Retina | Tiranía de la libertad

27/11/2023.- "Entre el fuerte y el débil, entre el rico y el pobre, entre el amo y el criado, la libertad es lo que oprime, y la ley, lo que libera". Esta sentencia fue pronunciada en 1848 por Henri-Dominique Lacordaire y citada por el intelectual búlgaro-francés Tzvetan Todorov en su libro Los enemigos íntimos de la democracia, en el que denuncia el ascenso de la ultraderecha en la vida política de Europa y del mundo.

Se trata de una obra rara y valiosa entre los trabajos de Todorov, un teórico exitoso en el campo de la lingüística y de la historia del pensamiento, un anticomunista declarado, un partidario de las ideas liberales de derecha, y, sin embargo, como muestra en este texto, un claro adversario de la ultraderecha, que advierte sobre los peligros para la democracia que encarna el pensamiento ultraliberal, disfrazado como "natural" y como "defensor de la libertad", justamente el ropaje con el que acaba de triunfar Milei en Argentina.

Como han decidido escribir los editores, en este libro Todorov "denuncia que los peligros que acechan a las democracias occidentales no son tanto externos, como se nos ha querido hacer creer, invocando el terrorismo islamista, los extremismos religiosos o los regímenes dictatoriales, sino internos".

Igualmente, Todorov explica que el éxito de estos enemigos es posible por las carencias propias de los regímenes de los países occidentales, que se han entregado a los dictámenes de las agencias privadas de calificación, que dirigen sus decisiones. Se conforma así una situación que escapa al control político de la ciudadanía y, por tanto, niega la existencia de la democracia "porque ya no es el pueblo el que detenta el poder".

"El ultraliberalismo [postula Todorov] coloca la soberanía de las fuerzas económicas, encarnadas en la voluntad de los individuos, por encima de la soberanía política, sea del tipo que sea".

Explica en su libro que uno de los puntos importantes en la construcción de la ideología ultraliberal, presentada hoy como libertaria, lo constituye el hecho de que en el siglo XVIII, en Francia e Inglaterra, se comienza a concebir la economía como separada de la política, la moral y la religión. Así, progresivamente, elude todo juicio de valor. La "prosperidad" de la economía pasa a ser un objetivo en sí mismo desprovisto de moral, de compromisos con la gente y de responsabilidad democrática.

Esta tendencia, que dice defender la libertad de los individuos, es una farsa que —al rechazar toda intervención del Estado y conceder libertad sin restricciones al mercado y a las empresas— entrega como esclavos a los individuos para ser manejados al antojo de las empresas que sobrevivan a la barbarie de la economía que prefiguran. Todorov recuerda que la democracia requiere limitar todos los poderes, no solo los del Estado, sino también los de los individuos poderosos. "La libertad que tienen las gallinas de atacar al zorro es una broma".

Estos supuestos "libertarios [nos dice] presentan su doctrina como una sumisión a las leyes de la naturaleza" y desde esta posición denigran de las políticas económicas que presentan como actos voluntaristas que no se corresponden con la realidad, la que, recordemos, se corresponde con lo natural.

En palabras de Todorov,

... la voluntad en sí es natural a los hombres. Partiendo de ahí, las dos categorías, naturaleza y voluntad, no se oponen. La voluntad de hacer proyectos no es menos espontánea que su ausencia y, por eso, la economía no intervencionista no es más "natural" que la economía dirigida.

Agrega que "tener que elegir entre naturaleza y voluntad es ya una manera de optar por la voluntad". Así, concluye que "la verdadera oposición se sitúa no entre ellas, sino entre la voluntad colectiva (estatal) y las voluntades individuales".

En su libro nos advierte que los modos de accionar político de la ultraderecha son el populismo y la demagogia, caracterizados por acertar en la identificación de las preocupaciones más generales de la gente y proponer soluciones muy fáciles de entender, aunque sean imposibles de aplicar.

La posición de Todorov es lúcida y pesimista frente al modelo de la democracia occidental que defendió siempre. Deja escrito que "la democracia, carcomida por sus enemigos íntimos, que ella misma engendra, ya no está a la altura de sus promesas".

 

Freddy Fernández

@filoyborde


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