Punto y seguimos | La Guaira: una oda a la alegría

Se les dio a los Tiburones, casi cuarenta años después

30/01/2024.- Ganó La Guaira. Los Tiburones, después de una sequía de 38 años, vuelven a ser campeones del béisbol venezolano. Muchos de sus fanáticos estaban muy pequeños para recordar esa última vez, o, directamente, nunca los habían visto ganar, mientras que los más viejos se preguntaban si se iban a morir sin vivir de nuevo esa alegría. Aunque, a decir verdad, la alegría de los guairistas es su mejor patrimonio y su más destacada característica, pues la mantuvieron en casi cuatro décadas de apoyo irrestricto a pesar de no conseguir resultados.

La famosa samba con la que la fanaticada ameniza sus encuentros es, apenas, la expresión visible de esa alegría en los escenarios beisbolísticos, pero lo cierto es que quien conoce a La Guaira y a sus moradores, sabe perfectamente que es un pueblo signado por el bochinche. El estado es, hasta en las malas circunstancias, un espacio de celebración permanente. ¿Deprimidos? Nos vamos para la playa. ¿Fregados? Chistes con eso. ¿Pelando? Vaquita para alegrarse en comunidad.

Ni después de la tragedia de 1999, que representa el período más triste del otrora estado Vargas, los guaireños se dejaron vencer. En los lugares devastados por el agua, el barro, las piedras y los árboles que el alud trajo consigo, de algún modo, volvió la vida. Exceptuando quizás a Carmen de Uria —un punto fantasma en la nueva geografía estatal— en el resto de La Guaira, así como volvió el verde al cerro, volvió la alegría. Naiguatá y sus diablos, Chuspa, Caruao, La Sabana y su tambor, Maiquetía, Macuto, Caraballeda, Catia la Mar, Carayaca y todas las zonas del segundo estado más pequeño del país reverberan siempre con una gente llena de un buen humor que les sale naturalmente, como otorgado por la divinidad. No es de extrañar entonces que el equipo que les representa tenga a la fanaticada más alegre, a la única que se ha divertido y celebrado aun cuando no tenía nada que celebrar.

El domingo, cuando por fin se les dio, cuando por fin los Tiburones se quedaron con el coroto, la alegría explotó. Fuegos artificiales, gritos, cornetas, las cintas costeras del este y oeste se llenaron de gente, así como las calles de Maiquetía o Naiguatá, a la espera de la mega caravana del día siguiente. La gobernación anunció día no laborable, como para oficializar lo que iba a suceder de cualquier manera. El campeonato más esperado, un premio para un pueblo que mantuvo siempre la esperanza, la sonrisa y la rumba. Felicidades a los Tiburones y su gente, de parte de una caraquista criada en La Guaira. ¡Salud!

 

Mariel Carrillo García


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