Letra fría | El depósito

08/03/2024.- Cuando ofrecí una segunda parte sobre Armando Lozada Torres, lo hice pensando en una idea que pudo ser una gracia, pero que no pasó de morisqueta. El cuento viene por una historia real en el apartamento de mi amiga Idaís Araica... en realidad, muchas historias, que condensó mi —también— amigo Rodolfo Porras en el monólogo El depósito. Confieso que nunca estuve ahí y ni siquiera he podido ver la obra de teatro, pero es un ejercicio de imaginación, sobre todo hace unos cuantos viernes cuando me invitaron Idaís y su hermano Carlos a tomarnos unos rones con Benito Mieses, quien anduvo por Caracas hace un par de meses. ¡Esa noche contaron cada historia! En verdad, todas muy graciosas, aunque algunas espeluznantes. Por supuesto, surgió en la conversación Armandito y de paso lo llamamos para anunciarle mi viaje a Bogotá.

Es una saga especial para mesas cerveceras, donde siempre sale alguna anécdota de La cripta, como también le llamaban, porque los cuentos son buenísimos, tanto por su originalidad como por los personajes que los protagonizaban. Una comunidad de artistas, uno mejor que otro, que vivían en una suerte de comuna hippie, existencial y surrealista, aunque yo todavía no entiendo cómo vivía tanta gente ahí. De los que recuerdo, de mayores a menores, estaban Andrés Mejía, Benito Mieses, creo que Miguel Márquez, la banda Cacri Jazz y el propio Armando Lozada, quien ayer me contaba que Altagracia Garmendia vivió ahí, y no sé si Alfoncito también...

El depósito —al decir de Mentekupa— es un poema a la nocturnidad caraqueña de los años ochenta del siglo pasado. Es un cuento que no critica ni juzga ni condena una convivencia nocturna que giraba en torno a la fiesta en la que "cada quien se encontraba con su cada cual", sin mayores expectativas que "pasarla bien".

Pero todo viene al caso porque en una de esas mesas me contó Sandra Zapata que El depósito sería llevado al cine y que los planes van bien adelantados. La morisqueta es que me puse a inventar y le pregunté a Armando si le interesaba protagonizar la peli, pero ya me explicó Rodolfo que ese papel será para Horacio Méndez. Méndez es el protagonista del monólogo y un comediante surgido del teatro de la calle, que ahora se ha transformado en un actor de gran factura.

Esta pieza mía —agrega Porras— está basada en hechos de la vida real y retrata la Venezuela de los años ochenta, al plasmar a un personaje que, acompañado de un músico especial como es Simozas en el piano, materializa una metáfora sobre un momento del país, en aquellos años setenta y ochenta, cuando el boom petrolero desequilibró a la sociedad venezolana. Es un personaje que termina siendo víctima de sus propios fantasmas. Es la historia de Mario en un espacio donde él reconstruye parte de su vida.

Hablando de fantasmas, me cuenta Armando Lozada que está participando como director de arte en una serie de TV que dirigirá Jairo Soto, en la que él hace el papel de un fantasma de un teatro de variedades venido a menos y que está por cerrar.

 

Humberto Márquez


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