Estoy almado | El regalo de Capriles a Guyana

09/12/2023.- En los últimos veinte años, el antichavismo ha difundido toda clase de bulos a través de los medios, y ahora mucho más por las redes sociales. Con su accionar han trastocado más o menos la psique de sus correligionarios. De ahí la razón por la cual un sector del país anda en un permanente laberinto de extravíos, frustraciones y contradicciones. 

La fórmula que utiliza el antichavismo es simple: decir lo que sea sin importar si es verdad o mentira. Oponerse al gobierno justifica cualquier cosa; no hay límites. Para ello se vale desde arremeter contra la noción de Estado-nación hasta solicitar una invasión, a costa de la vida de la población. El antichavismo cree ciegamente en que la batalla política contra el gobierno implica poner en jaque al país y conducirlo al límite de su autodestrucción. De eso hay numerosísimas pruebas y ejemplos por doquier, incluyendo golpes, violencia callejera e intentos de invasión. Clasificar cada episodio daría para producir varios tomos. 

Sin embargo, lo que ocurrió con los resultados del referendo consultivo en defensa de nuestros derechos históricos sobre la Guayana Esequiba sobrepasa los límites del infundio. No por la mentira en sí misma (que ya es grave), sino por lo que han causado con ella. 

El día después del referendo, Capriles ocupó los titulares principales de casi todos los medios de Guyana. Su falsa versión de que hubo casi 90% de abstención en la consulta electoral se convirtió en el argumento principal utilizado en Guyana para presentarnos a los venezolanos como unos orates, que nos descontrolamos sin sentido alguno con el referendo. 

No es una sorpresa, pero como venezolano sí avergüenza lo que puede hacer el antichavismo en un momento crucial para defender lo nuestro. Contrasta, por ejemplo, con la oposición de Guyana. Allá nadie ha hecho algo similar; toda la oposición cierra filas con la defensa de su país, a pesar de las profundas diferencias con el gobierno guyanés.

Capriles propagó el bulo al tergiversar una declaración del presidente del Poder Electoral, Elvis Amoroso, cuando este habló de los 10 millones de votos, en vez de votantes, durante el primer boletín de resultados. Si tienes claro el principio de un elector, un voto, que rige las elecciones del país, es una locura pensar que se trataba de 10 millones de votos divididos entre cinco preguntas. Cada persona representaba un voto, indistintamente de la cantidad de preguntas, sin importar si en algunas la opción del sí era mayor o menor.

Aunque el CNE luego dijo que, en efecto, se trataba de 10 millones de personas que votaron, la especie de Capriles tuvo —y tiene— alto volumen en los medios guyaneses. El opositor fabricó una mentira ideal, la cual es de provecho político, diplomático y jurídico en Guyana. Por si fuera poco, esa falsa tesis antichavista fue amplificada en el mundo por la autodenominada Plataforma Unitaria, la cual, mediante un comunicado, cuestionó los resultados. Con eso creen que están haciendo contrapeso a Maduro, cuando en realidad deslegitiman la lucha que emprende Venezuela por la verdad histórica en el Esequibo, tal cual lo hace el gobierno de Guyana utilizando la premisa del fraudulento Laudo de 1899. 

En el plano internacional, la falsedad de Capriles hoy es la pieza de propaganda favorita de Guyana para convencer a los países en el Caribe, en Norteamérica y en Europa de que la exigencia de Venezuela con el Esequibo no cuenta con apoyo popular de los venezolanos. Quiere hacer creer que solo es una treta del gobierno de Maduro para "desviar" la atención de nuestros problemas económicos.

En Guyana, con lo que dijo Capriles, los medios le han hecho creer a la población de ese país que nosotros somos peligrosísimos; casi que fuimos poseídos por una extraña maldad que pone en peligro su existencia. Sin embargo, uno de los nuestros coterráneos, Capriles, "reveló" toda la verdad.

Como consecuencia, hay un aumento de xenofobia en Guyana para cualquiera que hable español. Mucho más si es venezolano. Eso se suma a la tensión permanente en la cual está sumida la sociedad guyanesa. En la calle creen que Venezuela quiere acabar con ellos. Por supuesto, el Presidente guyanés ha contribuido con esa angustia. El propio día de la votación en el referendo, el mandatario guyanés, en cadena de radio y televisión, a las seis de la mañana, le decía a la población que "mantuviera la calma", que "todo iba a estar bien". Dicho de esa manera, cualquiera que estuviera tranquilo antes de escuchar la declaración presidencial pasaría a estar en alerta máxima. 

En medio de ese clima social tenso, lo dicho por Capriles después del referendo fue como un combustible para encender la paranoia colectiva en Guyana. Un policía detuvo a un influencer mexicano pensando que era venezolano. Asustado, el joven le preguntó al oficial qué pasaba, que si había una guerra. El efectivo policial, dubitativo y muy confundido, soltó: "No lo sé, no estoy seguro". El influencer prácticamente fue sacado a trompicones de ese país. Ya fuera de Guyana, dijo que más seguro se sintió cuando visitó Corea del Norte.

El diario The Guyana Chronicle publicó una columna con el título: "No dejes que Maduro juegue con tu mente". Freddie Kissoon, el autor del escrito, se basó en la mentira de Capriles para subrayar que el referendo fue fallido, por tanto, Maduro — escribe— "seguirá inventando más juegos que seguirán creando fatiga mental entre los guyaneses".  

Estoy seguro de que si a los habitantes de Guyana les mandáramos a Capriles por tres meses, se darían cuenta de que usarlo como fuente produce más que una fatiga mental. Hastiados de él, comprenderían que la movilización electoral en el referendo fue tan cierta como el aire que respiramos. 

Aunque en el fondo estoy seguro de que Guyana sabe de la falsedad de Capriles, solo que lo usan como arma de guerra para confundir al mundo y a su propio pueblo. Se ratifica, una vez más, que nuestra oposición es más útil para objetivos foráneos que para los intereses nacionales.

 

Manuel Palma 


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