Vitrina de Nimiedades | El microcosmo del comentario

“Por estas cosas pago internet”, refrán de la clase social media militante

02/12/2023.- Un evento impactante deja secuelas, amores, odios (según sea el caso) y, por supuesto, comentarios. La llamada gran prensa, las plazas y hasta las calles del pueblo más recóndito lo confirman desde hace muchísimos lustros. Casi nada pasa en la faz de la Tierra sin que alguien emita un juicio, una versión alternativa, una inquietud o un chiste. Y esas impresiones también evolucionan al ritmo del mundo digital. Tanto, que se inmortalizan en los comentarios de las publicaciones en redes sociales.

A diferencia del cuchicheo cotillesco entre vecinos, compañeros de trabajo o simples transeúntes, el comentario en los entornos digitales tiene unos poderes extraordinarios. De las respuestas a un post pueden nacer 1.000 conversaciones cruzadas. Basta leer una sola y empezar a descubrir la existencia de famosos que jamás habíamos visto, recibir información irrelevante, pero escandalosa, y descubrir que uno jamás termina de perder su capacidad de asombro. Puede tomarse el tiempo necesario para ir, venir y releer antes de pasar a otra cosa porque, paradójicamente, no está en nuestros planes volver a ese hilo de mensajes.

El comentario en el mundo digital también tiene otro poder: matar la intencionalidad de cualquier publicación. Basta una cosa fuera de orden para llevar la conversación a otra dimensión. Un: “¿Vieron lo mismo que yo?” es un potente distractor que reunirá a pícaros y despistados en otra charla: los primeros para agregar su dosis de polémica y los segundos para pedir auxilio en su extravío. ¿Y el post? ¿Y el video? Se perdió el esfuerzo, mi querido community manager.

Otra suerte corren las publicaciones que tienen el revuelo en su ADN. Una pelea, un anuncio escandaloso, una foto reveladora, una crítica despiadada, un video de un evento disparatado o unas palabras candentes serán suficientes para ver los comentarios on fire. Se abrirán conversaciones paralelas, lo inadvertido marcará la pauta y pasaremos del texto a la imagen según la intención de cada participante. Una frase será respondida por un GIF, un fragmento de video realmente histriónico e ilustrativo; un sticker, una imagen fija y poderosa; o un emoji, un gráfico que resume intenciones y posiciones.

Cuando este tipo de conversaciones se desata, los voyeristas digitales saltan a disfrutar esta especie de Torre de Babel transmedia. Algunos no dudan en poner su toque controvertido con frases como “Yo solo vengo a leer los comentarios” o “Estaba triste, pero estos comentarios me hicieron el día”. Y es que, a riesgo de perder puntos ante los defensores de las formas expresivas tradicionales, los comentarios están cerca de considerar un microgénero del mundo digital.

Así como son una forma de expresión, también pueden ser un dolor de cabeza para administradores de sitios web y redes. Moderar lo que escriben los usuarios también es un terreno minado de contradicciones, donde se cruzan las audiencias, la necesidad de construir una imagen de tolerancia y las expresiones “sin filtro”. Hasta la mejor intención sucumbre ante el microcosmo del comentario.

Rosa E. Pellegrino 

 

 

 

 

 

 

 

 


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