Tinte polisémico | Emprendimiento social

26/01/2024.- La expresión "emprendimiento social" genera cierta contradicción en una primera aproximación, pues concebimos el emprendimiento como un concepto relacionado con las utilidades o el lucro; mientras que el término social se atribuye a la necesidad de atender asuntos como ambiente, desempleo, educación, seguridad, salud, entre tantos otros.

Así, se sintetiza un paradigma que combina la idea de desarrollar modelos de empresas orientados a atender problemas como la pobreza, el hambre, el desempleo, la alfabetización digital, por señalar algunos casos, aplicando la visión de poder ser exitoso, en términos de sustentabilidad y mejorar la calidad de vida de sectores vulnerables.

Algunos autores y especialistas señalan que se trata de una simbiosis entre una perspectiva filantrópica y los enfoques de negocios. Podríamos también expresarlo como la habilidad de poder aplicar combinadamente la mercadotecnia y las finanzas, entre tantas otras disciplinas empresariales, con los propósitos de atender tópicos relativos a la calidad de vida de los ciudadanos, a la consecución de fines con impacto social o a la búsqueda de beneficios comunitarios, es decir, que irradien sus efectos al entorno donde tienen su asiento.

Entre algunas características de este particular tipo de emprendedor, podemos resaltar las siguientes: pasión por alcanzar su visión, capacidad de liderazgo con compromiso social, credibilidad como base de proyección e imagen, altísimo componente de fibra ética y una eficacia traducida en ser incansable para lograr los cambios.

Según algunos teóricos, el perfil de este tipo de organizaciones que demanda el mundo actual, cuyas misiones tienen efectos en los ámbitos económico, social y ambiental, lo definen básicamente cuatro aspectos: la gobernanza y transparencia operacional, la relación con sus trabajadores o colaboradores, el intercambio con la comunidad y su interacción con el ambiente.

Por otro lado, cabría destacar, dada la diversidad y complejidad de la agenda de problemas contemporáneos, que, en el campo de la "filosofía administrativa", desde un enfoque y sentido crítico, tendrían que ser analizadas las situaciones dicotómicas o de pares de términos, tales como: solidaridad-empresario; asociación-sociedad o compartir-competir. Significaría que las misiones y visiones organizacionales de las empresas deberían estar alineadas con el objetivo de la vida, el destino y la preeminencia de la humanidad como principio.

Se ha señalado, erróneamente, que la falta de conciencia individual es la causa del calentamiento global, toda una estrategia y discurso del neoliberalismo. Así, el "hombre verde" como modelo propende al consumo orgánico, clasifica los desechos, cuida el agua y consume energía de manera racional. Sin embargo, lo que se precisa redefinir es el concepto de progreso y la inmisericorde exacción de recursos naturales, que atenta contra el planeta, por parte de un grupo de empresas transnacionales y multinacionales, direccionadas por sus objetivos globales. Estas rebasan la efectividad de las políticas públicas de los Estados nacionales y los organismos internacionales. Se evidencia así la imprescindible necesidad de ahondar científica y éticamente, desde el sur global, en los alcances reales de que esta tendencia de emprendimiento social no sea nada más una nueva moda, impuesta por los centros de investigación y actores interesados en el dominio hegemónico por mantener un sistema para su exclusiva conveniencia, que resulta insostenible para el resto de la población mundial.

 

Héctor E. Aponte Díaz

tintepolisemicohead@gmail.com


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