Araña feminista | Mis deseos para este año 2024
A Frei Betto
08/01/2024.- Yo quiero que en este año toda niña y todo niño del planeta pueda tomar agua cuando tenga sed y se pueda echar agüita en la cara cuando le dé ganas. Que toda niña, todo niño, tenga fruta fresca, comidita buena para saciar el hambre, que cada niña, cada niño pueda dormir con un techo sobre su cabeza que no se desplome en el medio de la noche porque a algún avión se le cayó un misil e hizo explotar su casa. Yo deseo que en este año 2024 ninguna criatura tenga miedo de perder a su mamá, a su papá, a sus abuelos, a perder su propia vida a causa del odio.
Yo deseo un Año Nuevo donde la gente se dé cuenta de que los gobernantes de los países poderosos y las grandes corporaciones están destruyendo la posibilidad de vida tanto humana como la de los animalitos y maticas con su festín de derroche de recursos y destrucción de nuestra Pachamama. Que denunciemos ese ataque enloquecido contra la naturaleza que son las guerras, y que actuemos en consecuencia, quitándole el poder a esos líderes y a esas corporaciones, y prestándoselo a colectivos y comunidades lúcidas, valientes y honestas que nos representen.
Yo espero un año nuevo donde todas las personas, tanto en el campo como en las ciudades, tengan su pedazo de tierra para sembrar, donde crezcan olivares, dátiles, tomates, yuca, ponsigué, tamarindo o mamón; muchos árboles que atraigan mariposas y abejas y pájaros que no se espanten con la guerra simulada que es la pólvora de los fuegos artificiales. Un 2024 verde, ecológico, sin comida basura, sin agrotóxicos ni pesticidas, con más bicicletas y menos autos privados, con más personas caminando y bailando y menos gente apurada.
Un 2024 donde las pantallas de los aparatos digitales sirvan para comunicarnos y no para aislarnos, para ver arte y no sucedáneos de guerras en videojuegos, donde podamos vernos más a las caras sin filtros que nos distorsionen y abrazarnos sintiendo el calor de nuestros cuerpos y no simplemente enunciar el abrazo con un emoticón. Que nuestras niñas y niños no aprendan de sexualidad con la pornografía fácil que ofrecen los celulares y las tabletas, sino que aprendan de empatía, de compasión, de autocuidado, de relaciones amorosas y de sexo saludable en sus escuelas, de maestras y maestros entrenados y respetuosos.
Un año venidero donde las mujeres podamos salir a las calles solitarias sin miedo, estar en nuestras casas sabiendo que los compañeros de vida tienen su autoestima suficientemente sana para que un rechazo, un ataque de celos o la posibilidad de una separación no les haga creer que la única salida aceptable sea la violencia femicida.
Que las mujeres y niñas de todo el planeta podamos decidir sobre nuestros cuerpos y no nos penalicen por ello. Que el amar sea libre y consentido, cualquiera sea nuestra orientación sexual, y que nuestras niñas y niños vivan infancias protegidas, respetadas, donde ninguna figura de autoridad, sea familia, maestro, religioso o entrenador se crea con derecho a vulnerar sus pequeños cuerpos.
Parafraseando a Frei Betto, quiero un 2024 donde todo el mundo tenga asegurado el derecho al trabajo y la honra de un salario digno, donde las soluciones a nuestros problemas los busquemos en colectivo y no de forma individual y egoísta, donde entendamos que la mejor manera de estar bien es que todas y todos estemos bien, donde no aprovechemos el poco o mucho poder que tengamos en explotar a quien podamos, donde los funcionarios no sean corruptos y los gobernantes no crean que pertenecen a otra especie de humanos, con diferente capacidad en sus estómagos.
Yo quiero un 2024 que, cuando llegue el final de año, no adornemos nuestras casas y nuestras calles con una estética que de tanto verla, ya creemos normal que en Maracaibo, Caracas o Cumaná veamos nieve, renos, osos polares y pinos con luces que son un atentado a la ecología y al bienestar de los árboles de la plaza. Que no nos avergoncemos de ser diferentes a quienes nos colonizaron, no somos europeos, no somos norteamericanos; somos gente mestiza rebelde, igualada, tropical, caribe y a mucha honra.
En resumen y en cortico, en 2024 más Palestina y menos sionismo, más naturaleza y menos extractivismo, más socialismo y menos capitalismo, más feminismo y menos patriarcado, en fin, más amor y menos guerra.
María Centeno