Derreflexión | Enfermar en el ámbito laboral

Las organizaciones deben considerar las expectativas personales de su talento humano

Actualmente, son muchas las personas que manifiestan sentir una sensación de vacío o tedio, a pesar de que puedan ser consideradas como personas exitosas, en términos de los valores culturales del momento. 
 
Esta situación hace oportuna recordar que para el filósofo Max Scheler el ser humano, a diferencia del resto de las especies, cuenta con la capacidad de “libre contemplación de lo posible”, la cual es retomada por el filósofo y psiquiatra Viktor Frankl, para quien la persona es el único ser que posee voluntad de sentido, es decir, la “habilidad para recibir o encontrar sentido, no solamente en lo que es, sino también en lo que puede ser”. 
 
Pero el sentido está en el mundo, en el exterior. Las personas captan lo que tiene sentido para ellas y lo hacen propio. De modo que, el ser humano no es solamente quien es, sino quien puede llegar a ser. 
 
Los seres humanos se desarrollan con posibilidades y limitaciones en el mundo, atendiendo sus dimensiones bio-psico-social y espiritual. 
 
Se trata de una visión antropológica desde la cual todos tenemos la responsabilidad de responder a los condicionamientos de la vida por medio de nuestra última libertad: nuestra actitud. 
 
En este sentido, la persona es un ser siendo para llegar a ser. Por ello, Frankl plantea que hay tres vías para acceder al sentido: a través del amor, el trabajo y el sufrimiento. Cabe destacar, respecto a esta última vía, que el sentido no lo tiene en sí, sino a partir del padecimiento de una situación límite desde la cual se puede encontrar un significado. 
 
Estos caminos se corresponden con los valores que ha desarrollado Max Scheler: los de vivencia, amar a alguien o algo, el encuentro con la naturaleza y la apreciación de lo armónico; los de creación, referidos a hacer o producir algo y los de actitud, que pueden surgir en situaciones que no tienen salida.
 
Siguiendo a Heidegger, la angustia permite que el ser humano evite la caída en lo impersonal. Esto quiere decir que la pregunta por lo que falta también abre una puerta de búsqueda de sentido para cada quien. Lo auténtico se va desplegando, en tanto que la persona se va encontrando y realizando, situación por situación. 
 
Frankl indica que hay dos polos que rigen en la sociedad: el éxito y el fracaso. Pero, muchas personas refieren tener éxito y aun así sentirse vacíos. 
 
A partir de la experiencia de Frankl en los campos de concentración plantea que la persona es autorrealización. Aunque no niega la importancia de los niveles que propone la pirámide de Maslow, que van desde las necesidades básicas hasta la realización de valores, Frankl no considera que la autorrealización sea el fin último y agrega la noción de autotrascendencia. 
 
Esto lleva a Frankl a plantear que: “Sobrevivir no puede constituir el máximo valor. Ser hombre significa estar preparado y orientado hacia algo que no es él mismo (…). Psiquiatras militares en todo el mundo pudieron confirmar que aquellos prisioneros que lograban sobrevivir eran los que estaban orientados hacia un futuro, hacia una meta en el porvenir, hacia un sentido que pudiera cumplirse en el futuro”.
 
De esta manera, Frankl va hilando su noción de lo saludable, que no supone solo un equilibrio, sino una tensión necesaria. Para comprenderlo, se puede recurrir a la metáfora de la cuerda de una guitarra que, para emitir sonido, debe tener cierta tensión en sus polos. Si está laxa, no suena. Si la tirantez es excesiva, se corta. Pero, en su rango esperable, puede ser en su función.
 
De todo ello, podemos retomar pla idea de que muchas personas enferman hoy día y expresan síntomas de abulia, agotamiento, disminución de la autoestima, desinterés generalizado, dificultad para mantener la concentración, entre otros. 
 
En el ámbito laboral esto es común, algunos empleados no “suenan” por desinterés o enferman porque se “rompe su cuerda”, debido a un exceso de tensión. 
 
Los factores que influyen en dicha ruptura pueden ir desde la ruptura de un contrato simbólico, cuando un empleador ofrece un puesto con crecimiento, capacitación y beneficios, que no coincide con la realidad, hasta el acoso moral en el grupo, o mobbing, que pueden llevar al trabajador al miedo y la angustia. 
 
Igualmente, el exceso de tareas asignadas supone una presión para el trabajador. Esto sucede mayormente en tiempos de recorte presupuestario, en donde predominan las bajas de personas de un equipo, por jubilación, renuncia, licencias médicas u otros y, al no poder contratar nuevo personal, las tareas quedan redistribuidas entre los mismos miembros del equipo. 
 
Esto lleva a que muchos trabajadores tengan dificultad para establecer límites, baja autoestima, trastornos del estado de ánimo, trastornos orgánicos, como afecciones tiroideas; problemas como tedio, duelo, vacío existencial, entre otros. 
 
Es necesario que las organizaciones consideren las expectativas del personal, procurando mantener factores motivacionales que complementen el salario. Si la persona logra desplegar su potencialidad, se sentirá plena, bien sea en los éxitos o en los fracasos. Al mantener una actitud de búsqueda constante de sentido, es más posible sobrellevar el sufrimiento inherente a la condición humana. 
 
 
 
 
 
Isbelia Farías
 
 
 
 

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