La Sociedad de Naciones (SDN) fue la primera organización interestatal ideada de carácter político universal con funcionamiento permanente cuyo acuerdo se aprobó en la Conferencia de Paz de París el 28 de junio de 1919, durante el final de la Primera Guerra Mundial, y entró en vigor el 10 de enero de 1920. La crearon los firmantes del Tratado de Versalles y su pacto no prohibía las condiciones guerreristas. Su sistema de mandato refrendó el colonialismo bajo las hipócritas frases sobre “la sagrada misión de la civilización” y “la responsabilidad de las naciones adelantadas”.

El marcado antisovietismo de la SDN se pudo palpar con los intentos de inmiscuirse en los asuntos internos de la Unión Soviética (URSS).  Se recuerda, por ejemplo, el caso de los estatutos de las islas Aland (Finlandia), en 1921, cuando se hizo caso omiso de los derechos del país eslavo, lo cual produjo la guerra soviético-finlandesa. La política de la SDN se caracterizó por someter a los países pequeños a las imposiciones imperialistas para que permanecieran enyugados como colonias. En 1926 ingresa Alemania nazista en la SDN para desarrollar una política bélica contra la URSS. En la SDN fue histórica la disputa encendida entre dos líneas políticas diametralmente opuestas, el imperialismo y el socialismo. La guerra soviética-finlandesa paralizó a la SDN cuya disolución oficial se declaró en la primavera de 1946.

El primero de septiembre de 1939 había comenzado la Segunda Guerra Mundial con la invasión del ejército alemán de Adolfo Hitler a Polonia. Pasados seis años entró en vigencia, el 24 de octubre de 1945 (fecha tomada como el Día de las Naciones Unidas), la Carta de la Organización de las Naciones Unidas y es cuando se logra la coalición antihitleriana cuya fuerza principal había sido precisamente la URSS que ofrendó más de 24 millones de vida para derrotar el nazifascismo y salvar a la humanidad de ese flagelo.

Los propósitos y principios de la ONU sobre la crisis ruso-ucraniana están hoy en un atolladero por la forma unilateral que emplea Estados Unidos (EE. UU.), el Reino Unido (RU) y la Unión Europea (UE), de hacer el juego a las ambiciones nucleares para las que quisieran organizar un juicio final para la humanidad; no obstante, las ideas y reflexiones expuestas recientemente ante la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de esa organización internacional por las máximas autoridades diplomáticas del Kremlim.

Para los líderes mundiales no hay otra vía, sino crear las condiciones para la prosperidad de todo el mundo a la hora de analizar los hechos y conductas nazifascistas y apresuradamente sionistas del presidente de Ucrania Volodímir Zelenski.

J. J. Álvarez