Comentarios noticiables | Paz, desesperación y esperanza

O evitar el horror de la guerra

30/12/2023.- Hay hechos brutales de la delictiva actividad de los perros de la guerra que jamás podrán ser olvidados por los pueblos. Por ejemplo, tenemos, en el presente contexto político, dos casos que se fijan con firmeza en la conciencia humana. Se trata de Palestina y Ucrania, que constituyen un ejemplo más de la esencia cruel y profundamente inhumana de Estados Unidos (EE. UU.) y sus aliados, los cuales tratan de dar al mundo una imagen amable de un sistema social que en realidad promueve la limpieza étnica y su intensificación, sin distinción y en forma aplastante.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) contempla el deber de afianzar los esfuerzos colectivos de sus miembros para asegurar una paz firme y duradera; pero, en estos momentos, no ha encontrado apoyo activo para frenar el genocidio del Estado de Israel contra la población civil en Palestina. Cabría preguntarse para qué sirve entonces ese organismo mundial si no hace cumplir sus propósitos y principios. Algunos de ellos son el arreglo de las controversias entre sus miembros por medios pacíficos y la abstención de recurrir a la amenaza o al uso de las fuerzas contra la integridad soberana y territorial de cualquier Estado, u otra forma incompatible con la Carta de la ONU.

Para preservar la paz en el mundo, el 30 de noviembre de 1981, la Asamblea General de la ONU, mediante resolución 36-67, proclamó el 21 de septiembre como el Día Internacional de la Paz, para vigorizar ese ideal en cada nación y cada pueblo, y mantener la fraternidad entre ellos; y también actuar a tiempo con determinación y ánimo para atajar los conflictos.

Estas palabras lucen sencillas, pero a la vez resultan impresionantes y comprometedoras, pues nos dicen que no hay otra cosa más importante que la paz. Conforme a esto, se ha llegado en la ONU a muchas resoluciones con las que se han entregado aportes constructivos, en aras de salvaguardar a la humanidad de un infierno nuclear. Sin embargo, a pesar de las exhortaciones a EE. UU. y a sus aliados para que se abstengan de toda acción —o amenaza de acción— que pudiese seguir empeorando la situación en Palestina y en Ucrania, el irrespeto al derecho internacional es un procedimiento usual para ellos.

Ya es hora de que en el seno de la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU se ordene urgentemente asentar en las zonas fronterizas de esos países en conflicto bélico (Palestina e Israel; Ucrania y Rusia) las Fuerzas de Paz (cascos azules), conformadas por militares procedentes de ejércitos nacionales de todo el planeta. Así, la humanidad puede dejar la desesperación a un lado y mantenerse esperanzada de sostener el carácter antinazi, antifascista y antisionista que ha venido demostrando en centenares de manifestaciones en distintos lugares del mundo.

Contribuir a la paz y la seguridad mundiales, arrinconando la imposición y el dominio que hacen insostenibles los derechos de los habitantes del orbe, es un deber de todos los movimientos sociales y políticos del mundo. El derecho a la paz, a vivir en paz, implica cesar en la creencia de que unos son los virtuosos y acertados, y otros, los errados; unos, los generosos en todo, y otros, los menesterosos en todo.

Es tiempo de dotar al sistema de la ONU de un nuevo mecanismo de concertación internacional que garantice rapidez en la consecución y conservación de la paz en el presente contexto de guerra. El cinismo y la desfachatez con que EE. UU. veta todo lo que huela a acuerdo de conciliación en la ONU debe modificarse desde la fuerza de la razón y la justicia. En estos últimos días del año 2023, los líderes del mundo deben velar por el porvenir de la paz, como derecho inalienable y premisa.

 

J. J. Álvarez


Noticias Relacionadas