Al derecho y al revés | Ah, gentecita anacrónica...

04/01/2024.- La maldad no duerme y la ambición tampoco descansa, como reza la letra de un viejo tango.

Y ese atavismo, que es capaz de fastidiar la vida cotidiana de la gente trabajadora y decente, no toma vacaciones en diciembre.

Asunto extraño, porque desde tiempos inmemoriales el ser humano se toma unos días de descanso, generalmente, el último mes del año.

Máxime cuando en diciembre los cristianos celebramos el día en que —sea verdad o no— nació un profeta que cambió de manera radical el punto de vista de su religión hebrea… para bien.

Jesús de Nazareth, si bien siguió con la tradición judía de un solo dios, corrigió la salvaje y despiadada tradición del "ojo por ojo" que —elevada a la potencia que usted quiera poner— está siendo usada hoy en la masacrada Palestina por el gobierno de Israel.

A partir de entonces, y con miles de años de cambios, quedó sentada la tradición aceptada de un mes en el que, aun no siendo cristianos —e incluso siendo el usuario ateo—, se intentaba ser mejor porque, a fin de cuentas, todos somos hijos de Dios, de un dios del amor entre humanos.

Bien, esa larga presentación fue para mencionar que, pocos días después de la Navidad, comencé a recibir, por distintas vías, mensajes de supuestos conocidos que me instaban a "comprar comida" porque venía algo grande…

Esos mensajes me llegaban porque siendo liberal, no alineado y menos polarizado, unos me atacan por "chavista" y otros por "derechista", cuando lo que generalmente soy y así me comporto es como independiente.

Ya en las cercanías del Año Nuevo, y a pesar de que como pude rechacé los mensajes, una persona a la que le tengo respeto profesional y personal me enseñó un supuesto video en el que se mostraban unos aviones de combate, artillados, que daban piruetas y cabriolas sobre supuestos cerros de Mérida, ciudad que los Rangel conocemos, y que en mi caso queremos como si allí hubiese nacido.

Vi el video, y no mencioné que esas montañas no parecían los picos de Mérida. Luego, cuando pude capturar el video de X, me di cuenta de que el avión al que filmaron de barriga no era un F16 y tampoco ninguno de los aviones de nuestra FANB, que supuestamente había protestado sobre la capital emeritense.

Investigando, en primer lugar, encontré que la mayoría de los mensajes provenían de sitios web donde le hacen con frecuencia carantoñas a Mari Cori —lo cual es comprobable— y, en segundo, que esa gente no tiene compón, como decimos los caraqueños.

Por eso ya ni en EE. UU. los apoyan, o al menos ya no como carta ganadora, e incluso si los yanquis fuesen más serios, declararían a la candidata "enemiga de EE. UU.", lo cual merece corta explicación.

A ver: como vengo recordando, para los yanquis, nosotros, nacidos al sur del río Grande, somos humanos, pero de segunda o tercera clase.

Para la élite que gobierna ese país —que fue muy poderoso y que está a punto de perder la guerra de Ucrania—, sus intereses siempre privarán sobre cualquier otra consideración. Es decir, no lanzan puntada sin dedal, como decían las abuelas cuando se remendaban las prendas viejas en la casa.

Y después de la catástrofe del gobierno de Trump —que, al igual que los tahúres, prometía a Venezuela lo que no podía cumplir porque su equipo de bandidos siempre buscó invadir nuestro país, con la complicidad de Mari Cori, entre otros—, vistos los resultados, en EE. UU. lo que menos desean es que nuestro país se desestabilice y aumente la inmigración ilegal de venezolanos a través de los caminos verdes.

Y eso es lo que cosecharía una candidatura de Mari Cori, quien, sabiéndose perdedora, hará lo posible por seguir los consejos de aquel rey francés que decía: "Después de mí, el diluvio".

Esa es la razón por la que en un mes donde todos descansan —menos la ambición y su hermana, la maldad— estos idiotas inventan "ruidos de sables", que, si bien son inexistentes, revelan lo atrasados que son quienes los propalan.

Atrasados e ignorantes. La aviación siempre es un cuerpo de apoyo, y los militares hace siglos que guardan con orgullo los sables en sus casas, porque usarlos en las calles es como anacrónico…

¿Pero qué se puede esperar de quien supone que debe ser Presidenta por tener la sangre de un color distinto al resto de los humanos?

 

Domingo Alberto Rangel


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