Vitrina de nimiedades | Suscribirse a "la realidad"

02/03/2024.- De la vieja costumbre de leer el periódico —prácticamente en extinción— hay un asunto que poco se comenta: para disfrutarlo en casa o en el trabajo, casi siempre debemos comprarlo. Este hábito, que bien puede pasar por costumbre jurásica, es una cuestión muy aceptada aún hoy. Nadie se pregunta si eso genera las ganancias suficientes para mantener al día las rotativas que todavía existen, así como tampoco lo hacen quienes contratan un servicio de TV por cable. Esa lógica, sin embargo, encuentra un particular muro de contención en el mundo digital, donde todo parece gratuito en medio de la sobreabundancia informativa.

La web, ese mundo vasto e impredecible, representa un desafío para la industria periodística, que también necesita ser rentable. Ver el periodismo desde los ojos del mercadeo resulta odioso, o, por lo menos, no fuimos formados para apreciarlo así. Ciertamente, la profesión debe ser reconocida y validada dentro de una estructura de negocios, pero hacerlo realidad siempre entrañará riesgos y dilemas. Hoy, esa disyuntiva gira en torno a la exclusividad: qué ofrecerle a todos los usuarios de un medio y qué reservarles a quienes estén dispuestos a pagar. A eso se suma una competencia mucho más desigual entre los contenidos periodísticos y otros mensajes en plataformas digitales.

De acuerdo con Statista, Google fue el sitio web con más visitas en 2023. Le siguen YouTube y Facebook. Se trata de plataformas que representan las tendencias actuales de consumo informativo: la información se puede viralizar sin que ello signifique tráfico seguro para los sitios web de medios de comunicación. Este panorama, según el Instituto Reuters, plantea desafíos en la defensa de los derechos de autor, la fidelización con las empresas periodísticas y el alcance entre las nuevas generaciones.

Por ahora, la apuesta no es dejar morir el periodismo, sino experimentar nuevas formas de interacción amparadas en los formatos y la exclusividad. En términos simples, se traduce en la promoción de servicios de suscripción a contenidos marcados por mayor profundidad y exclusividad. Por ese camino van grandes compañías mediáticas, que apuestan por vías alternas de ingresos ante el descalabro de sus métodos tradicionales de comercialización.

Si alguna vez le dio clic a una nota y leyó "Exclusivo para suscriptores" o "¿Quiere leer esta nota? Suscríbase a nuestros servicios", está experimentando el impacto de este nuevo modelo. ¿Quiere pagarlo? ¿Cree que tiene sentido? No son preguntas bobas, en especial cuando internet nos vendió la ilusión de acceso ilimitado a millones de contenidos, sin más requisito que una buena conexión y a costa de diezmar los beneficios del derecho de autor. Si ya es difícil pagar por las versiones premium de aplicaciones de gran demanda, ¿qué debemos hacer nosotros, periodistas, para cambiar esa visión?

Este nuevo esquema es una invitación para analizar nuestra relación con la información pública en un mundo donde aislarse es muy fácil. Si la evasión de noticias es un fenómeno patente, ¿basta con contenidos exclusivos? ¿Qué debemos cambiar? ¿Lograremos que compren nuestras noticias digitales como alguna vez pagaron por los periódicos? Mientras se buscan respuestas, seguirán los intentos para hacer que las audiencias se suscriban a una "realidad" mediada por el periodismo.

 

Rosa E. Pellegrino


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