Al derecho y al revés | El silencio de los que saben
28/02/2024.- Ya antes de la primera elección del presidente Chávez, recuerdo haber alertado sobre lo maligno que para mí es polarizar el país entre "buenos" y "malos".
Y no era, ni es, que uno se oponga a que bajo algunos parámetros se pueda definir a los seres humanos como ángeles o demonios. Lo que ocurre es que esta polarización, como es impulsada por la publicidad, desde medios inmorales, evade todo tipo de razonamiento y vende su porquería para que sea comprada por los más idiotas de quienes la leen o escuchan.
Una vez sembrada esa polarización, no hay manera de que un país o simple grupo humano dividido de tal manera no termine dañando a su propio conglomerado.
La historia recuerda que cuando el Imperio romano —militar, pero civilizador— se polarizó entre los de "Occidente" y los de "Oriente", con el tiempo ambas mitades cayeron. Entonces comenzó un declive de mil años en el cual se frenó el progreso de Europa, que era la parte más civilizada de entonces.
Entre nosotros, y para evitar un largo rosario de ejemplos que ni vienen al caso, la polarización nos ha puesto a ver como "enemigos" a quienes simplemente tienen pareceres políticos diferentes.
Esos periodistas y medios que ahora se rasgan las vestiduras por lo pobre que está el país fueron impulsores, desde la polarización, de las sanciones, el robo de oro y cuentas bancarias y la emigración de millones, que ingenuamente les creyeron a esos sinvergüenzas que a poco de llegar a otro país —fuese Colombia, Perú o España— comprarían carro y, al año siguiente, apartamento.
Lo peor es que tras un cuarto de siglo siguiendo las pautas de la polarización, los periodistas se acostumbraron a dejar que "los nuestros" digan cualquier disparate y aplicar la "ley del hielo" con "los otros". Esta es una manera incivilizada y poco profesional que garantiza larga vida a esta división.
¿Cómo combatir la polarización, una vez entendido el mal que nos hace a los venezolanos vivos y a las generaciones por venir?
No es fácil por ser tarea de muchos, de los mejor formados, de comunicadores, religiosos, políticos e incluso de la familia, donde debe prevalecer un análisis equilibrado del quehacer nacional, que incluya críticas constructivas. No hay nada peor que el silencio de quienes se dan cuenta de las estupideces que, muchas veces y por desgracia, los medios trasmiten, callan o manipulan.
Esa manía de aparentar ser "agua tibia", para que nadie se sienta ofendido, nos la trajo aquel cretino que ahora juega pádel en un exclusivo club de Miami, una vez saqueados por él, sus compinches y familiares, los fondos del país, por vía de un interinato que nunca existió.
Lo mismo pasó con la "indispensable", cuya inhabilitación acaba de ratificar el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), después que tanto daño hizo, incluyendo la petición a militares extranjeros para que invadieran el territorio patrio.
¡Si la hubieran inhabilitado cuando por primera vez llamó a guarimbas, en 2014, mucho daño y dolor para los venezolanos se habría evitado!
A mí me execraron de la televisión cuando, durante un programa de Vladimir Villegas, dije mi punto de vista sobre Guaidó, guardándome los peores datos.
Bien, si en vez de haber sido yo solo, en aquel 2019, quien hubiese alertado sobre ese sinvergüenza, al menos el oro y las cuentas para que el gobierno operara, en el extranjero, niños sin recursos se habrían salvado.
Pero en aquella oportunidad operó el silencio celestino de "los que sabían".
Domingo Alberto Rangel