Tinte polisémico | ¿Toma de decisiones racionales?

¿Estás seguro(a) que eres tú quien eliges?

La toma de decisiones en el mundo organizacional no ha dejado de ser una temática controvertida. Investigadores desde distintos ámbitos se han interesado en el tema, produciendo teorías y enfoques con el fin de sistematizar, es decir, racionalizar como conocimiento un proceso inherente a todos los órdenes del quehacer humano.


Así la selección por un determinado curso de acción, frente a una situación de conflicto, normalmente se encuentra ante una amplia o restringida gama de posibilidades de tratamiento o solución. Se ha esquematizado como metodología de abordaje en la bibliografía gerencial de forma general, en una serie de pasos que se enumeran seguidamente:


 1.- Identificar y formular el problema que demanda una solución. 2.- Recabar la información relevante de la situación problemática. 3.- Identificar las soluciones alternativas. 4.- Ponderar cada uno de los posibles cursos de acción. 5.- Elegir la opción más conveniente. 6.- Accionar en la implementación de la solución. 7.- Revisar el impacto de la decisión adoptada.


Toda una secuencia lógica procedimental. Precisamente en el quinto paso, "elegir la opción más conveniente", es donde han convergido gran cantidad de especialistas y disciplinas, en un intento por desentrañar la naturaleza de los procesos y motivaciones que determinan la adopción de una determinada solución, inclusive como la decisión de no hacer nada frente a una situación problemática. 


En el año de 1978, Herbert A. Simon recibe el Premio Nobel de Economía por sus aportes teóricos al proceso de toma de decisiones, con aplicación en los ámbitos individual, organizacional y político. Entre sus contribuciones más representativas se destaca el concepto de la “racionalidad limitada”, así como sus aplicaciones matemáticas y el uso de los ordenadores, en la simulación de los mecanismos de elección de las vías de acción más adecuadas y favorables en las instituciones.     


Sin embargo, podríamos considerar en el campo del comportamiento humano, a uno de los maestros de la sospecha, Sigmund Freud, quien incorpora al análisis de la psique, el inconsciente, lo cual trajo consigo importantes cambios en el estudio de la conducta y la mente. En consecuencia, desde esta perspectiva, se integra la dimensión psíquica inconsciente al ser humano como individuo y como protagonista organizacional.


Es de aceptación general hoy día la gran influencia en la toma de decisiones de la cotidianidad, relativa al consumo de bienes y servicios, de elementos y factores que no atienden a la racionalidad, a la esfera de lo consciente, por señalar un caso, de amplísima aplicabilidad en el mercadeo: la publicidad subliminal. Esta área de la comunicación tiene su fundamento, haciendo uso de las categorías freudianas, en las “pulsiones” que subyacen en el nivel del inconsciente, en el campo de la emocionalidad. Ahí en ese escenario, es donde batallan las marcas por el control de las cuotas de mercado, captura de nichos y el mantenimiento de la fidelidad en el consumo.


Podemos además ilustrar cómo la psicología, se ha inmiscuido también en el campo de la ciencia económica. A inicios del siglo XXI, el psicólogo Daniel Kahneman recibió, en el año 2002, el Premio Nobel de Economía, por iniciar lo que se ha denominado la economía conductual, y en uno de sus libros Pensar rápido, pensar despacio en el cual expone su Teoría de las perspectivas (Prospect Theory), según la cual los individuos toman decisiones en entornos de incertidumbre bajo dos sistemas, el rápido, que es intuitivo, emocional, en el cual se elaboran conclusiones automáticas; y el lento, racional y lógico, de respuestas conscientes.

Podemos agregar, además, al economista Richard H. Thaler, ganador también del Premio Nobel en Economía en el año 2017, con su Teoría del Empujón (Nudge Theory), como otro representante de la economía conductual, cuya investigación arrojó como resultados, que la toma de decisiones en el campo económico y financiero no atiende a criterios de absoluta racionalidad. Se reitera que juega un rol decisivo la emocionalidad de los actores.


El pragmatismo del sistema capitalista no ha desaprovechado esos descubrimientos para su aplicabilidad en el mundo de los negocios, no por mera casualidad un producto de consumo masivo se ubica en los anaqueles de tal forma que resulte de fácil visibilidad y acceso para ser incorporado en la compra... cómo un inversionista sin contar con toda la información disponible adquiere por impulso un activo financiero o por qué un trabajador no propende voluntariamente  y requerirá de coacción a fin de crear un fondo de retiro para cuando pase a ser jubilado o pensionado al envejecer. 


Las tendencias de la investigación cognitiva, donde ubicamos la neurociencia, los avances y desarrollos en materia de inteligencia artificial; la aplicación de las tecnologías de la información y las comunicaciones; la utilización de la big data, no son solo elementos que sirven para confeccionar guiones con el propósito de producir las películas y la literatura de ficción; se trata de los mecanismos que se perfeccionan en los centros hegemónicos para inducir la emocionalidad en la toma de decisiones y de esta forma subyugar y adoctrinar sociedades.

 

Héctor E. Aponte Díaz       

               
  
       

 


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