Todas las facetas de Julieta Hernández

Fundó agrupaciones artísticas, cultivó la sororidad y la solidaridad internacional

 

11/01/24.- Una muerte trágica siempre será un evento desgarrador, que se torna más cruento cuando se trata de una persona que ha trascendido sus propios límites para hacerse parte de la vida de muchas y muchos. Es el caso de Julieta Hernández (38 años).

Sus diferentes virtudes y ocupaciones le acercaron a la vida de cientos de personas y creó amistades inquebrantables con mujeres de todo el continente, que son las que hoy exiegen una condena ejemplar por su asesinato en Brasil, y reclaman justicia compartiendo con los que no la conocieron, las facetas a las que se dedicó apasionadamente.

“Julieta fue una mujer que se atrevió a abrirse camino por su cuenta”, dice una carta difundida en idioma portugués por la Organización Circo di SóLadies, un grupo formado por mujeres artistas que investigan el lenguaje del cómic en el panorama teatral, circense y audiovisual.

“Por mucho que (Julieta) se articulara en diferentes redes, tenía un ímpetu solitario, hacía uso del derecho a ser íntegra, a que su individualidad estuviera permeada por sus emociones y vivencias. Su lugar de creación y experiencia del mundo era privado y sagrado. Julieta era una mujer valiente, cimentada en la realidad y ninguna otra forma de verla es aceptable”, precisa la carta.

Facetas

Julieta Hernández pasó por la academia y no solo se graduó de Veterinaria en la Universidad Central de Venezuela (UCV), sino que lo hizo con el grado Summa cum laude, y con una tesis que obtuvo la “mención publicación”.

Fue en la ciudad de Maracay, asiento de la Facultad de Ciencias Veterinaria de la UCV, donde se inició también en el movimiento ciclista siguiendo las enseñanzas del naturismo tropical de Keshava Bhat.

Hizo teatro universitario participando como actriz en varias obras dirigidas por Lali Armengol. También militó en el feminismo y fundó, junto a otras mujeres, el colectivo Red de payasas venezolanas.

Además era cuatrista.

Julieta, apunta un comunicado de la red, “investigó y practicó la payaseria  desde la antropología, desde la identidad latinoamericana, venezolana. Participó en redes de mujeres feministas con las payasas brasileñas organizadas”.

Y es que, desde hace un par de año, la artista venezolana emprendió un viaje en bicicleta que la llevó a Brasil, una vez que tomó la decisión de estudiar el teatro del oprimido.

 

Referente

La venezolana, añade el Circo di SóLadies era además “activista ciclista, una mujer con un proyecto solista e independiente de democratización y descentralización de las prácticas sociales y culturales, payasa, escritora, titiritera. Fue veterinaria, protectora de los animales a su paso, estudiante de teatro, entusiasta e investigadora del Teatro del Oprimido. Julieta fue, y será siempre, uno de los mayores referentes del activismo artístico, humano, social e interdisciplinario que ha conocido nuestro continente”.

En su camino artístico y de investigación, Julieta se hizo parte de la Escuela Libre de Payasos (Eslipa), con sede en la ciudad de Río de Janeiro. Fue payasa hospitalaria y trabajó con la organización Payasos Sin Fronteras.

Otro rasgo de Julieta lo describe la poeta y periodista Indira Carpio Olivo, al señalar que también era “muñequera, tenía la habilidad de elaborar los guiñoles, réplicas miniaturas de todo cuanto le produjera afecto. También era una viajera, una persona en movimiento, viajaba en bicicleta desde 2016, a través de 9 ciudades brasileñas”.

Sería injusto dejar de indicar, como escribe Circo di SóLadies en su carta, que Julieta era una migrante, que “hizo caso omiso de las fronteras innecesarias, aquellas que dividen a los oprimidos por la mitad, que nos enfrentan unos a otros. Julieta respetó noblemente las fronteras que cuidaban las comunidades, los saberes tradicionales y el tesoro contenido en la vida cotidiana de los bosques, los ríos y los pueblos. Julieta entendió y se relacionó con este lugar de acción como pocos”.

Violencia

Lo ocurrido a Julieta no es un caso aislado. Aimee Zambrano, antropóloga venezolana que dirige el Monitor de femicidios Utopix, asegura que durante el año 2023 aumentaron los casos de agresiones cometidas contra mujeres venezolanas en el exterior, con especial atención en países como Perú, Colombia y Ecuador.

En 2022, precisa, se registraron 68 femicidios de venezolanas en el exterior, 24 de esos casos se registró a manos de bandas criminales. En 2023 la cifra ascendió a 96 casos. 43 se adjudicaron a la delincuencia organizada, lo que significó un incremento de casi 50 %.

Hoy, que en este mundo se escenifican actos terribles, Indira Carpio Olivo nos recuerda que “la guerra no solo se vive en Palestina, el peor de los genocidios se sostiene entre las mujeres y contra todo aquello que ose declararse femenino”.

ERNESTO J. NAVARRO (*)

(*) Es periodista y escritor, autor de tres poemarios y la novela Puerto Nuevo. Ganador del Premio Nacional de Periodismo 2015. @ernestojnavarro


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