Xin chào | El mago Ozzie

Venga pa que lo vea.

Musiú Lacavalerie

 

El beisbol es un 90% mental, la otra mitad es física.

Lawrence Peter "Yogi" Berra

 

02/02/2024.- La ruidosa irrupción de los Tiburones de La Guaira durante esta temporada 2023-2024, en medio de un verdadero mar de seguidores, ratifica que la Venezuela bolivariana está definitivamente rompiendo paradigmas en todos los terrenos. Ahora, le da una pincelada muy particular a un innegable sendero de la recuperación, de cara a tiempos mejores, en un año de grandes metas anunciadas estos días por el pícher de aquella selección juvenil de la región central (1980), Nicolás Maduro Guerra, que alineó al lado de quien resultara uno de los fenómenos de la pelota profesional venezolana y de las grandes ligas, el mirandino de Guarenas Oswaldo "Ozzie" Guillén, hoy de regreso en las páginas de la prensa deportiva de Venezuela y del Caribe.

El veloz desarrollo de la serie final 4-1 de la pelota rentada criolla, entre los Tiburones y los Pájaros Rojos, nos trasladó por un momento, a través de la pantalla chica, al Minute Maid Park de Houston. En ese lugar, venezolanos y venezolanas pudimos ver, en medio de la euforia, al paisano Guillén cuando gritaba: "Viva Chávez", en medio de la celebración de aquel dramático y cerrado juego de pelota que terminó 1-0, pero que marcó la gran barrida de los Medias Blancas de Chicago 4-0 frente a los Astros de Houston, donde además el criollo Freddy García lanzó primores durante ocho tramos.

Quiérase o no, el gentilicio venezolano no se puede registrar sin pasarlo por el cedazo beisbolero. Sobre todo hoy, con un verdadero ejército de brillantes peloteros, muchos de ellos en alineaciones de postín. Tal es el caso de Ronald Acuña Jr., quien, a pesar de no poder seguir en play con los escualos, mostró chispazos de grandeza ante su público: poder con el madero, agresividad en el robo de base y una depurada actuación a la defensiva.

No por casualidad, la derecha venezolana, que en 2002 controlaba, a través del derechista Ramón Guillermo Aveledo, la directiva del beisbol profesional venezolano, intentó quitarle el beisbol a la fanaticada nacional. Sin embargo, la jugada se le revirtió, porque en ese año, tiempos de paros y golpes, la gran mayoría del país no bajó la guardia y dio un paso al frente en apoyo al comandante Chávez, otro que se mostró en muchas ocasiones con el uniforme beisbolero de la Academia Militar, de la mano de Pompeyo Davalillo y Remigio Hermoso.

Por ocurrencia de la historia, después de brillar en las Grandes Ligas, primero como jugador y después como estratega, Guillén regresó por segunda vez a su equipo de siempre, esta vez con más decisión, y con un equipo colmado de estrellas, además con Luis Sojo en la gerencia escuala. Como trasfondo, Nicolás Maduro Moros aparece como presidente del país, una figura con quien Guillén alineó en la selección juvenil de la zona central que participó en los II Juegos Nacionales Juveniles 1980.

Guillén conformó el infielder con Jesús Méndez, Javier Burguillo y Oswaldo Pérez, mientras que Maduro Maduro integraba el cuerpo de lanzadores, al lado de Irvin Rivas, Rafael Martínez, Timoleón Araujo y Ruperto Granadillo.

Como todo ser humano, Guillén, a pesar de vivir en Estados Unidos, no se mantuvo indiferente a los acontecimientos políticos que sacudían su tierra natal. De allí las simpatías que mostró ante las cámaras de la televisión del imperio, por el comandante Chávez, cuando festejaba la histórica victoria que catapultó a sus dirigidos como monarcas, en la Serie Mundial 2005 de las Grandes Ligas.

 

Roto el maleficio

Los caraquistas habían puesto a correr la bola de que La Guaira no ganaría más campeonatos por haber irrespetado a Lezama, el famoso corneta del conjunto felino, que por años animó las barras capitalinas en el estadio universitario y otros escenarios de la pelota rentada.

Habían pasado ya 37 temporadas en que los guairistas no gozaban de una serie final. Sin embargo, Ozzie ya había superado un supuesto maleficio de 87 años (¡y de qué manera!) que casi enloqueció a la fanaticada de la Ciudad de los Cientos (Chicago) desde 1917. Porque barrer en esa temporada a un adversario como Houston, en cuatro salidas, no era cualquier cosa.

Entre las fantasías beisboleras de las mayores también existe el relato de que a los patiblancos les habían robado una serie mundial porque ocho de sus jugadores habían vendido el clásico a los Rojos de Cincinnati. Desde ese momento se hizo popular la versión de la maldición de los Medias Negras, que acompañaría a los Medias Blancas por casi un siglo. Bueno, Guillén rompió con esa maldición, inspirado en la calidad que mostró como jugador en años anteriores y su particular carisma como estratega.

El siguiente reto de Ozzie será Miami, donde fue coach de tercera y luego mánager de los Marlins, el equipo que lo expulsó, ante la presión de la gusanera cubana antifidelista de la Florida, que lo adversó desde el momento en que el venezolano se atrevió a manifestar simpatías hacia el comandante Fidel Castro Ruz.

 

Ángel Miguel Bastidas G.


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