Historia viva | La juventud miliciana rebelde

15/02/2024.- Cuando ocurrió la batalla de la Victoria, el 12 de febrero de 1814, comenzaba uno de los años más terribles del proceso de la guerra de Independencia. Fue un episodio al que han dedicado una extensa bibliografía que retrata el heroísmo de los jóvenes venezolanos, quienes, dirigidos por José Félix Ribas y Vicente Campo Elías, batallaron con fiereza y entusiasmo contra un ejército realista de veteranos de guerra. Estos, además, eran dirigidos por el abominable José Tomás Boves, quien ya tenía en sus charreteras las marcas del exterminio de todo lo que oliera a patriota, fuera hombre, mujer, joven o niño.

Ribas, vista la capacidad numérica, logística y táctica de Boves, reclutó en Caracas a los estudiantes del seminario de Santa Rosa de Lima y otros centros de estudio de la capital. También a jóvenes de pueblos adyacentes en el Tuy y el valle de Barlovento. De esa manera logró enrolar sobre mil jóvenes, sin entrenamiento previo, pero con una voluntad patriota que puso a prueba los ánimos de libertad del pueblo venezolano.

Podemos imaginar aquel tropel de muchachos bajando por las montañas entre Caracas y Las Tejerías, cantando canciones populares del momento para animar la marcha. Esas coplas patriotas fueron recogidas por el oficial británico Richard Vowell entre 1817 y 1818, las cuales describían la posición revolucionaria que prendió el espíritu rebelde de la juventud:

Si acaso te preguntan por qué andáis descamisado,

(¡Avanzad! ¡Avanzad! ¡Avanzad con machete en mano!)

decid que, "con sus tributos, los godos me la han quitado".

(¡Avanzad! ¡Avanzad! ¡Avanzad con machete en mano!)

¡Vengan, chapetones, a morir aquí!

Dejemos la España en su frenesí.

La justicia en las audiencias se compraba y se vendía

(¡Avanzad! ¡Avanzad! ¡Avanzad con machete en mano!)

y el oro de los pleiteantes en las cortes prevalía.

(¡Avanzad! ¡Avanzad! ¡Avanzad con machete en mano!)

¡Vengan, chapetones, a morir aquí!

Dejemos la España en su frenesí.

Todos los reyes del mundo son igualmente tiranos

(¡Avanzad! ¡Avanzad! ¡Avanzad con machete en mano!)

y contra ellos es preciso que nosotros nos unamos.

(¡Avanzad! ¡Avanzad! ¡Avanzad con machete en mano!)

¡Vengan, chapetones, a morir aquí!

Dejemos la España en su frenesí.

José Félix Ribas fue uno de los primeros jefes patriotas que se ocupó de armar y entrenar las primeras milicias desde los tiempos del alzamiento de 1810. Luego fue el gran organizador de las brigadas y cuerpos militares compuestos por civiles. Me atrevo a precisar que fue uno de los jefes patriotas que hoy son inspiración para darle fortaleza moral a nuestra milicia bolivariana como el componente donde se unen el pueblo de a pie y el ejército popular en armas para la defensa de nuestra soberanía.

Desde las alturas del camino culebrero que bajaba a Las Tejerías enrumbaron aquellos miles de jóvenes en fila india hacia San Mateo, y luego al campo de batalla, donde foguearon sus ánimos con un ejército arrogante que los superaba en número y capacidad logística.

La arenga que quedó registrada por los cronistas aún es consigna para nuestros jóvenes milicianos, cuando Ribas los animó a triunfar: "No podemos optar entre vencer o morir; necesario es vencer". Igual ayer que hoy, cuando la patria se enfrenta a las graves agresiones enemigas y esa arenga estima la voluntad de derrotar las adversidades.

Aquella mañana del 12 de febrero de 1814, el espacio del valle de Aragua, en sentido oeste, se nubló de polvo ante el avance de la caballería realista. Mientras, por el este, la caballería juvenil que comandaba Vicente Campo Elías les apretó las espuelas a sus corceles y comenzó la marcha victoriosa hacia el encuentro entre sables, lanzas, machetes y la fusilería de la infantería de estudiantes.

La sorpresa para el jefe realista Tomás Morales, sanguinario como Boves, no pudo ser mayor. Se enfrentaba su ejército realista, entrenado, a un grupo de muchachos novatos, pero con ímpetu vigoroso y moral alta, con 220 caballos, cuyos jóvenes jinetes pusieron en fuga a los representantes de la monarquía española. A estos no les quedó otro camino que retroceder y declarar la derrota.

Vienen a mi memoria los cánticos escolares de aquel Himno de los estudiantes, que se sembró en millones de jóvenes escolares de los años sesenta y setenta, con las estrofas:

Estudiante, que por la patria viertes

tu sangre generosa de heroico valor.

Estudiante, es porque en ti refleja

destellos de su gloria nuestro gran Libertador.

Estudiante, grito de pensamiento, soldado del derecho,

guardián de la libertad.

Estudiante, para cantar tu gloria se fijará otra estrella

al iris nacional.

Los estudiantes caídos por la patria en el altar

son ejemplo de civismo, de heroísmo y libertad.

Este himno, escrito por el guayanés Francisco José Miranda, ya no se canta en las escuelas. Sin embargo, es hora de volverlo a enseñar y reivindicar en el imaginario juvenil el sacrificio de los jóvenes del 12 de octubre de 1814.

 

Aldemaro Barrios Romero


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