Caraqueñidad | Epa, mente positiva, aunque sea año bisiesto
29/01/2024.- La gente, sus creencias y la historia indican que durante los años bisiestos han ocurrido sucesos catastróficos para la humanidad. Por eso, este 2024 —en el que habemus un día adicional en febrero, o sea, el 29F— hay que cuidarse, y mucho. Aunque, según veremos, no todo es tan malo como pintan.
Por ser un año electoral, los prestidigitadores de confianza de todos los políticos tienen chamba extra. Como los de Atila antes de cada ataque. Nuestro ADN, maniqueísta, como es, despierta un morbo que raya en masoquismo y se pasea de lo bueno a lo malo de manera gozosamente inconsciente.
El hombre, en su afán por comprender mejor la naturaleza y el paso del tiempo, creó los diversos calendarios: el romano, ideado por Rómulo —que no Betancourt—, pasó de diez a doce los meses anuales. Luego nace el calendario juliano y después el gregoriano, al que desde 1582 se le agregó un día por las seis horas que sobran cada vez que la Tierra hace su traslación. En todas las épocas, siempre sucedían cosas buenas y malas, destacando en la memoria estas últimas.
Un 29 ¿especial?
Los 5 millones de personas nacidas en tan especial fecha, 29 de febrero, forman parte de una probabilidad entre mil 461. Montan su rumba el 28F o el 1.° de marzo, porque nadie se cala tan larga espera para recibir regalos y felicitaciones.
Es un día sui géneris. Hay cuatro santos en los calendarios —no por nacer, sino por fallecer, en la fatídica fecha—: el palestino san Dositeo, el francés san Augusto Chapdelaine, el armenio san Gregorio de Narek, y San Román. QEPD. Se salvan San Cocho, San Pátelo y San Pateste porque, como el Caballo Viejo, no tienen horario ni fecha en el calendario.
Tenebroso recorrido
Un breve repaso de memoria desvela trágicos sucesos en años bisiestos. En 1812 fue el devastador terremoto de Caracas. En 1912 se hundió el Titanic. Los asesinatos de Mahatma Gandhi, en 1948; Robert Kennedy y Martin Luther King, en 1968; John Lennon, en 1980, o Indira Gandhi, en 1984. Y en 2020 reinó el coronavirus. ¡Zape gato!
Ah, en 1988, un marciano sin cabeza, sin pantalón ni camisa, con su macabra sonrisa, juró en Sabana Grande que el Ávila se partiría en dos. Ni expertos nadadores se hubiesen salvado ante el tsunami que arrasaría Caracas. En 2012, nos hicieron dormir con un ojo abierto, porque astrólogos y hechiceros, basados en el fin del ciclo del calendario maya, anunciaron el fin del mundo. A Dios, gracias, se pelaron tanto los prístinos como los nuevos agoreros… Y aquí seguimos, sorteando profecías y cosas "vareas".
Algo bueno…
Si nos fijamos bien, los peores sucesos de la historia nacional no ocurrieron en años bisiestos: las tragedias de Tacoa, el río Limón, Vargas y las muertes de Sucre y Bolívar, por ejemplo.
Es que en años bisiestos no todo es gris. El deporte está de fiesta por los Juegos Olímpicos. Desde 1936 se realizan cada cuatro años en coincidencia con lapsos de 366 días…
Así, frente a un incierto panorama sociopolítico y económico, interno y externo, de promesas y expectativas, de guerras anunciadas al otro lado del Atlántico y con rebrote del virus y otros males, la gente espera que, a las históricas 21 medallas olímpicas logradas por nuestros gallardos atletas, se sumen los nuevos logros que debe liderar la triplista Yulimar Rojas, nuestra verdadera esperanza en París 2024, para vencer los miedos y los mitos de los años bisiestos. Amén.
Luis Martín