Hablemos de eso | Trump y el "asalto" al Capitolio

28/01/2024.- El 6 de enero de 2021, hace tres años apenas, cientos (algunos dicen que miles) de partidarios de Donald Trump tomaban las instalaciones del Capitolio de los Estados Unidos en Washington con el propósito de impedir la proclamación de Joe Biden como presidente, dadas las denuncias de un escandaloso fraude electoral contra su líder. La toma no fue incruenta: se reportaron al menos 5 personas fallecidas (entre manifestantes y policías) y 140 policías heridos. Los Angeles Times presenta una curiosa estimación de los daños materiales: entre 1,5 y 30 millones de dólares. Dice con horror el mismo periódico que: "Los alborotadores dejaron heces, sangre, agujeros de bala, grafitis y repelentes contra osos" en las instalaciones del Capitolio. CNN reseña que algunas "bombas caseras" fueron desactivadas en edificios contiguos.

El rechazo reiterado de los resultados electorales por parte del entonces presidente Trump fue el prólogo del "asalto al Capitolio", para usar la expresión con que los medios de comunicación hegemónicos se refieren al asunto. Sus dudas sobre el proceso electoral las había expresado desde mucho antes: "El Presidente estuvo sembrando la idea de una elección amañada en sus discursos y en Twitter desde meses antes de que los ciudadanos acudieran a las urnas", según señala la BBC en un artículo publicado en enero de 2023. Se puede confirmar en montones de noticias que aún no han sido suprimidas de Internet. Si aceptamos las denuncias de Trump, evidentemente no se trataba de unas "lecciones libres y transparentes".

Poco después de concluidas las votaciones del 3 de noviembre de 2020, Trump se activaba en su cuenta Twitter. Para muestra, un botón: "Estamos en GRANDE, pero están tratando de ROBAR las elecciones. Nunca les dejaremos hacerlo. No se pueden emitir votos una vez cerradas las urnas".

Cuando los medios empezaron a adelantar resultados, "robo", "estafa", "fraude" fueron algunas de las palabras preferidas del señor Trump en sus mensajes por Twitter. "En las primeras horas del 4 de noviembre (…) Trump proclamó su victoria, denunciando 'un fraude al público estadounidense'", dice la BBC.

En los Estados Unidos, las autoridades electorales son distintas en cada uno de los cincuenta estados de aquel país. En la mayoría de ellos, son los gobernadores —republicanos o demócratas, siempre— quienes regulan, controlan y toman decisiones sobre el proceso electoral. Ante la ausencia de un organismo electoral nacional, quienes terminan sentenciando al ganador de las elecciones, varios días después, son "los principales medios de comunicación", como lo reconoce también la BBC: "El 7 de noviembre, los principales medios de comunicación del país declararon a Biden como ganador". Y ese dictamen parece incuestionable. Obsérvese, si no, estas afirmaciones de la agencia de noticias británica:

  • Trump "no había ganado. Ni había, por tanto, ninguna victoria que robar. Pero para muchos de sus más acérrimos seguidores, ese hecho no importaba, y sigue sin importar".
  • "No ofreció ninguna prueba (del fraude). Diversos estudios han mostrado que el fraude electoral en el país es residual".
  • "Muchos de los mensajes publicados (…) se centraban en denuncias no probadas de fraude electoral masivo, incluidos relatos fabricados que afirmaban que habían aparecido votos de miles de personas muertas y las máquinas de votación habían sido trucadas para atribuirle a Biden los votos de Trump".

Trump "repite una serie de afirmaciones falsas sobre las elecciones", dice por su parte CNN.

Si las denuncias de Trump y sus seguidores no presentaban pruebas, tampoco BBC ni ningún otro de los medios consultados mostraban tampoco pruebas sobre su falsedad. Si el "fraude electoral fue residual", habría que preguntarse cuánto fue y en cuáles casos y, sobre todo, quién decide que fue "residual". Por supuesto, uno tiene razones para dudar de unos y otros: ni Trump ni "los principales medios estadounidenses" se esmeraron en presentar pruebas. Se trataba solo de una medición de fuerza, a ver quién lograba imponer su verdad.

Los partidarios de Trump, o al menos muchos de ellos, creyeron en su presidente-candidato: al poco tiempo se lanzó una página web titulada Paren el Robo, con el objetivo de enrolar "botas sobre el terreno para proteger la integridad de la votación" (BBC). Y tal como estamos acostumbrados aquí al fanatismo que se impulsa entre los que se niegan a creer en las instituciones: "Un empleado de Georgia recibió amenazas de muerte, e incluso funcionarios republicanos encargados de velar por el proceso electoral en el estado fueron etiquetados como 'traidores' en foros digitales" (BBC).

El miércoles 6 de enero, Trump se dirigió durante más de una hora a una multitud de seguidores en The Ellipse, un parque justo al sur de la Casa Blanca. Comenzó a animar a sus simpatizantes a "hacer oír sus voces pacífica y patrióticamente", pero terminó su intervención con una advertencia: "Luchamos como en el infierno y si no luchan como en el infierno ya nunca más tendrán un país (…) Así que vamos a bajar por la avenida Pensilvania (...) y vamos al Capitolio". Esta es la versión de la BBC, pero si quieren otra, anoto aquí la de CNN sobre el final del discurso de Trump:

Vamos a caminar hasta el Capitolio. Y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas. Y probablemente no vamos a vitorear tanto a algunos de ellos, porque nunca recuperaremos nuestro país con debilidad. Tienen que mostrar fuerza y tienen que ser fuertes", dijo en su mitin en el parque de la Elipse, frente a la Casa Blanca.1

En un tuit, eliminado luego por la compañía, Trump decía:

Mike Pence no tuvo el coraje de hacer lo que debería haber hecho para proteger a nuestro país y nuestra Constitución, dando a los estados la oportunidad de certificar un conjunto de hechos corregidos, no los fraudulentos o inexactos que se le pidió que certificara previamente. Estados Unidos exige la verdad.

Acusaba de cobarde a su vicepresidente y de embustero a los sistemas electoral y político estadounidenses.

 

Ahí viene el "Kraken"

"Las versiones falsas, las teorías conspirativas sin base y en general la desinformación son especialmente preocupantes", dice la Voz de América (que es algo así como una voz oficial, pero "independiente", del gobierno estadounidense), citando a un profesor universitario. En este caso, se refiere en particular a los hechos del 6 de enero de 2021 y "de cara al año electoral", pero bien pudiera ser aplicable al ambiente político global. "La memoria colectiva siempre ha estado sujeta a distorsiones, pero nunca antes ha existido el tipo de maquinaria que permite una producción continua de hechos alternativos", continúa el profesor. Y con "hechos alternativos" se refiere a una especie de universo paralelo, creado para distorsionar los hechos reales. No le falta razón: al menos un 25% de los estadounidenses cree que la toma del Capitolio fue instigada por el FBI, "una afirmación falsa promovida por medios de comunicación conservadores", según la Voz de América. Un 32% cree que el señor Trump no tiene ninguna responsabilidad en los hechos (para la fecha del reportaje, supongo).

Dos de los abogados de Trump se hicieron muy apreciados por los grupos conspiranoicos, como QAnon y otros (entre ellos varios paramilitares). Nos recuerda el reportaje de la BBC lo siguiente:

Los dos abogados se convirtieron en héroes para los seguidores de las teorías conspiratorias de QAnon, que creen que Trump y un equipo secreto de inteligencia militar combaten a un "estado profundo", formado en Washington por adoradores del diablo y pedófilos procedentes del Partido Demócrata, los medios, el mundo de los negocios y Hollywood.

Los abogados Sidney Powell y L. Lin Wood prometieron que prepararían un caso tan sólido de irregularidades electorales que destruiría cualquier argumento a favor de la tesis de que Biden hubiera ganado la presidencia. Powell le dijo a Fox News que sus esfuerzos "liberarían al Kraken", en alusión a un gigantesco monstruo marino del folklore escandinavo, popularizado en las películas de la saga Piratas del Caribe. El Kraken pronto se convirtió en un meme, representado esparciendo "denuncias no probadas de fraude". Powell y Wood

... no tuvieron tanto éxito en los tribunales como atizando ruido y furia en la red, y sus iniciativas judiciales quedaron en nada (…) Cuando a finales de noviembre publicaron su dossier de doscientas páginas quedó claro que su demanda consistía sobre todo en teorías de la conspiración y denuncias que ya habían sido rechazadas en numerosas instancias judiciales. Los escritos contenían además errores legales básicos, faltas de ortografía y erratas.

Pero el meme que habían ayudado a crear siguió con vida. "Los términos 'Kraken' y 'Liberen al Kraken' fueron mencionados en Twitter más de un millón de veces antes del asalto al Congreso".

Esta sería apenas una anécdota graciosa si no hubiera estado acompañada de continuas amenazas y asedios a funcionarios que no se doblegaban al discurso de Trump. Las amenazas en sus casas a funcionarios en varios estados reproducían al dedillo escenas que hemos conocido en Venezuela, en el prólogo del golpe de Estado en Bolivia, y en el asedio contra el gobierno sandinista en Nicaragua durante 2018. La diferencia es que esta vez se repetían en el país de donde partieron todas las ofensivas que acabamos de reseñar.

La reacción del presidente electo Joe Biden es ilustrativa cuando les toca un poco de su propia medicina: “En este momento, nuestra democracia está bajo un asalto sin precedentes, como nada que hayamos visto en los tiempos modernos. Un asalto en una ciudadela de la libertad: el propio Capitolio", dijo Biden (…) "Esto no es disidencia, es desorden. Es caos. Roza la sedición y debe terminar ahora. Pido a esta turba que se retire y permita que el trabajo de la democracia siga adelante", como reseña CNN.

En el reciente Foro de Davos, que reúne a los principales líderes y jefes del capitalismo (los multimillonarios y sus compadres), se identificaba la "desinformación" como uno de los principales riesgos globales. Uno no sabe si es por Trump, al que a veces censuran y otras aplauden, dependiendo de sus intereses o si, más bien, se refieren a los medios de información alternativos que, como Telesur, no se pliegan a sus "verdades".

 

Inhabilitaciones

Como se sabe, el señor Trump enfrenta varios casos judiciales. Pero de todas las fechorías de las que se le acusa hay una que pudiera inhabilitarlo como candidato. Se basa en la sección 3 de la decimocuarta enmienda de la Constitución de Estados Unidos (la Constitución de ese país se mantiene desde su aprobación en 1787, pero cuenta con 27 enmiendas). El texto es el siguiente:

Ninguna persona podrá ser senador o representante en el Congreso, ni elector del presidente y vicepresidente de los Estados Unidos, u ocupar cargos, civiles o militares, en los Estados Unidos, o en cualquier estado, si, habiendo prestado juramento previamente como miembro del Congreso, o como oficial de los Estados Unidos, o como miembro de cualquier legislatura de algún estado, o como oficial del Poder Ejecutivo o Judicial de ese estado, para defender la Constitución de los Estados Unidos, ha incurrido en insurrección o rebelión contra los mismos, o ha dado auxilio o consuelo a sus enemigos

Vaya Dios a saber por qué escribieron eso tan enredado, pero lo cierto es que un funcionario que haya "incurrido en insurrección o rebelión" estaría inhabilitado para ejercer el cargo de presidente y otros más. La enmienda no señala quién calificará un acto como insurrección o rebelión, pero la Corte Suprema de Colorado y la Secretaría de Estado de Maine han dictaminado la inhabilitación del ex Presidente. El asunto está bajo consideración de la Corte Suprema de los Estados Unidos.

Usted juzgará si le parece que el señor Trump incurrió o no en insurrección o rebelión al instigar a sus seguidores a tomar el Capitolio, presionar al vicepresidente para que desconociera el resultado de las elecciones, denunciar fraude "sin pruebas", etc… Pero Trump parece contar hoy en día con una clara mayoría para volver a ser candidato del Partido Republicano, es decir, que sus actos le ganaron la simpatía y la conservación de un liderazgo indiscutible en su partido. Otros lo odian.

Trump sentó cátedra para otros "ultras": los seguidores de Jair Bolsonaro siguieron el libreto al tomar los edificios de los poderes públicos en Brasilia en enero de 2023. Querían desconocer la victoria electoral de Lula.

 

Humberto González Silva

 

Fuente de consulta:

1Boschma, J. (2023, enero 6). Así fue el asalto al Capitolio por parte de simpatizantes de Trum. CNN. https://cnnespanol.cnn.com/2023/01/06/cronologia-asalto-capitolio-simpatizantes-trump-trax/


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