Retina | La plutocracia

15/01/2024.- El pecado original de la democracia es la plutocracia. Se trata de una experiencia que nació entre los ricos de ciudades muy pobladas. Surgió entre los propietarios de tierras y de esclavos, quienes, además, tenían los recursos para sostener gente en armas. Ese encuentro político inicial tenía como propósito la creación de mecanismos de convivencia que evitaran, mediante la negociación, la violencia entre los factores poderosos.

En su origen, la democracia solo reconocía como sujetos de derecho, y, por lo tanto, como participantes, a los hombres ricos. Todas las mujeres estaban excluidas de participar y votar, al igual que los pobres, los esclavos y los extranjeros.

Como sabemos, es una experiencia que nació en Europa y que ha sido trasladada como anhelo político a todo el planeta. Se trata de una exportación que en nada se ha preocupado de la cultura, la historia y la tradición social y política de los pueblos.

La imposición de este concepto nos ha hecho pensar como natural que democracia es sinónimo de poder para el pueblo, a pesar de observar por dos siglos que el modelo es reacio al poder popular y que es más natural que se deslice con prisa hacia su pecado original.

Quizá el hecho más pernicioso de esta línea de pensamiento y acción es que ha borrado, menospreciado y hasta perseguido las experiencias de poder en las comunidades, en las que la participación en términos de igualdad de condiciones puede ser real. Esto, a diferencia de la exagerada cantidad de dinero y recursos que requiere la participación en el esquema plutocrático que se nos impone, en el que resulta muy previsible que siempre ganen los ricos.

Tengo la convicción de que el anhelo de democracia que tenemos solo es verdadero y posible en el poder comunal. El modelo que se nos ha impuesto está hecho a la medida de mucho dinero, mucha maquinaria y mucha manipulación.

Por supuesto que hay ocasiones cuando los pueblos logran una convergencia política, o solo una visión política menos organizada, que les permite obtener una victoria frente a la trampa plutocrática. Sabemos por experiencia propia que una victoria de estas características inmediatamente será señalada como antidemocrática e intentará ser corregida. Se escogerá para ello el menos democrático de los medios, pues se procurará terminarlo con un golpe de Estado, que será disfrazado de "legal".

Desde que naciera la idea de la democracia occidental, y, en especial, desde que recibiera el impulso modernizante de la Revolución francesa, son muchos los momentos de lucha que han debido enfrentar todos los pueblos del mundo para alcanzar el derecho real a participar en el proceso de toma de decisiones. Los pueblos han obtenido importantes victorias en este camino. Ha sido una ruta difícil dirigida a lograr la condición de ciudadanía para vastos sectores que eran excluidos de la participación política. En Venezuela, podemos recordar que, antes de la Revolución bolivariana, millones de personas carecían de identidad y, por ello, no podían votar.

La plutocracia del planeta sabe del anhelo permanente de los pueblos por hacer real que la democracia sea sinónimo de poder popular. De allí que los partidos defensores de los intereses de los ricos se hagan llamar "populares". Quizá la obra más pérfida del poder plutocrático sea la victoria de Milei, conseguida con un discurso antiélites para dar más poder a esas mismas élites.

 

Freddy Fernández

@filoyborde


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