De las cosas en común que unen a Venezuela y Argentina, territorios de la patria grande, son las reclamaciones territoriales aún vigentes sobre la Guayana Esequiba y las Malvinas, consecuencias coloniales generadas por el Reino Inglés.  

Así como Argentina conmemoró este año, 40 años del conflicto del Atlántico Sur, así como su reclamo de casi 200 años por el ejercicio de plena soberanía argentina sobre las Islas Malvinas y los espacios marítimos correspondientes. Venezuela este 03 de octubre, conmemora 123 años del irrito y viciado Laudo Arbitral de París.

Este Laudo cobra relevante importancia, ante las actuaciones de una Guyana petrolera que se encuentra impulsando la Cuenca Guyana-Surinam como importante espacio para la producción de importantes volúmenes de crudo liviano en una crisis energética global, una Guyana financiada por importante transnacional petrolera estadounidense ante la Corte Internacional de Justicia, ante la cual ha planteado como elemento central de la controversia, la vigencia del Laudo Arbitral de París (1899) y por ende, el desconocimiento del vigente Acuerdo de Ginebra (1966).

El planteamiento la República Cooperativa de Guyana, territorio cuya independencia es reconocida ante el sistema internacional de naciones (mayo 1966) con la anuencia del Acuerdo de Ginebra (febrero 1966), consiste en desconocer uno de los pocos instrumentos jurídicos internacionales donde el Reino de Gran Bretaña reconoce que efectivamente existen irregularidades en el Laudo de 1899 y acepta «de iure» la reclamación venezolana.

Sin embargo, ahora con las proyecciones económicas de Guyana y aprovechando los intereses de terceros que lamentablemente permean las instancias internacionales, desean promover ante la Corte Internacional de Justicia "que confirme la validez legal y el efecto vinculante del Laudo".

La tesis de Guyana como país pequeño agredido por una nación vecina con recursos ha quedado invalidada, pues la postura y actuación ante la Asamblea General de la ONU, su actuación ante la Corte Internacional de Justicia y su acercamiento con Estados Unidos para impulsar una Nueva Asociación sobre Cambio Climático y Energía 2030 y lo que ello conlleva, manifiesta lo contrario.  

A 123 años del viciado y fraudulento Laudo Arbitral de París que hoy Guyana desea imponer en la memoria histórica en la conducta legal de los Estados y a 200 años del reclamo de Argentina sobre las Malvinas y sus territorios marítimos, la patria convoca a la defensa de los intereses de la nación desde la diplomacia junto a la necesaria creatividad para avanzar con mecanismos de solución de controversias y la consciencia del pueblo.

Encontrar puntos en común entre Guyana –Venezuela y Argentina-Reino Unido es posible sólo a través de la voluntad política de querer avanzar en la solución y definición de los límites de nuestros territorios, así como el reconocimiento de los derechos históricos, el desarrollo y futuro de nuestras naciones. Por lo que, sin lugar a dudas, la tarea es compleja, pero este nuevo contexto multipolar, podrá generar las condiciones de diálogo para resolverlos considerando las particularidades de ambas reclamaciones.

Orelys Castillo