conferencia, digamos, académica —y por qué no, magistral—, que confirma aquella frase lapidaria del Libertador cuando dijo que "Colombia era una universidad y Venezuela, un cuartel". El atraso de la intelectualidad hispanoparlante, por la que, como nos recordó el Presidente colombiano, "unos se quedaron leyendo al alemán —Carlos Marx—, a veces sin comprender lo que leían, y otros, a Adam Smith".

Para Gustavo Petro, es la juventud de estas repúblicas la que queda obligada a desarrollar un compendio de ideas para este siglo que todo lo ha cambiado.

Coincido con Gustavo Petro. A nuestra generación, ya en fase de despedida, nos queda apoyar a estos jóvenes y limpiar el camino, que han de transitar, de tantas mentiras, lugares comunes que no se cumplen, burocracia inepta y corrupción, que me late fue la mayor causa para que el ciudadano Massa haya sido derrotado por Javier Milei.

 

Domingo Alberto Rangel


Noticias Relacionadas