Retina | Robin Hood

 

21/01/2024-. Es raro este momento de auge de la ultraderecha y su correlativo discurso económico, el ultraliberalismo, ideología falsa que se postula como propósito, pero que esconde la intención de secuestrar las palancas del Estado para hacer más ricos a los que ya son muy ricos.

El mecanismo básico de su propaganda está alimentado de menosprecio radical hacia los sectores populares, disfrazado de un ataque a minorías, supuestamente, parasitarias que estarían aprovechando indebidamente recursos que corresponderían a quienes aparentemente han hecho los esfuerzos para generarlos. Se compone de frases como “mientras usted trabaja ocho horas al día durante todo el año y le quitan una parte de su salario para el bienestar social, estos aprovechadores no hacen nada y viven de la ayuda social que reparte el gobierno corrupto que los ampara”.

No se trata de una idea nueva. La usó Ronald Reagan en su primera campaña electoral, cuando su equipo de propaganda inventó la “reina del bienestar social”, una señora que fue expuesta como viuda de siete pensionados, que cobraba esas siete pensiones y manejaba un lujoso Cadillac. A pesar de no existir, su presentación generó indignación y muchos votos.

Reagan era el abanderado de ultraliberalismo económico en Estados Unidos, a la par de Margaret Thatcher, quien hizo lo propio en el Reino Unido. Ambos tiraron a la basura lo que había aprendido el capitalismo en materia económica y condujeron a sus países a las prácticas que habían propiciado la crisis conocida como el crac del 29.

En la punta del esfuerzo ideológico de la ultraderecha seguramente hay absoluta claridad en que se trata de un tema de negocios. Es como ganar más, más rápido y más barato. No se trata de algo que tenga nada que ver con la gente. Es un tema que solo compete a los que tienen, a los más ricos.

Sin embargo, seguramente en la base de apoyo a las ideas de ultraderecha sí se puede encontrar personas que honestamente creen que los empresarios son básicamente como los deportistas y que les gusta competir. Es difícil explicarles que a los dueños de las empresas lo que más les entusiasma es el exterminio de la competencia y que la situación ideal a la que aspiran es el monopolio.

No es lo mismo, pero hoy podemos encontrar algunos signos similares a lo que ocurrió en las primeras décadas del siglo XX, cuando el fascismo fue ganando terreno en el marco del deterioro económico de los países dominantes. Demandas de bienestar de los sectores populares, que deberían constituir la primera motivación de la izquierda, son aprovechadas por la ultraderecha que presenta escenarios donde el bienestar es sencillo de lograr con falsas medidas que parecen prácticas, rápidas, fáciles y urgentes.

El resultado real de sus políticas es la apropiación de la propiedad social y del bienestar social. Aunque su narrativa te esté contando a Robin Hood, se trata de otro personaje, de otro tipo de ladrón, este viene a quitarle al pueblo todo lo que colectivamente le pertenece para hacer más ricos a los que son muy ricos.

Freddy Fernández

@filoyborde

 


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