Crónicas y delirios | La historia de una canción
O la vida de las canciones
19/01/2024.- El título y tema de esta crónica se remontan a mi época de mocetón en plan de largar bocanadas circulares con el cigarrillo Fortuna (sin filtro, por supuesto), beberme en una sola tarde infinita cualquier número de medias jarras de la cerveza Caracas, y a prodigar lamentables traspiés durante los bailes, causando pena ajena a los intérpretes de los mambos, sones y guarachas de moda. Tiempo del duelo sonoro entre Radio Rumbos, con su espacio La Historia de una Canción, versus el programa La Vida de las Canciones, por obra hertziana del equipo también avezado y cumbanchero de Radio Continente. Nostalgia alzándose en la cumbre de nuestro pretérito, hilos y filos memoriosos por cuenta de los años.
Sin embargo, todo lo anterior es solo un asiduo motivo individual para contar anécdotas con fondo de piano y noche, sagas y dolores, sorpresas que da la existencia. ¡Oído, pues, a los vericuetos de la música!
—Guillermo Castillo Bustamante, compositor, fundador y pianista de la orquesta Swing Time, en la Caracas de 1937, ingresó más tarde al partido Acción Democrática como fervoroso militante, y desde sus filas se unió luego a la lucha contra la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. Sin embargo, un día de aciagos vientos fue apresado por los esbirros de la Seguridad Nacional, policía política del gobierno, sometiéndolo a terribles torturas. Castillo Bustamante jamás confesó planes, nombres ni detalles de la acción insurgente: era un rebelde a plena conciencia.
De los sótanos de la Seguridad Nacional lo enviaron, con escala intermedia en diversas cárceles, al campo de concentración de Guasina, un islote selvático y mortal en la desembocadura del río Orinoco, para por fin recluirlo en la cárcel de Ciudad Bolívar, donde solo tenía derecho a escribir una carta quincenal de una cuartilla. Su esposa estaba presa en el reclusorio de Los Teques, y a su hija Inés no le dejaban verlo, aunque era la encargada de recibir las cartas y darle noticias de la familia. En esa situación, Castillo Bustamante compuso la célebre canción Escríbeme, que todos conocemos:
Son tus cartas mi esperanza,
mis temores, mi alegría,
y aunque sean tonterías
escríbeme… escríbeme.
Tu silencio me acongoja,
me preocupa y predispone,
y aunque sean tonterías
escríbeme… escríbeme.
Me hacen más falta tus cartas
que la misma vida mía,
lo mejor morir sería
si algún día me olvidaras.
Cuando llegan a mis manos,
su lectura me conmueve,
y aunque sean malas nuevas
escríbeme… escríbeme…
Fue autor de cerca de trescientas composiciones. Desilusionado, se retiró de Acción Democrática para inscribirse en el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) y creó el himno de ese partido. Su hija Inés, profesora y educadora, lo sobrevive.
—Relata la cantante Amelita Baltar —en interviú realizada por la periodista argentina Leila Guerriero— que, en el año 1969, su entonces esposo Astor Piazzolla y el poeta Horacio Ferrer habían compuesto un tango extraño llamado Balada para un loco. Este poseía aires de vals y letra surrealista, y decidieron presentarlo a certamen, con ella como cantante, en el estadio Luna Park, durante un festival de la danza y la canción.
Agrega Amelita que al entonar el comienzo de la pieza ("Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? / Salgo de casa por Arenales, lo de siempre, en la calle y en vos, / cuando de repente, de atrás de ese árbol, me aparezco yo, / mezcla rara de penúltimo linyera / y de primer polizonte en el viaje a Venus…") un público enfurecido empezó a gritar: "Yegua", "hija de puta", "la puta que te parió"… y a tirarle cosas; y más vociferó cuando el jurado, que integraban Vinícius de Moraes y Chabuca Granda, declaró la pieza como finalista en la categoría "tango".
Sin embargo, a la semana —concluye Amelita— apareció la canción grabada en disco y se vendieron doscientas mil copias el primer día. Hoy Balada para un loco es uno de los tangos más emblemáticos y exitosos de Piazzola.
—El famoso bolero Vete de mí, ícono del género dentro de la cubanidad y grabado más de cuatrocientas veces, realmente no es cubano ni tampoco nació como bolero, según cuentan sus compositores, los hermanos argentinos Homero y Virgilio Expósito, a cuya gesta se deben tangos célebres como Naranjo en flor y Percal.
Aquella tarde [rememora Virgilio] acudió a nuestro estudio el cantante y amigo Daniel Riolobos, inquiriendo si teníamos un bolero para presentarlo en el correspondiente Festival de La Habana; y entonces se me encendió una lucecita y mentí: "Sí, ven a buscarlo pasado mañana". De inmediato, Homero y yo nos dedicamos a transformar la composición original, así como la letra, para hacerla más comprensible, entregándosela puntualmente al amigo.
Daniel Riolobos se fue a Cuba [prosigue Virgilio Expósito] y casi enseguida de su arribo me escribe una carta: "Yo no sé lo que pasa, pero vuestro bolero es un despelote"; y yo me dije: "¿Qué va a pasar? Que los tipos se dieron cuenta de que eso no es ningún bolero". Pero la carta seguía: "No sabés el éxito que tiene. ¡Ustedes compusieron el himno de Cuba! Acá no hay nadie que no la entone".
El triunfo internacional de Vete de mí se produjo cuando el cantante y pianista cubano Bola de Nieve la incluyó en su repertorio, ubicándola para siempre, según Roberto Fernández Retamar, en la memoria musical del pueblo cubano.
Al son de la música y los recuerdos, proseguiremos en próximas entregas.
Igor Delgado Senior
Post scriptum: Como regalo para nuestros consecuentes lectores, copiamos el link de Vete de mí, interpretado por el grandioso Ignacio "Bola de Nieve" Villa: https://www.youtube.com/watch?v=lDTLIwhF4XE
¡Prohibido llorar!