Caraqueñidad | ¿Se acabó la maldición del Chivita Lezama?

21/01/2024.- Cuando el mítico Babe Ruth fue vendido, sin su consentimiento, de los Medias Rojas de Boston a los Yankees de Nueva York, por la entonces astronómica suma de 100 mil dólares –una verdadera fortuna en esos días de 1919–, se selló sobre el destino de los de Massachusetts la gran Maldición del Bambino, y hubo que esperar 84 años para volver a lograr un título de Serie Mundial, luego de los cinco obtenidos a inicios del siglo pasado, tres de ellos con el fenomenal jugador como protagonista.

Jamás pudo nadie imaginar que ese infortunio fuese a tener una repercusión tan determinante en la historia de otro club. Pues, casi al calco, por negro destino, aunque con otra causal, sucedió con los Cachorros de Chicago, víctimas de la Maldición de la Cabra, la cual les garantizó una sequía de 71 años. La gerencia de los Cubs no dio acceso al estadio al fanático Billy Sianis, quien pretendió ingresar –era el juego cuatro de la Serie Mundial ante Tigres de Detroit–, en compañía de su mascota predilecta, una cabra. Entonces Billy juró que jamás volverían a ganar los de casa…

¿Creen ustedes que el Chivita Lezama se inspiró en ese par de personajes –de comprobados poderes de “empavamiento”– para lanzar su famosa maldición ante los Tiburones de La Guaira, novena que lleva acumulados 37 años de esterilidad?

Me contaron dos hijos del viejo Jesús Lezama, Ale y mi amigo Vladimir –alias Tatay–, que su papá se la juró al equipo escualo porque lo sacaron de un juego.

Sucede que cuando La Guaira era la famosa Guerrilla, por allá por los años ochenta, inició una interesante rivalidad con Leones del Caracas, cuya gerencia, quién sabe por cuál capricho, decidió prohibir el ingreso de la samba al estadio universitario –escenario compartido por esos clubes durante tantos años– cuando los felinos fuesen home club. En respuesta, lógica o no, la gerencia litoralense prohibió el acceso de Chivita Lezama y su show con la corneta. Aunque un día, por su arrojo, logró ingresar al parque universitario, pero fue pillado y expulsado del recinto, lo que provocó la ira y la proclama de tan famosa maldición, según la cual “la Guaira no ganará más torneos mientras yo viva”, dicen que dijo el ofendido personaje.

En marzo de 2023, a los 104 años de edad, fue el último turno del Chivita, su último cumpleaños, se apagó la corneta… y desde entonces, más de un fanático, creyente o no, cabalístico o no, los sibermétricos y los más empíricos, empezaron a especular con respecto a tan curioso hecho.

Hoy, La Guaira está instalada en la final, pero de nada servirá si no gana los cuatro juegos que corresponden para alzar el trofeo, y así como Medias Rojas y los Cachorros, ellos, los Tiburones, con su tremendo lineup plagado de estrellas locales, excelente importación, la mejor ofensiva del torneo y un pitcheo aceptable, puedan acabar con la nube gris que lleva casi cuatro décadas tapándole el sol. ¿Quién sabe? Ya no hay excusas.

Luis Martín 


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