Libros libres | Para leer Spinoza

22/03/2024.- La filosofía y los filósofos ahora aparecen casi todos los días en las redes, a través de artículos y ensayos breves que anuncian la aparición de tal o cual libro acerca de sesudos pensadores occidentales, donde destacan los nombres de los que yo llamo pensadores personales, como Spinoza, Rousseau, Lichtenberg, Schopenhauer, Goethe, Nietzsche o Camus, distintos de otros que pudieran ser llamados pensadores para la sociedad, versados en economía o ciencias y que han inaugurado corrientes de pensamiento, como Descartes, Kant, Hegel, Marx o Freud, que vienen a ser maestros de doctrinas o de líneas de pensamiento para las sociedades, comunidades o academias.

Dada la continua crisis de las instituciones debida a las erráticas prácticas económicas e ideológicas del infausto pragmatismo posmoderno, se ha producido un gran caos mundial dominado por una voluntad bélica que ha sumido a individuos y colectivos en un mar de conceptos disímiles y contradictorios, reflejados en la vida cotidiana. Ello ha dado origen a un seudofilosofar errático, que busca asidero conceptual en las grandes obras de filósofos solitarios o radicales, como es el caso de Baruch Spinoza (1632-1677), quien se enfrentó con los prejuicios morales y religiosos de su época. Estos han sido examinados con aguda claridad expositiva por el filósofo francés Bernard Pautrat (1944) en su libro Para leer a Spinoza (2023), de la editorial Acirema, en traducción del filósofo venezolano Jorge Dávila, quien es a su vez autor de la obra Bolívar y Spinoza (2022), publicada por la misma editorial y que merecería un comentario aparte debido a su atrayente tema.

El complejo edificio filosófico de Spinoza es construido con una lucidez y una constancia admirables y contra todo prejuicio, habiendo sido acusado de hereje y excluido de la nación de Israel, todo en busca del conocimiento suficiente para acceder a la verdad, centro de la doctrina epistemológica de su ética. Esa verdad es Dios, suprema y eterna, causa inmanente de todas las cosas, por medio de la cual accedemos a una doctrina superior.

Tanto en su obra central, la Ética, como en el Tratado de la enmienda del intelecto, en su Tratado sobre Dios, el hombre y su bienestar, o el Tratado teológico-político, Spinoza reitera la idea de que el hombre debe pensar en su ser y perseverar en él, pensando por su cuenta y riesgo. Esa felicidad ética consistiría en vivir bien y en conformidad con esa ética, poniendo de lado los falsos bienes como la riqueza, el honor o el sexo. Para defender su Ética, Spinoza debió enfrentarse con los teólogos panteístas de Alemania, dando lugar a interminables querellas metafísicas. El bien supremo, el vivir bien y la causa inmanente de Dios debían ser demostrados a través de la geometría y esta constituyó una de las grandes dificultades a solventar por Spinoza, acarreando innumerables equívocos entre los gremios filosóficos de su tiempo. Dios sería un ente constituido por una infinidad de atributos infinitos. Dios existe necesariamente porque la existencia pertenece a su esencia: toda cosa es en él y por él; sin él nada puede ser ni ser concebido: el pensamiento y la extensión son dos de sus atributos infinitos; él es causa inmanente y no intransitiva de las cosas; cada uno se esfuerza por perseverar en su ser, tal como lo expone Bernard Pautrat en algún párrafo de su libro.

Los textos de este volumen de Pautrat corresponden en verdad a sendos prólogos suyos que sirven de introducción a las Obras completas de Spinoza, editadas por Gallimard en 2022. No incurre nuestro autor en su trabajo preliminar en el error de recargar sus argumentaciones con demasiados artilugios cultistas o con alardes de erudición académica. Se trata en verdad de breves trabajos muy claramente expuestos, que redundan positivamente en iluminar los sentidos de la obra de Spinoza mediante construcciones que ayudan a clarificar conceptos que pueden ser muy abstrusos o complejos en la obra del gran filósofo holandés. Esos trabajos también contribuyen a acercarlo debidamente a la sensibilidad contemporánea, como sería apropiado hacer con tantos otros filósofos occidentales que, por vías de la individuación cognitiva, podrían brindarnos mejores y más activas respuestas a la caótica atmósfera de significados presente en la sociedad posmoderna.

Y de hecho Spinoza maquinaba allí una temible arma. Se podría aceptar que ataque la misma superstición, como lo hace para entrar en materia, pero muy pronto la cosa toma otro giro: gradualmente alza la mira de su tiro para finalmente apuntar a la cabeza (…) Denunciar como puramente supersticioso y ficticio el fundamento de las grandes religiones monoteístas en una Holanda donde el calvinismo reina de manera suprema, y al mismo tiempo reclamar tanto el derecho de pensar como el de publicar, es, de algún modo, buscar una prueba por los hechos: ¿se puede o no se puede? (Bernard Pautrat).

 

Gabriel Jiménez Emán


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