Estoy almado | El nativo digital

08/01/2024.- El veinteañero Rubén se despide de una inusual reunión presencial (tiene muy pocas) con amigos con la siguiente expresión: “Abrazos”. Muchas carcajadas resonaron antes de irse. Obviamente, el joven pudo despedirse dándole un abrazo a quien quisiera. Pero en lugar de eso, se le salió aquella frase. No está negado al contacto humano, al menos, no de modo consciente. Al decir aquello solo repitió el mensaje que a diario envía cuando se despide de las reuniones virtuales con sus amigos, familiares y compañeros del trabajo. Para Rubén fue un acto de interacción virtual, mas no humana.  

Rubén confesó luego que lo ocurrido refleja el exceso de pantalla en su vida, de su vida virtual que lo absorbe desde que se levanta hasta que se acuesta. Puede faltar cualquier cosa en su vida, menos un celular con conexión a internet y acceso a redes sociales. ¿Quién lo puede culpar? Nació después del Iphone. En las estadísticas es clasificado como un nativo digital. 

Se trata de un perfil que identifica a jóvenes con altas habilidades frente a una pantalla, pero algo despistados e ingenuos al momento de socializar y desenvolverse en la vida real.  

Cuando “consumen pantalla” (me atrevo a decir que es la nueva adicción del siglo XXI) se quedan absortos frente a su dispositivo virtual. El nivel de dopamina que esto le genera puede ser más adictivo que cualquier otra vieja droga del siglo pasado. Para ellos es más fácil hacer scroll (desplazar con el dedo en la pantalla toda la avalancha de contenidos), que pedir perdón o reconocer una sonrisa hipócrita. 

Sin embargo, de ellos podemos aprender mucho, pues actúan con la premisa de que todo lo pueden; mientras tengan consigo un ordenador o un celular. Son militantes de la premisa resolutiva “hazlo tú mismo”, que fomenta la búsqueda de soluciones por cuenta propia. Cuando logran resolver el problema, convierten lo aprendido en un tutorial o lo comparten con otros nativos digitales. Solo se reservan ese conocimiento para fines de monetización.  

Hace un lustro estos nativos digitales no eran importantes. De hecho, en todo el mundo son una minoría olvidada que solo representan el 30% de la población. Si ahora son relevantes es porque muchos ya están ingresando al campo laboral y electoral. 

Cuando son votantes pueden resultar un problema, no por la inexperiencia de su propia juventud, sino porque suelen subestimar la historia, pues la sienten como algo que ya no es útil. Tienen un interés sacralizado por el presente, y por ello no les resulta pragmático el pasado. De modo que son adoradores a lo “nuevo”, al supuesto “cambio”. Presumen ser “inteligentes autodidactas”, pero sin conciencia nacional, sea cual sea el país que habiten. Son hijos de la mentada “globalización”, donde el único dios es el anarcocapitalismo tecnológico y el pragmatismo de resultados.  

Según los expertos, estos nativos digitales, ahora votantes (o pronto a serlos), son altamente maleables, en tanto conectes con ellos mediantes las cuatro íes: internet, irreverencia, inmediatez e incertidumbre. Son minoría, sí. Pero en el próximo quinquenio fácilmente pueden hacer la diferencia en la balanza electoral, como pasó en Argentina (Milei), y como probablemente sucederá en El Salvador (Bukele).

 

Manuel Palma 

 

 


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